Si usted pensaba que después de la pandemia del COVID-19 volveríamos poco a poco al mundo de antes, tal vez esté completamente equivocado. En este especial de ‘El mundo después del coronavirus’ intentaremos esbozar ese futuro que resulta más incierto que nunca –y, esperamos, más positivo y emocionante–: el de la nueva normalidad.
Después del confinamiento
En Colombia y Latinoamérica ya completamos los 2 meses de cuarentena o aislamiento impuesto por los gobiernos, y el optimismo de la especie humana nos lleva a preguntarnos cómo será el retorno a la normalidad. ¿Y es que volveremos a vivir una vida normal, entendida como el regreso a nuestro mundo de febrero de 2020 –o de diciembre de 2019 para China–?
En Impacto TIC somos optimistas por naturaleza, y hablamos de ‘después del coronavirus’ como si este ya hubiera pasado. Optimistas son también los gobernantes o los científicos que prevén una vacuna para dentro de 8, 12 o 18 meses –pese a que aún la humanidad no encuentra vacunas contra enfermedades ‘de toda la vida’ como la malaria –causada por un parásito– o el reciente –de hace casi 40 años– virus del VIH.
La buena noticia, para anticiparles algo de lo que iremos revelando a lo largo de este especial que iniciamos a mediados de mayo, es la que algunos temen: el mundo, nuestra vida, no volverán a ser como antes.
En algunos campos humanos, esta afirmación puede generar temores o ser abiertamente negativa. ¡Calma! En el mundo de la Tecnología, la Innovación y la Ciencia, el cambio, la evolución acelerada, la inestabilidad son parte de su razón de ser. Así que, hasta cierto punto, quienes viven de lleno en estos campos saben que nunca hubo un día igual a otro, que la única forma de sobrevivir es evolucionar.
Pero no se puede negar que el nuevo coronavirus, la enfermedad que causa –el COVID-19–, el aislamiento social causado en la mayoría de los países del mundo son algo único en la historia, y las consecuencias económicas, sociales y de toda índole son incalculables. Positivas algunas, catastróficas otras.
Y no es para menos: aún en este mundo de TIC, en el que han surgido revoluciones científicas y la reciente disrupción digital –que ya venía con pasos de animal grande, cambiándolo todo–, la disrupción biológica, un ‘simple virus’, vino a acelerar aún más todo. Hasta quienes creían que podían seguir tranquilos en el pasado –un pasado analógico, que rechazaba o ignoraba que el mundo ya había cambiado– saben ahora que no podrán seguir igual.
Pero no todos piensan lo mismo. Alejandro Gaviria, exministro de Salud y actual rector de la Universidad de los Andes, escribió en una columna de El Tiempo una crítica a mucho de lo que se ha publicado sobre esta nueva realidad: “Todas las reflexiones sobre el coronavirus, sobre esta coyuntura inimaginable, sufren del mismo mal: la precipitud, la falta de perspectiva, el presentismo, etc. No quiero especular sobre el futuro. No tengo mucho qué decir al respecto. La mejor predicción que podría hacer es una extrapolación facilista: afirmar que la inercia es una fuerza inobjetable y la humanidad seguirá más o menos igual”.
Esa visión escéptica –aparentemente contraria a la del mundo TIC, de una dinámica permanente–, tal vez solo reafirme que los grandes cambios no los vemos, casi ‘ni los sentimos’, pero que están aquí. Y casi todos han sido positivos, aunque los medios de comunicación casi nunca los muestren.
¿Nueva normalidad? Martín Caparrós, en The New York Times, analiza esa expresión: “Era un clásico: cada vez que se producía algún cataclismo extraordinario, su víctima intentaba ‘volver a la normalidad’. Ya no; ahora vamos a ir, con suerte, hacia la ‘nueva normalidad’. ‘Nueva normalidad’ es una contradicción en los términos. La normalidad se construye a través del tiempo, poco a poco, probando y descartando y adoptando formas y maneras que se van volviendo normales”.
Es imposible dar respuestas certeras sobre lo que viene. ¿Hacia dónde irán los cambios? ¿Se acelerará la adopción digital, que creíamos tan rápida, pero de la cual aún están excluidos, al menos, los 3.200 millones de seres humanos que no cuentan con acceso a Internet –15 millones de ellos, en Colombia–? ¿Las tecnologías exponenciales, como la Inteligencia Artificial y la Computación Cuántica ‘vendrán a nuestro rescate’?
Pese a lo difícil de hacer futurología, en este especial exploraremos, con nuestras fuentes de información, y daremos elementos para entender el panorama y prepararnos de mejor manera.
Para cerrar esta introducción, y contrastar con el optimismo de hablar de ‘después del coronavirus’, algo de realismo que va más allá de la pandemia: no es descartable que este virus haya llegado, oportuno, como un ‘sparring’ para lo que viene, como un entrenador que nos ayude a sacudirnos y a acelerar los cambios que debemos hacer como humanidad.
¿’Sparring’ de qué? El secretario de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dice que “la devastación social y económica causada por la alteración del clima será mucho mayor que la actual pandemia”.
Tal vez esta era del Gran Confinamiento solo sea el comienzo de algunas olas más grandes, como nos lo muestra esta caricatura que agregó una tercera ola a la original de Graeme MacKay en Hamilton Spectator.
Así que esperar que el mundo vuelva al pasado no es el camino. Y no hay futuro sin innovación. Como lo afirma Peter Gutzmer, CEO y líder tecnológico de la firma alemana Schaeffler, “no hay futuro sin innovación”.
Las 3 grandes megatendencias globales, a prueba
La constante evolución se marca por tendencias, y muchos han elaborado largos listados de ellas. EY, por ejemplo, habló hace año y medio de industrias redefinidas, diseño del comportamiento, el superconsumidor, la regulación adaptativa, comunidades conectadas e innovadoras y salud reinventada.
En Impacto TIC también hemos hablado de vehículos y dispositivos autónomos, Ciudades Inteligentes, 5G, analítica aumentada, Blockchain, automatización, ética digital y tecnologías inmersivas. Muchos medios también han analizado la amenaza de los robots, el teletrabajo, la cultura del acceso sobre la de la pertenencia, las Fintech, la ‘uberización’ de las industrias y la sostenibilidad en los negocios.
Pero hay 3 megatendencias globales que merecen un análisis extra en este contexto: la digitalización, la urbanización y la industrialización.
Schneider Electric, un referente global de tecnologías e innovaciones en la gestión de energía, las ha analizado ampliamente. Tania Cosentino, su presidenta para Latinoamérica, afirma que estas megatendencias abren grandes oportunidades para los negocios y “desencadenan transformaciones profundas e irreversibles”.
La digitalización es la más evidente. Hace solo 16 años, nadie en el planeta tenía un computador en su bolsillo, y hoy un teléfono inteligente es parte de la vida de más de 3.500 millones de personas. Y esto se va a acelerar. Marco Casarin, gerente general de Microsoft Colombia, es optimista con esta tendencia.
“Consideramos un futuro en el que la inversión en Tecnología, Innovación y Ciencia se va a incrementar, dado que esas son las 3 áreas que hoy están por un lado permitiendo el manejo y la continuidad de los negocios, la operación y el trabajo de un alto porcentaje de empleos, y por el otro estamos hoy trabajando en la Innovación y la Ciencia para encontrar tanto un proceso de prevención y un mejor tratamiento de este tipo de enfermedad”.
El directivo lanza un mensaje que da pistas sobre lo que esta pandemia puede causar en esta megatendencia: “De alguna manera tanto las personas como los gobiernos y las empresas están comprendiendo que tal vez el esfuerzo que hacemos en la inversión en TIC no ha sido suficiente al día de hoy”.
Igual de contundente es Jaime Bejarano, country lead de Red Hat en Colombia: “El mundo después del COVID-19 será más digital, y potenciará este nuevo capitalismo, fundamentado en la sumatoria de conocimiento, información, de compartir y colaborar”.
Según él, el software seguirá siendo un motor de transformación del mundo, y el modelo Open Source, de código abierto, en el que Red Hat es el referente global, tendrá un crecimiento exponencial. La digitalización seguirá siendo una megatendencia, y con más fuerza, pero Bejarano resalta que también tendrá que transformarse: “Es importante dejar las tecnologías del pasado y dar espacio a las tecnologías actuales y futuras”, muchas de las cuales vienen de ese mundo del Open Source.
La urbanización, la segunda megatendencia, es tal vez la que más se pueda poner entredicho –o pueda merecer una redefinición–. Mientras en 1960 solo 33% de la población global vivía en las ciudades, actualmente más de la mitad de los 7.800 millones de habitantes del planeta –54,5%– hoy reside en centros urbanos, y para 2050, según Naciones Unidas, la cifra ascenderá al 68%.
Colombia no es ajena a esta tendencia: de acuerdo con el censo de 2018, 77,1% de la población vive en cabeceras municipales, 7,1% en centros poblados y 15,8% corresponde a la categoría de ‘rural disperso’.
Con la urbanización han surgido conceptos nuevos, como el de megaciudades –el mundo tiene ya 43, cada una con más de 10 millones de habitantes– y uno que colma titulares, estudios y congresos internacionales: Ciudades Inteligentes o Smart Cities, que apuntan a una visión ideal de ciudades más seguras, con mejores servicios públicos, de salud y educativos, más sostenibles ambientalmente y que tengan ciudadanos más felices.
Pero surge un concepto más amplio y más poderoso: el de Comunidades Conectadas o Connected Communities. Más amplio, porque no se reduce al territorio de una ciudad, sino que pueden extenderse a territorios más amplios o regiones, o por el contrario, delimitarse en áreas específicas de una ciudad, en comunidades más pequeñas, que puedan avanzar más rápido o llegar más lejos en su conectividad y en soluciones inteligentes. Y más poderoso, porque pone en su propio nombre a las personas, que deben ser el fin último de cualquier proyecto territorial o nacional.
Pero ¿sobrevivirá la urbanización en un nuevo contexto en el que no se sabe si el distanciamiento social será la norma, si las grandes aglomeraciones serán sinónimo de riesgo inminente para la salud, si estar más tiempo en las casas y menos en los lugares públicos sea ‘lo nuevo normal’?
Una visión razonable –pero sobre la cual no se habla– es un freno a la urbanización global. Al distanciamiento social se suman algunas ‘microtendencias’ que podrían generar este efecto: el gran impulso al teletrabajo y la educación virtual que se ha dado con el comienzo del confinamiento –en muchos casos, ‘a los trancazos’, como se dice en Colombia–, nuevas necesidades sicológicas y sociales como el temor a la multitud, el deseo de ‘paz mental’ y de acercamiento a la naturaleza y a una vida más sostenible –incluso con huertas caseras–, e incluso cambios económicos, como la caída de ingresos de millones de personas, que las pueden llevar a buscar propiedades más económicas.
No suena descabellado. Pero, del otro lado, la Tecnología, la Innovación y la Ciencia pueden hacer que las ciudades cumplan esa promesa de ser inteligentes, lo que implica que los ciudadanos estén más seguros, se transporten mejor y, en general, tengan un mayor bienestar. Ciudades y Comunidades Inteligentes podrían compensar lo que las ciudades pueden haber perdido con la pandemia, y seguir haciendo atractivo el paso del campo a la ciudad.
Y la tercera megatendencia, la industrialización, a simple vista no parece tan propensa a acelerarse –como la digitalización– ni tampoco a frenarse –como la urbanización–. Como lo decía Tania Cosentino, de Schneider Electric –antes de la pandemia–, “la producción industrial crecerá significativamente, y ese fenómeno tendrá gran impacto en los desafíos energéticos y ambientales. La previsión es que el consumo mundial de energía industrial doble hasta 2050, elevando demasiado los niveles de emisión de gases de efecto invernadero en la atmósfera”.
El reto en cuanto a la industrialización, independientemente de si se acelera o se frena, seguirá siendo transformar las industrias y volverlas más sostenibles –económicamente y con el planeta–. En este especial de Impacto TIC analizaremos, en detalle, los desafíos de distintos sectores y verticales de negocio, desde la economía y el gobierno hasta la educación, la salud, los espectáculos públicos y el deporte.
La nueva normalidad, pues, será todo, menos normal.
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