Todo sobre Felix Riaño, el ganador del CPB que sabe todo sobre pódcast – Entrevista

Publicado el 23 Feb 2022

Felix Riaño

Casi 2 semanas después de haber recibido el Premio del Círculo de Periodistas de Bogotá al mejor pódcast del año, gracias al trabajo ‘Carrera espacial latinoamericana’ (un programa transmitido en el espacio ‘El siglo 21 es ahora’), a Félix Riaño todavía le da un poco de pena… No es que se avergüence ni que no lo crea, sino que todavía –dice él– no tiene el entrenamiento suficiente para ganarse un premio, sentirse contento y celebrar. No sabe si será un síndrome del impostor que lo afecta o si simplemente es que la modestia le impide disfrutar a plenitud la estatuilla que ahora tiene en su poder.

Escritor, locutor, profesor, productor musical, Félix Riaño estudió Comunicación Social, pero no hizo el énfasis en periodismo, sino en educación radial; su diploma dice, de forma errada, que lo hizo en comunicación organizacional, pero solamente es un hecho para el anecdotario: él sabe qué fue lo que estudió y le saca el máximo provecho posible.

Aparte lo que que le enseñaron en la universidad, lo que sabe del oficio lo ha aprendido durante los 2 últimos años, en los que su trabajo con ‘El café de la mañana’ lo ha obligado a empaparse más de periodismo. Pero todavía le cuesta trabajo asimilar la idea de haberse ganado un premio del CPB, a pesar de que es un referente nacional en el ambiente de los pódcast –la categoría en que fue galardonado–. Félix Riaño es autor del libro ‘Todo sobre pódcast’ y hoy es director de Pódcast de Caracol Radio.

Los nuevos formatos (¿medios o tecnologías?, la discusión está sobre la mesa) adquieren un papel cada vez más destacado en el mundo del periodismo, y galardones como el CPB reconocen esta realidad, aunque productores y audiencias todavía tienen un camino largo por aprender en el aprendizaje sobre ellos y sobre el consumo de información.

Impacto TIC habló con Félix Riaño sobre su premio, sobre la evolución de los pódcast y sobre periodismo, en una conversación de esas en que irse por las ramas resultó un ingrediente ameno y un valor agregado para aprender más cosas. Esto fue lo que compartió con nosotros y con nuestra audiencia.

Empecemos por lo obvio. ¿Cómo conoció el mundo del pódcast y cómo se involucró en él?

Yo empecé de la forma más colombiana posible, o sea con Emule, descargando canciones ‘no oficiales’. Y entre la descarga de canciones encontré unas cosas de Edgar Alan Poe… Descargué eso y descubrí que era un programa de radio de España, que alguien había capturado y había subido en archivos a Internet… ¡y era interesante! Era un dramatizado o lecturas –radiodramatizados–, y descubrí que venía derivado de un programa de misterios (no de esoterismo, sino misterios de ese tipo, de Poe, de [H. P.] Lovecraft y todo eso).

Fíjese que, curiosamente, yo a Lovecraft lo descubrí por audio. Yo no lo leí, sino que lo escuché… primero lo escuche. Ya después uno dice “¿cómo así?”… y encuentra uno a Lovecraft y se da cuenta de que esos relatos están chéveres. Entonces yo descargaba esas grabaciones españolas y las pasaba, con el mismo sistema de lo que pasaba con iTunes y los iPod. Pero yo lo descargaba a un teléfono Sony Ericsson –ya cuando tuve para un teléfono Sony Ericsson – Walkman– y ponía eso y lo oía en el TrasnMilenio… Ya había TransMilenio, o sea que no hace tampoco tantos siglos.

Entonces yo oía eso en el bus y ahí había descubierto, sin saber qué era lo que estaba pasando, la misma lógica que mueve el pódcast. Ya cuando tuve para conseguirme un Android, como 15 años después, empieza uno a descubrir las aplicaciones, y dice “¡Waaa! ¿Y yo puedo grabar aquí mismo?”.

Eso fue lo que le sucedió como audiencia. ¿Pero en qué momento decidió producir sus propios programas? ¿Cuál fue el primero que grabó?

Cuando ya tuve Android y descubrí aplicaciones; creo que la primera que vi fue SoundCloud, que en esa época tenía algo que perdió, que era un botón de grabar; después vi que Spreaker –que ahora lo dividieron en 2 aplicaciones– tenía también el botón de grabar. No entiendo cuál fue la razón que los llevó a separar la escucha de la grabación; en SoundCloud simplemente ya no se puede y en Spreaker hay 2 aplicaciones, una para grabar y otra para oír. Pero empecé a encontrar contenidos que no obedecían a la lógica de la radio que yo había aprendido.

Y eso me pareció muy interesante, había cosas realmente novedosas que ‘descrestaban’. Pero el primer pódcast que hice fue para Radiónica. Me presenté a una licitación pública para producir un programa; decía “programa y pódcast”, y yo me pregunté “¿qué es esa vaina de pódcast?”. Entonces diseñé un programa que era programa y que se podía repetir después, que se iba a colgar en Internet. ¡Y yo juraba que ya había hecho un pódcast!; luego descubrí las aplicaciones y me di cuenta: “Ah, caramba… esto se consume de otra manera”.

Al experimentar me di cuenta de todos los errores que había cometido. Que la radio es instantánea, es simultánea, es local, y que los pódcast no: son de consumo diferente. Y empecé a entender, y en el entender empecé a probar: ensayemos.

Primero hice un pódcast de lecturas. Pensé: “Pues yo soy locutor, tengo que entrenar, tengo que practicar”, entonces empecé a leer cosas; pero hacer una lectura es contenido ajeno, entonces pronto empecé a pensar “ah, caramba, pero y eso qué”… Y luego, al tener una aplicación en el teléfono, empecé a grabar imitando a un español que tiene un pódcast que se llama Emilcar Daily, que todos los días grababa hablando de tecnología, de cómo utilizar un iPhone.

Yo ya tenía el iPhone y empecé a explorar cómo utilizar la aplicación de pódcast, y encontré que alguien ponía cómo utilizar los aparatos de Apple; él hablaba sobre eso mientras iba para el trabajo. Aprovechaba un tiempo que era el desplazamiento hacia el trabajo. Y pensé: “Me gusta ese formato, pero le voy a hacer algunos cambios”. Porque oí que él se disculpaba cuando sonaba un ruido y explicaba que grababa por la calle mientras iba caminando para el trabajo. Y pensé: “El formato está buenísimo, pero si fuera yo, no me disculparía por los ruidos; más bien los compartiría”. Y ahí surgió lo que hoy es ‘El siglo XXI es hoy’, que ya va por décima temporada… y ha pasado agua bajo el puente.

¿Qué formación tiene Félix y de qué manera ha influido en su desarrollo en el mundo de los pódcast?

Yo creo que influyó muchísimo más de lo que yo me imagino, porque a uno le preguntan “¿y usted qué estudió?”, “comunicación social”. Y luego me decían periodista, y yo durante mucho tiempo no me he considerado periodista. Llevo un par de años trabajando en un pódcast que me ha obligado a entender de periodismo, que es ‘El primer café’ y que ha sido una escuela grande para identificar cosas que aprendí en la universidad.

Pero además, en la universidad para ser periodista realmente había que tomar el énfasis, no solamente estudiar comunicación; creo que básicamente lo que me enseñaron fue recepción activa, a entender cómo funcionan los medios y a asumir una posición crítica frente a ellos, que me permite identificar qué sí apoyo, qué no apoyo, qué me gusta, qué no me gusta de los medios, y a soñar que haría yo distinto si tuviera la oportunidad. Qué nuevos errores, qué nuevas metidas de pata cometería yo que no fueran las mismas que ya están cometiendo los que están allí… porque uno siempre se jura que todo le saldría perfecto, pero vaya inténtelo. 

No hice el énfasis de periodismo, sino que yo quería aprender de radio, entonces hice uno de comunicación educativa (porque no había de radio); ahí todo apuntaba a televisión educativa, y yo ‘jodí y jodí y jodí’ hasta que logré armar un ‘parchecito’ y nos abrieron radio educativa. Y me influenció tanto que cuando tuve la oportunidad de trabajar en radio como locutor, siempre tuve algo que me hacía sentir insatisfecho con lo que estaba haciendo.

Y yo creo que tiene que ver con que a mí me prepararon para comunicación educativa, para radio educativa, y ninguna de las radios que yo hice estaba siendo realmente educativa. Era de entretenimiento y de información; y en medio del negocio –que no critico– había algo que me quedaba faltando. Y en últimas, yo hoy a la vuelta de los años pienso que lo que he hecho en pódcast ha sido fusionar todo lo que había aprendido de todas las cositas, y meterlas en una sola receta y ponerle una pisca de cada vaina; pongo técnicas de grabación (que aprendí trabajando con música, porque en algún momento quise ser músico), conceptos de periodismo, un propósito educativo, pero mucho de entretenimiento.

Entonces, al final, lo que hoy creo (que no estoy seguro), es que lo que yo hago es… he tratado de definirlo así: Tecnología, ciencia y entretenimiento, todo mezclado.

¿Por qué tecnología? Porque yo establecí que si estaba haciendo pódcast, en realidad mi canal era tecnológico, y la gente que me va a recibir necesariamente es gente tecnológica. Cuando empecé a hacer pódcast y a querer promoverlos, vi que había personas que querían hacer pódcast y se enfrentaban al dilema de cómo promoverlos y cómo enseñarle a la gente a oír pódcast. Y yo pensaba: “¿Para qué quiero enseñarle a la gente a que oiga pódcast”. Eso es una actitud que, al menos en mí, habría sido prepotente. Pero yo sí puedo enfocarme en a quién le voy a hablar: le voy a hablar a la gente que está utilizando tecnología para escuchar. Entonces dejé de intentar convencer a la gente de que oyera pódcast y pensé en enfocarme en los que ya los están oyendo. Tecnología. 

Lo de ciencia para mí es reciente y me llevó a ganar el premio, porque empecé a sentir que la tecnología, que era tan apasionante, se quedaba un poco hueca, se quedaba un poco en mercadeo (compre esto, compre esto). Y luego pensé: “Espera, hay tecnología que no es comprable y no por eso es menos meritoria, no por eso es menos interesante”. Entonces descubrí temas como por ejemplo los satélites. ¡Más tecnológico que un satélite, eso es jodido! Pero yo no voy a venderle el satélite a nadie.

Y el entretenimiento es el tono, y es que si lo que yo estoy diciendo no es entretenido, pues ni para qué me esfuerzo en decirlo.

Nos cuenta que su mayor acercamiento al periodismo lo ha tenido en los últimos dos años. En un momento en el que mucha gente cree que ser periodista se reduce a tener la posibilidad de publicar mensajes de forma masiva, ¿cómo ve el periodismo?

Está en un panorama muy abierto de la participación ciudadana a la que todo el mundo, a partir de tener un teléfono celular inteligente conectado a Internet, puede producir contenido. Y eso claro que lleva a la democratización; pero la democratización incluye que todos pueden, pero hay una responsabilidad de elegir. Entonces hay un déficit.

Nos enfrentamos a una explosión de muchos contenidos, con déficit de preparación del público para elegir entre los contenidos, para comparar, contrastar y elegir las fuentes que va a seguir.

Entonces lo que me sale es la formación de cosas que me quedaron de la universidad, pensando en recepción activa, que en ese momento sonaba superraro… ¿cómo así que a la gente le tienen que enseñar a ver televisión? ¿Luego eso no se prende y ya? ¿Cómo así que a la gente le tienen que enseñar a leer la prensa? ¿Luego a leer no se aprendía en primaria?

Y eso sigue existiendo y hay muchísimas cosas en las que estamos en déficit porque no existe la preparación para poder discernir, para –esta frase me la aprendí en décimo– elegir entre 2 bienes o más, el mejor. Y recuerdo que el profesor de filosofía decía que si uno va a elegir entre una cosa buena y una mala, pues es fácil; eso simplemente no es elegir. Lo ‘jodido’ es elegir, tomar decisiones. Y ahí no estamos preparados.

¿Qué le ha aportado el periodismo a su labor en el mundo de los pódcast?

Ha mejorado en el sentido de que tengo más noción de lo que puede considerarse la prudencia. Cuando alguien habla de periodismo suele ser dentro de una posición subjetiva en la que existe la voluntad de “quiero que los medios digan lo que yo quiero que digan”, y eso está exacerbado en las redes sociales, cuando uno se rodea de círculos que dicen lo que uno quiere que digan, simplemente porque cuando alguien dice algo que uno no quiere oír o leer, uno lo bloquea. Entonces se va volviendo una comunidad de refuerzo del mismo pensamiento y eso es cómodo, es agradable; pero en caso de que sea equivocado, cierra las puertas para salir de las equivocaciones.

¿El pódcast es un formato de jóvenes, para jóvenes, o está más orientado a mayores nostálgicos de la radio?

Hay varias apreciaciones que resultan erróneas y son errores que he descubierto, errores de atribución, como dicen. Uno cree que eso va a ser así y luego constatando resulta que no. Y todavía los que faltan por descubrir, los que yo no he descubierto y los que el mundo no ha descubierto. Montones de errores que pueden quedar en evidencia por los datos.

Una de esas cosas que yo creo que son errores es que el pódcast es para jóvenes. Porque de lo que me he dado cuenta es de que el hecho de que sea narración de audio parecería no enganchar tan fácil con personas jóvenes que son más visuales, porque tienen más tiempo y buscan estímulos más impactantes, que requieran de 2 sentidos.

Y entonces, creo hoy –yo no sé mañana, pero hoy creo– que las personas jóvenes prefieren TikTok o Instagram. Se cree que está bajando Youtube, pero se mantiene y logra acomodarse y moldearse. Pero el video ha sido rey durante ya un par de décadas y el audio siempre ha estado ahí, pero ahora se hace más notorio.

Y las personas que oyen pódcast o que oyen otros tipos de contenidos, en realidad, según las estadísticas, serían mayores; no demasiado viejas, pero sí adultos mayores. Es como cuando al clasificar la música decían “adulto contemporáneo”, que quería decir “no tan cucho”, y básicamente corresponden a actividades que requieren dejar la vista libre. Personas que por su quehacer tienen que manejar, tienen que coger un bus, o sacan a pasear el perro, o meten la ropa a lavar y tienen que colgarla a secar, lavan la loza… todo eso que hacemos los adultos y que queremos entretenernos o aprovechar más el tiempo, por ejemplo aprendiendo de algo, pero que no nos toque mirar la pantalla.

Félix acaba de ganarse un premio CPB. ¿Cuál es la fórmula para hacer un pódcast exitoso?

Hay una oleada de moda para el pódcast, en la que el medio se pone de moda y hay personas que se entusiasman tanto que piensan que es una forma rápida y segura de obtener éxito barato. Y por barato me refiero a que costó poco, a que cuesta poco hacer un pódcast exitoso. Y eso es lo mismo como que uno le pregunte a Falcao “venga, es que usted vive bien de ser futbolista, ¿cierto? Y es fácil ser futbolista”. Y la respuesta va a ser que sí… pero que vaya y hágalo.

Entonces no existe una fórmula. O existe, pero como en las recetas, para prepararla se necesitan unos ingredientes; pero con que usted junte los ingredientes, ¿ya tiene el plato preparado? No. Usted necesita tener los ingredientes, pero también necesita instrumentos, herramientas, el lugar adecuado, y necesita también el conocimiento y la habilidad para preparar esa receta. ¡Y al final necesita incluso la buena mano, el secreto, el sazón!

Si usted pone a 3 personas diferentes con los mismo ingredientes, en el mismo lugar, con la misma receta, los platos van a salir diferentes. ¿Cuál es el plato bueno y cuál es el menos bueno? Eso depende de otra cantidad de condiciones en donde uno puede incluso citar la película ‘Ratatouille’, en la que lo que logra hacer que un cocinero pase de nivel es lo que despierta en sensaciones, en emociones.

Cuando uno piensa “pero lo que estaba haciendo era comida, ¿no?”, de regreso a la comparación con el pódcast uno diría “pero lo que estaba haciendo era un audio, ¿no?”. Sí… pero ese audio ¿qué significa para usted y para la gente que lo oye? ¿Y qué puede lograr con eso? ¿Transmitir información? Es que si no tiene información, no hay nada.

En otro ámbito, tengo una lucha personal con el entretenimiento, y yo hago entretenimiento. Pero es que usualmente cuando me dicen “es que yo tengo un proyecto que es de entretenimiento”, yo digo “pero es que entretenimiento es todo; que le digan a uno actualmente que algo es entretenido es… si no es entretenido, ¿entonces cómo pretende que yo acepte eso que me está proponiendo?“. Es como que me digan “lo invito a pasar un rato superagradable en una sala de tortura”. Mientras que si le dicen a uno “lo invito a cine”, que es muy entretenido”, bueno, sí… Pero ¿qué vamos a ver?

En muchas ocasiones, en el entorno del pódcast, vemos que el medio es tan atractivo –aunque para algunas personas no es un medio sino un formato, yo tengo ahí mi pelea–; decía que el medio se vuelve tan atractivo que… ¿el medio es el mensaje? No, creo que ya no… Creo que ya no basta que pongas cualquier cosa en un pódcast para que brille. Necesita más. 


Este es el pódcast con el que Félix Riaño ganó el Premio CPB.


¿Medio, formato, tecnología?
Un recorrido por la historia del pódcast, de la mano de Félix Riaño

Al preguntarle por la historia del pódcast, Félix Riaño toma aire y arranca… y sigue y sigue y sigue… y uno no puede dejar de oír esa mezcla de conocimiento y entusiasmo. Esto fue lo que nos contó:

El pódcast arranca siendo una grabación colgada en Internet. Una grabación de audio o de video. Al comienzo, en la aplicación Pódcast de Apple la gente podía mandar, por esa época, audios o videos a través de iTunes, pero había que tenerlos alojados en algún lado. Entonces realmente era un proceso muy ‘nerd’ en el que había que juntar muchísimos elementos tecnológicos. Y había gente que lo estaba haciendo y hacía un trabajo muy juicioso.

Lo chévere era que para el momento los equipos de Apple ofrecían no solo el hardware, sino también el software para hacerlo todo. Entonces, por aquella época una persona compraba un Mac –lo que pasa es que en Colombia no se conseguían los Mac oficialmente, no había distribución oficial, entonces los que los tenían, los tenían a costos altísimos (tras de que ya es caro, imagínese)–, que venía con Garage Band, por ejemplo, y ahí usted podía grabar un pódcast. Y entonces la gente lo ponía en un servidor, que podía ser su propia máquina, y darlo de alta en iTunes para que quedara disponible.

Y para oírlo, la persona al otro lado tenía que tener un iPod y conectarlo a iTunes, descargar, poner por un cable o escuchar en el computador. Cuando aparece el iPhone, todo eso se vuelve automático. Y no solo se encuentra el sistema de iTunes, sino que aparecen aplicaciones que ya lo pueden hacer todo mucho más rápido, de inmediato, y la gente puede grabar con un teléfono celular, colgarlo y oírlo con un teléfono celular.

Ese es el sistema que sigue funcionando. Al principio había video, pero el video se lo llevó Youtube, entonces la gente dejó de hablar de pódcast en video; pero recientemente se ha puesto de moda que muchas personas publican pódcast también en video y ¿donde lo publican? Pues en Youtube y en otras redes.

Y ahí empieza a ponerse un poco confuso sobre qué es pódcast, ¿la tecnología o el formato? Y uno podría responder “pues las dos cosas”. La tecnología es la que permite publicar cosas, pero el formato ya se ha ido haciendo reconocible. ¿Podría uno suponer que es algo similar a lo que pasó con las telenovelas? ¿Para ser una telenovela tiene que estar en televisión? En principio, sí. Pero ahora hay series, y pueden corresponder a la lógica del formato de telenovela, entonces se enreda un poco en dividir si es la tecnología que lo permite o el tipo de productos que se publican.

Subidas, bajadas y un nuevo momento de esplendor

Félix Riaño no se siente entrenado para ganarse un premio, sentirse contento y celebrar. Foto: Félix Riaño.

El pódcast ha tenido varias olas. La primera era muy tecnológica, muy asociada a Apple y muy de lo que los gringos llaman ‘dos hombres blancos en el sótano’ o en el garaje, que todavía queda bastante de eso. Digamos que los pódcast de Marc Maron o el mismo de Joe Rogan obedecen a ese concepto, pero han tenido años para crecer, evolucionar y solidificarse.

De ahí han venido campañas de compañías públicas y privadas para impulsar una democratización. Entonces ha habido cosas como que Google ha invertido bastante dinero en programas para llevar el pódcast a otros públicos, entonces creó el Google Podcast Creator Program, unido con una de las radios públicas, que es PRX. Es decir, no solo existe la National Public Radio (NPR) como radio pública en Estados Unidos, sino que son varias organizaciones de radios –yo diría semipúblicas–.

NPR se apalancó con un éxito muy grande de ‘This american life’, que era un programa de radio que se colgaba también como pódcast. De allí salió una vertiente que se llamó ‘Serial’, una serie que ya fue pódcast. (‘This american life’ era radio e Internet, radio y pódcast; en ‘Serial’ anunciaron la historia de una investigación sobre un asesinato, pero dijeron que iba ser un pódcast aparte, solo Internet). Y cuando eso empezó a acumular 4 millones de escuchas, 5 millones, 12 millones, entonces llamó la atención y se cree que funcionó muy bien para apalancar la salida de la crisis de NPR como agremiación de radios en Estados Unidos e institución semipública.

Entonces Google y PRX se juntan para hacer programas para promover el pódcast, darles becas a minorías, y dentro de esas minorías se entiende, digamos que si uno fuera muy reduccionista diría que todo lo que no sea ‘dos hombres blancos en un garaje’. Entonces buscan minorías étnicas en Estados Unidos, y dentro de eso clasifican varios emprendimientos hispanoamericanos y se empieza a labrar con el sistema de NPR inspirado en todo lo que se desarrolló en ‘This american life’ como formato narrativo.

Aparece Radio Ambulante en Nueva York, en español. Del programa de Google Podcast Creator se dispara un pódcast narrativo de Chile que es ‘Las raras’; el grupo Prisa en España decide entrar de lleno al pódcast con Podium como emprendimiento, y la última ola es muy impulsada por Spotify, cuando ajusta su modelo de negocio y decide no solo tener música, sino también tener pódcast, y entrar no a la música sino al audio.

Y con el impulso de Spotify se hace mucho más conocido por mucha gente, aumenta el número de programas, y hay más programas de todo tipo: de los buenos, de los malos, de los largos, de los cortos, de los que me gustan, de los que no me gustan, de los que se mantienen y de los que se queman.

Una de las cosas que revolucionan es que ya no se necesita ser masivo, sino llegar a un nicho y cumplir unos objetivos. Y los objetivos son tan diversos como las personas que existen. Alguien puede decir “mi objetivo es llegar a un millón de personas en Colombia”. Eso es masivo. Y otra persona puede decir “mi objetivo es llegar a 100 personas que compren cañas de pescar”. Es más fácil conseguir 100 personas que un millón, pero que compren cañas de pescar ya tiene un nivel de dificultad… y todo tiene un reto.


Imagen principal: Félix Riaño y Harry Cunningham (Pexels).

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Jaime Ernesto Dueñas Montaño

Periodista con énfasis en temas de tecnología, y con más de 25 años de experiencia en medios como El Tiempo, Pulzo y Enter.co. Colaborador en publicaciones de ciencia y tecnología.

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