El automóvil del futuro no vuela, pero sí apunta a transformaciones radicales en la industria

Publicado el 01 Feb 2022

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Durante la última década, pocas industrias han tenido una transformación tan radical como la automotriz. Además de avanzar y continuar innovando en un sector cada vez más competitivo, los automóviles también han cambiado como consecuencia de nuevas tecnologías y de regulaciones por parte de países y estados alrededor del mundo.

El empuje hacia una industria más limpia ha hecho que fabricantes y gobiernos ahora busquen una salida hacia energías renovables, lo que llevará al que tal vez sea el cambio más importante en la historia automotriz: pasar de motores de combustión a motores eléctricos. Si bien esto es un cambio radical de filosofía, la industria también ha debido adaptarse a tendencias como los vehículos autónomos y las nuevas redes de comunicaciones.

El automóvil del futuro tal vez no pueda volar, como en Blade Runner, pero avances actuales por parte de fabricantes y de empresas de tecnología están sentando las bases de lo que será la movilidad en la próxima década.

Mucho más que el gadget más grande

Desde hace algunos años, el sector automotor está participando activamente en el de tecnología. Si bien hace algunas décadas los automóviles solían ser principalmente analógicos y mecánicos, el paso hacia la digitalización también ha traído consigo cambios importantes. Los sistemas de audio digitales, por ejemplo, empezaron a cobrar relevancia, así como los sistemas de entretenimiento. Con el tiempo, ver pantallas digitales en un automóvil se ha convertido en una experiencia cotidiana, lo que también significa nuevas demandas para la industria.

Para Nicolás Olarte, gerente de posventa en Volvo Colombia, el auto moderno está muy por encima de lo que los usuarios esperaban hace algunos años. Elementos como techos corredizos, vidrios y espejos eléctricos o un sistema de sonido potente, que de por sí fueron tecnología de punta en su tiempo, ahora empiezan a parecer anticuados frente al rápido desarrollo de la industria.

Olarte recalca que hoy por hoy la tecnología en los automóviles se extiende mucho más allá de los sistemas de entretenimiento, y muchas ni siquiera se ve. “Hoy en día en los vehículos de Volvo tenemos un manejo más autónomo. Frenado automático [para prevenir colisiones contra] vehículos, peatones, animales grandes, ciclistas, y además de día y de noche”, dice.

Así como hace algunos años la industria llevó a que tecnologías como los frenos ABS se convirtieran en estándar, hoy la industria puede llegar a nuevos horizontes gracias a la incursión de elementos como la Inteligencia Artificial, Big Data y el procesamiento en tiempo real. Según Sebastián Rocha, director de BMW i Movilidad Sostenible, gran parte de la visión de la industria está en reducir la accidentalidad y hacer que los vehículos sean más seguros y convenientes para los usuarios. “Estos deben estar soportados en tecnologías como Blockchain y Big Data, entre otras, para asegurar el diálogo entre los automóviles con la red y, a través de la red, con otros actores viales”, recalca.

Pese a esto, el cambio más grande será sin duda la eliminación gradual de los autos con motores de combustión. Para Olarte, de Volvo, el vehículo eléctrico es el futuro de la industria. Esto no se debe solamente a una decisión de los fabricantes, sino también a presión por parte de los gobiernos para reducir la huella de carbono en una industria muy contaminante.

El futuro es eléctrico

Según las últimas cifras de ‘Our World in Data’, los vehículos de pasajeros generan el 45,1 % del total de emisiones de carbono en el sector transporte. Son seguidos por un 29,4 % emitido por vehículos de carga, para llegar a un total de 74,5 % de emisiones de carbono provocadas por los automóviles que manejamos todos los días. Esto representa un 15 % en el total de todas las emisiones a nivel global.

Tanto Volvo como BMW entienden que la evolución natural del automóvil está orientada hacia los vehículos eléctricos o híbridos. Esto, además de las razones éticas y ambientales, también porque muchos gobiernos han empezado a sentar fechas concretas para la prohibición de venta de automóviles con motores a combustión. En el estado de California, el año será 2035, y es el mismo que la Unión Europea también está contemplando.

Incluso con esa fecha ‘lejana’, hoy en día las regulaciones han llevado a los fabricantes a tener que regirse por normas cada vez más detalladas y estrictas para poner sus automóviles en el mercado. Estas restricciones en las emisiones fueron la causa por la que el grupo Volkswagen introdujo trampas en su software, en 2017, pera que sus vehículos fueran aprobados en las pruebas de emisiones.

Y es que el precisamente el software de los automóviles es un apartado que avanza a pasos agigantados. En este contexto, Olarte recalca que la estrecha relación que vemos entre la industria automotriz y la de tecnología ha sido beneficiosa para ambas partes. Mientras que las empresas de tecnología ven el potencial para escalar sus productos a plataformas mas grandes, la industria automotriz ve el potencial de implementar tecnologías de punta para mejorar la experiencia de movilidad.

Cuando hablamos de automóviles eléctricos, el software se ha convertido en una pieza fundamental. Empresas como Tesla se destacan no solamente por sus automóviles, sino también por la integración tan profunda que tiene a nivel de software, que los ha puesto por encima sus de rivales.

Una industria que piensa en filosofía

Mientras que la industria se adapta a cambios regulatorios y de emisiones, la relevancia del software también tiene una responsabilidad ética. En el pasado, los automóviles han evolucionado para integrar asistencias al volante y tecnologías para reducir los accidentes. Sin embargo, tanto el sector tecnológico como el automotor están buscando la misma meta: eliminar al conductor humano de la ecuación.

La promesa de compañías como Tesla y Waymo ha sido por años la de tener automóviles que se manejan solos y que hagan más seguras las vías. Según ellos, muchos accidentes ocurren por errores humanos, lo cual puede ser eliminado o reducido drásticamente si dejamos que los autos se manejen solos.

Sebastián Rocha, de BMW, recalca que este camino hacia la automatización está marcado por el aumento de las tecnologías a bordo para controlar el automóvil. Desde cámaras y radares hasta Inteligencia Artificial, tal vez ningún dispositivo tendrá tareas tan demandantes como el análisis segundo a segundo que requiere conducir a alta velocidad. “Se necesitan sistemas mecánicos de automoción para que los vehículos puedan rodar con seguridad en las diferentes vías del mundo, debidamente conectados a la red y con el objetivo de lograr el cometido de cero accidentes y cero víctimas por accidentes de tránsito”, recalca.

BMW i8. Imagen: Fernando Marques (Unsplash)

La proposición del automóvil autónomo tiene un gran potencial cuando todo anda bien, pero el verdadero problema está en qué pasa cuando anda mal. En el caso de que exista un accidente fatal en un carro que se manejaba solo, ¿quién es el responsable?, ¿el conductor o los fabricantes del vehículo? Tesla ya ha sido demandada por accidentes fatales con personas que utilizaban su tecnología autónoma.

Sin embargo, el tema se torna más espinoso cuando pensamos en escenarios hipotéticos, pero posibles y reales. En caso de que un niño se atraviese en la carretera y no haya tiempo de frenar, ¿debería el carro desviarse y potencialmente estrellar otros vehículos? En algunos casos, les estamos pidiendo a nuestros vehículos que decidan por nosotros qué vida vale más. La respuesta a esto no la tiene ninguna empresa, y de hecho ninguna industria la ha sabido responder ni implementar una solución que satisfaga las inquietudes éticas relacionadas.

La integración de todos estos sistemas automatizados y de la digitalización de los automóviles han creado también el hecho de que estamos ad portas de un cambio radical en la industria automotriz. Hasta cierto punto, los últimos 100 años de esta no serán nada como los siguientes 100 años.

Una verdad incómoda

Para muchos, el automóvil se ha convertido en un símbolo de libertad y de liberación. Sin embargo, los cambios en la industria significan que empezamos a ceder control frente a sistemas automatizados. Nicolás Olarte, de Volvo, explica que el cambio en paradigma en la industria significa también que vamos a perder, de forma inevitable, el sentido de tener control total sobre el vehículo.

Atrás quedarán tal vez las experiencias que conllevan manejar un automóvil para convertirse en un tema netamente de movilidad. “Eso se acabó. Ahora estamos pasando a un tema de movilidad de un punto A a un punto B”, explica. Puede que la imagen del automóvil como símbolo social y cultural esté en vía de extinción, y que la experiencia pensada para el conductor tienda a desaparecer.

Sebastián Rocha, de BMW, es más optimista al respecto, y explica que para compañías como BMW parte del reto está también en cómo traducir la experiencia de conducción a un entorno digital y eléctrico. Los motores de BMW han impulsado clásicos como el M3 E30 o el actual M240i, y la compañía cree firmemente que la experiencia y el placer de conducir seguirán vivos en las generaciones futuras, sin importar qué tipo de motor exista.

Olarte, de Volvo, también recalca que si bien algunos elementos dejarán de existir, otros nuevos surgirán. Los motores eléctricos no producen el sonido característico de uno a combustión, pero su torque los convierte en autos mucho más ágiles. La desaparición de la transmisión manual tal vez llevará a una experiencia de manejar más sencilla. Estos cambios, en principio, serán drásticos, pero según Olaya serán más aceptados a medida que se expanden en nuevas generaciones de vehículos.

Los automóviles tienen un significado distinto para muchas personas. Algunas los ven como movilidad, mientras que otros los ven como una pasión. Sin importar la visión, lo cierto es que la industria y los gobiernos se mueven con paso firme en un cambio de paradigma difícil de negar. Para bien o para mal, los automóviles están en un proceso de transición que los cambiará para siempre y en el que veremos la extinción del automóvil clásico para pasar al renacimiento de la industria. En palabras de Olarte: “Sacrificamos un tema y pasamos a otro, y eso va a pasar con muchas otras cosas. Es un cambio que viene y que no podemos detener”.


Imagen principal: Tyler Clemmensen (Unsplash)

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Sebastián Romero Torres

Filósofo de formación y geek empedernido. Amante de los videojuegos, la tecnología, la música y el espacio.

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