La mayoría de los países en el mundo no ha terminado de regular servicios digitales disruptivos tipo Uber, Netflix o Airbnb, y ya tienen algo nuevo ‘ardiendo entre sus manos’: pensar cómo van a reglamentar los productos alternativos que sugieren ahora la transformación total de las industrias manufactureras.
Las llamadas fábricas 4.0 son el paso natural de la Transformación Digital en los mercados. La necesidad de transformarse ya ha avanzado suficientemente en sectores como el financiero, al igual que en los de transporte, comercio y turismo. Todos, sectores relacionados con servicios. La transformación ahora también se mueve con fuerza a las industrias y a la manufactura, y urge ir pensando cuál será su reglamentación.
Los vehículos autónomos son un ejemplo de cómo la transformación se mete ahora en las fábricas y cómo los gobiernos tienen que prepararse para su regulación. La fabricación casera de productos utilizando la impresión 3D es otro caso de estudio al que ya se están viendo abocados varios gobiernos. Y otro ejemplo es el de IQOS, el producto con el que Philip Morris International (PMI) avanza en su propia transformación y el que seguramente arrastrará a un cambio total a toda la industria tabacalera. Sí, la polémica industria tabacalera.
Una mirada en detalle a lo que pasa con el IQOS muestra la dimensión del desafío que se enfrenta. En días pasados publicamos en Impacto TIC un artículo titulado ’Un mundo sin humo: la paradójica transformación que plantea la industria del tabaco’. Paradójica porque la propuesta de un mundo sin humo la impulsa precisamente la principal tabacalera en el mercado, y porque se trata de una propuesta que plantea desestimular el consumo del principal producto de esta industria (el cigarrillo) y remplazarlo por productos alternativos como el mencionado IQOS.
IQOS es en esencia un dispositivo que calienta el tabaco en lugar de quemarlo, lo que, según PMI, genera 90% menos químicos nocivos en comparación con los cigarrillos, aunque cabe aclarar que no se puede considerar un producto libre de riesgos. Para la configuración de este tipo de innovaciones, PMI dice haber invertido 15 años y 4.500 millones de dólares en investigaciones. Hasta el momento, el estimado es que casi 6 millones de fumadores adultos han hecho el cambio a IQOS y la ambición es que para el 2025 por lo menos 40 millones de fumadores de cigarrillos se hayan cambiado a productos libres de humo.
“Partimos de la base que la mejor cosa que puede hacer un fumador es dejar de usar nicotina y tabaco. La visión transformadora de PMI es construir un futuro con productos libres de humo, que son una opción mucho mejor que fumar cigarrillos”. Así explicaron a Impacto TIC el proceso de transformación los científicos e investigadores de la compañía ubicados en su planta de investigación y desarrollo en Neuchâtel, Suiza (lugar al que PMI invitó a periodistas de 8 países del mundo al evento Technovation).
El artículo, como era de esperarse, ha generado diversos comentarios en las redes sociales. A favor y en contra, las opiniones se dividieron entre quienes apoyan el nuevo rumbo disruptivo de la industria y quienes dicen que más que transformarse esta industria debería desaparecer de una vez por todas.
Más allá de las importantes consideraciones individuales y de qué tan sinceros o hipócritas se vean los anuncios de la compañía publicitando un mundo sin humo (polémica vigente en el Reino Unido), el gran debate que les espera a las autoridades reguladoras es cómo considerar estos productos alternativos al cigarrillo.
La opción de que puedan llegar a considerarse como ‘productos de riesgo reducido y que ayudan a dejar de fumar’ les podría abrir a las tabacaleras escenarios que con los cigarrillos ya se les han cerrado. Hay quienes creen que esta opción les permitiría colaborar con los gobiernos en la fijación de políticas públicas para ayudar a los consumidores de cigarrillos a dejar de consumirlos, impulsando, claro, los productos alternativos.
Por otra parte, está la posibilidad de cerrar completamente la puerta a los productos alternativos, imponiéndoles las mismas restricciones en publicidad y mercadeo, y las mismas cargas impositivas, pero con ello, en la práctica, condenar o por lo menos abandonar a su suerte a los millones de consumidores que no se plantean (no pueden o no quieren) dejar de fumar.
Por lo pronto, un primer panel de expertos convocado por la FDA en Estados Unidos a comienzos de este año rechazó las reclamaciones de PMI de que IQOS reduce el riesgo y el daño de fumar. “El panel estuvo de acuerdo con la afirmación de la compañía de que su cigarrillo sin humo reduce la exposición de los fumadores a los químicos dañinos, pero dijo que no había demostrado de manera concluyente que eso causaría menos daños y enfermedades”, informó en su momento el Washington Post. Y, mientras la discusión en Estados Unidos sigue abierta y se aportan nuevos estudios, hay otros países como Inglaterra y Japón que ya han sido un poco más receptivos a este tipo de productos.
El debate en el mundo apenas se enciende y será cuestión de estudios y de tiempo ver cómo los países estarán regulando los nuevos productos. Quizá, cuando empecemos a tener certezas de la regulación con la que vamos a convivir de una vez por todas con los servicios disruptivos (tipo Uber, Netflix y demás), vamos a saber cuál será el futuro de las fábricas 4.0.
[su_note note_color=”#668cff” radius=”5″]Este contenido fue desarrollado con apoyo de PMI, que no ha influido en el contenido editorial. / Entre Coltabaco SAS e Impacto TIC existen acuerdos comerciales a efectos de comunicar información factual y objetiva sobre innovación tecnológica.[/su_note]