Flores como astromelias, claveles o proteas, cultivadas en la Sabana de Bogotá, apenas son cosechadas van a cuartos fríos para ‘dormirlas’ y alargar así sus breves vidas, y que lleguen a sus destinos alrededor del mundo en el mejor estado posible. El viaje inicia en un camión refrigerado hasta los puertos de Cartagena o Santa Marta, donde son dispuestas en containers que mantienen la temperatura entre 2 y 4 grados centígrados, los cuales se acomodan como piezas de Lego en enormes buques que los transportan hasta el puerto de Roterdam en Países Bajos.
El control que se lleva de la temperatura y la humedad se hace a través de data loggers, sensores con forma de tarjeta de crédito que registran las variaciones a las que estuvieron expuestas las flores durante el recorrido. Esta información es muy útil para las empresas que hacen parte de la cadena logística de distintos productos, sin embargo, el acceso a estos datos no se da en tiempo real.
Como lo sabemos hace más de una década, la incorporación del IoT (en español, Internet de las Cosas) a la logística, a la industria y a la agricultura -integrada con aplicaciones específicas para las tareas requeridas- entrega datos en tiempo real que permiten tomar decisiones y ejecutarlas en el momento, como bajar la temperatura del container si se está pasando por una zona muy calurosa, o identificar desperfectos en los equipos que mantienen la cadena de frío que puedan producir daños a las flores.
Estas tecnologías funcionan por medio de LTE y 5G, con sus limitaciones de cobertura, o redes privadas e incluso satélite, por ejemplo, en oleoductos o campos petroleros ubicados en zonas alejadas que carecen de cobertura móvil.
Pero ahora se vislumbra un avance mayúsculo hacia la verdadera ubicuidad de las comunicaciones a propósito de las pruebas que la industria lleva a cabo para vincular las redes 5G de los operadores con las constelaciones de satélites LEO. Es decir, las flores cultivadas a las afueras de Bogotá estarían monitoreadas desde el cultivo hasta el puerto, por medio de la red de torres 5G y en el océano (o el aire) desde satélites que orbitan la tierra a baja altura.
De hecho, la semana pasada Telefónica Tech y Telefónica Global Solutions (TGS), junto a Sateliot, operador de telecomunicaciones vía satélite, anunciaron que prueban un servicio de conectividad con tecnología 5G Narrowband-IoT (NB-IoT) dual en el que se integrarán las redes satelital de Sateliot y de NB-IoT terrestres de Telefónica Tech, con el propósito de ofrecer conectividad a este tipo de dispositivos en zonas remotas, inclusive en el mar.
Esto es posible gracias al boom de proyectos que están desplegando constelaciones de satélites LEO (en inglés, Low Earth Orbit) -que orbitan a una altura de entre 500 y 1.000 kilómetros, casi 50 veces más cerca del suelo que los tradicionales satélites geoestacionarios-, como Starlink de SpaceX, Lightspeed de Telesat, OneWeb, Kuiper de Amazon, Orchestra de Inmarsat y Sateliot, con potencial para proporcionar Internet en toda la tierra a baja latencia y un buen ancho de banda, además de ser muy adaptables para distintas tareas, lo que abre una ventana para desplegar 5G Non Terrestrial Networks (NTN) por todas partes.
El primer paso es IoT, pues los sensores no necesitan mucho ancho de banda para transmitir las pequeñas ráfagas de datos que analiza un sistema de control central y, además, es un negocio que sin duda se monetizará en tiempo real.
Pero las pruebas ya incluyen teléfonos 5G. En pocas palabras: la posibilidad de alcanzar el acceso universal.
El gigante de los microprocesadores Qualcomm, Ericsson y la firma aeroespacial Thales probarán soluciones para redes no terrestres 5G basadas en satélite, enfocadas en los teléfonos inteligentes, con el objetivo de que cualquier persona que tenga un smartphone 5G se pueda conectar desde cualquier parte del mundo.
El papel de Ericsson será el de configuración de los equipos para manejar señales de radio y analizar su comportamiento en el vacío del espacio y la atmósfera terrestre; Thales comprobará la compatibilidad de los satélites, y Qualcomm proporcionará dispositivos de prueba para verificar que se pueda acceder a 5G NTN en futuros teléfonos inteligentes.
Por su lado, TGS y Telesat realizaron los primeros ensayos en América Latina de este tipo, en Brasil, donde probaron una variedad de aplicaciones a través del enlace de backhaul satelital, incluyendo la velocidad de carga y descarga y la transmisión de video.
Ahora bien, por más despampanante que sea una tecnología, esta debe estar al servicio de las necesidades de quienes la utilizan y así alcanzar economías de escala. Este estándar -promete- cerrar la brecha y alcanzar zonas que por razones de costos y bajo retorno se encuentran descubiertas o la conexión sigue siendo muy cara.
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