“Yo, Fulano de Tal, en pleno uso de mis facultades mentales, le prohibo a Facebook que use la información que publico en la plataforma…”.
Cuenta la leyenda que un par de veces al año se produce una avalancha de publicaciones en Facebook, usualmente motivada por cambios en las políticas de la plataforma (a veces viejos, pero que reviven por la magia de un post), en la que los usuarios le prohíben a la red social usar la información que comparten en ella.
Presumen de hacerlo en pleno uso de sus facultades mentales, a pesar de que esas mismas facultades mentales no los hicieron tomar la precaución de leer los términos y condiciones de uso cuando se registraron en la red social y le permitieron hacer todas esas cosas que ahora pretenden prohibir con una publicación en el muro. Reprobados en Ciudadanía Digital.
Es que el colombiano –y posiblemente el latinoamericano en general– es muy dado a comprar aparatos y empezar a usarlos sin leer las instrucciones, a firmar consentimientos sin entender lo que dice en ellos o a, precisamente, aceptar términos y condiciones sin tener claro lo que acepta y a lo que se compromete. Entonces se queja ante el fabricante porque el celular que no es resistente al agua se dañó cuando se cayó a la piscina, o ante el administrador del laboratorio clínico porque le quedó un morado en el brazo luego de que le sacaron sangre.
Claro, hay ocasiones en que la única opción es aceptar o aceptar. Si no, no le realizan el procedimiento médico, no puede usar la aplicación o no puede abrir una cuenta en la red social. Pero lo menos que debería hacer una persona es enterarse de los derechos que tiene, los deberes que adquiere o incluso los riesgos a los que se expone en cualquiera de las circunstancias para las que estampa su firma o hace clic en ‘Aceptar’ sin pensar en las consecuencias.
Hay que admitir que en ocasiones esta es una labor larga y dispendiosa. En especial cuando, por ejemplo, las instrucciones del electrodoméstico vienen en un español mal traducido de un inglés peor traducido de un original en chino mandarín. Pero la prueba de que es posible hacerlo es que las personas leen ‘de pe a pa’ las escrituras de los inmuebles que adquieren (largas, técnicas y aburridas como son y en la incomodidad de una notaría), porque con el techo no se pueden correr riesgos, ¿cierto?
Los términos y condiciones de las plataformas digitales también pueden ser largos y muy exhaustivos (llegan a niveles de detalle que un usuario no se imagina), precisamente porque la idea es blindarlas frente a la posibilidad de realizar acciones susceptibles de ser demandadas por los usuarios. De ser demandadas de maneras serias y consistentes, vale la pena aclarar; es posible que los departamentos legales jamás hubieran contemplado la posibilidad de que a un usuario pensara lograrlo mediante la publicación de una prohibición en su muro.
Y acá seguramente ni siquiera hay que ser especialista en temas legales. Basta simplemente con leer cuidadosamente los términos y condiciones, que en general están escritos en un lenguaje fácil de entender. Como el caso más común es el de Facebook, vamos a darle una mirada a lo que dicen las condiciones del servicio; no al documento completo, sino a los fragmentos que los usuarios deberían entender más claramente.
Así las cosas, en el capítulo 3, numeral 3, llamado ‘Los permisos que nos concedes’, dice textualmente: “1. Permiso para usar contenido que creas y compartes”.
Luego de algunas consideraciones relacionadas con la propiedad intelectual, que permanece en manos de los usuarios (pero que de todas formas hay que leer para entenderlas completamente), el párrafo que nos importa especialmente dice:
“En concreto, cuando compartes, publicas o subes contenido que se encuentra protegido por derechos de propiedad intelectual en nuestros Productos, o en relación con ellos, nos otorgas una licencia internacional, libre de regalías, sublicenciable, transferible y no exclusiva para alojar, usar, distribuir, modificar, publicar, copiar, mostrar o exhibir públicamente y traducir tu contenido, así como para crear trabajos derivados de él (de conformidad con tu configuración de privacidad y de la app). En otras palabras, si compartes una foto en Facebook, nos concedes permiso para almacenarla, copiarla y compartirla con otros (por supuesto, de acuerdo con tu configuración), como proveedores de servicios que usan nuestros servicios u otros Productos de Facebook que usas. Esta licencia caduca cuando tu contenido se elimina de nuestros sistemas”.
Hay que recordar que es imposible crear una cuenta en las redes sociales sin aceptar sus condiciones. Pero en este caso, el texto es claro al decir que todos estos compromisos están sujetos a la configuración del usuario, de manera que ante la duda, lo mejor que se puede hacer es darse un paseo por, leer, entender y aplicar las configuraciones que más se ajusten a los requerimientos de privacidad del usuario. En este caso, el famoso mensaje seguiría siendo inútil, pero por innecesario.
La aquí: Aprenda a configurar la seguridad y privacidad de sus redes sociales
Otra opción, que los usuarios parecen no considerar seriamente, simplemente es no compartir información que no les gustaría que cayera en manos de terceros. Y esto no solamente tiene que ver con los términos y condiciones de las redes sociales, sino con su propia seguridad.
A pesar de las constantes campañas que adelantan las empresas de tecnología, los medios de comunicación, las firmas especializadas en seguridad, las autoridades y las mismas redes sociales, las personas siguen publicando información que compromete seriamente su seguridad y la de sus familias. El caso extremo –aunque no poco probable– con el que la gente suele sacarle chiste a esta situación es el post que dice: “¡Nos vamos un mes de vacaciones! Les recomendamos la casa, que se queda sola porque en el barrio acaban de suspender el servicio de vigilancia”, acompañado por una foto en la que se ve claramente la dirección del inmueble.
La gente no parece entender las implicaciones de publicar fotos de sus hijos con sus nombres, usando el uniforme del colegio en que estudian o dando detalles que parecen inofensivos, pero con los que facilitan la labor de las personas que usan la ingeniería social como un mecanismo para engañar a sus semejantes con el fin de obtener beneficios económicos, extorsionarlos o cometer cualquier tipo de delito.
Hasta que el borrado los separe…
De regreso a las condiciones de uso, las redes sociales también se curan en salud al advertir que, si bien las licencias caducan cuando el contenido se borra, hay ocasiones en las que el borrado de esta información no es inmediato, o que en la red permanecen copias si otra persona utilizó dicha información en virtud de esas licencias (alguien más compartió sus publicaciones). Incluso, en la red pueden quedar copias del contenido que podrían ser usadas en eventuales procesos legales, por ejemplo. Haga de cuenta que la información que se pone en Internet es como un tatuaje: si algún día quiere quitárselo, no va a ser fácil.
Al hacer clic en el botón de aceptar condiciones, los usuarios también autorizan a la red para utilizar su nombre, foto del perfil e información sobre las acciones que realizan con anuncios y contenido patrocinado: “Por ejemplo, podemos mostrar a tus amigos que te interesa un evento publicado o que te gusta una página creada por una marca que nos paga para mostrar sus anuncios en Facebook. Solo se muestra este tipo de anuncios a las personas que tienen tu permiso para ver las acciones que realizas en Facebook”.
Pero las cosas no se quedan allí. Las avalanchas de mensajes suelen coincidir con cambios en las políticas de las redes sociales, para lo que también hay un blindaje: “Por lo tanto, es posible que, de vez en cuando, debamos actualizar estas Condiciones para reflejar con precisión nuestros servicios y prácticas. Solo implementaremos cambios si las disposiciones dejan de ser adecuadas o están incompletas, y si dichos cambios son razonables y tienen en cuenta tus intereses. Te enviaremos una notificación (por ejemplo, por correo electrónico o mediante nuestros Productos) al menos 30 días antes de modificar estas Condiciones, y tendrás la posibilidad de revisar los cambios antes de que entren en vigor, a menos que los cambios sean exigidos por la ley. Una vez que se implementen las actualizaciones de las Condiciones, quedarás sujeto a ellas si continúas usando nuestros Productos”.
Es decir, con haber aceptado una vez los términos y condiciones, el usuario acepta también los cambios que se realicen en estos por el hecho de seguir usando la plataforma. En serio, no hay forma de evadir los compromisos que se adquieren. Pero en un mundo en constante evolución, no solo los términos y condiciones de los sitios deben actualizarse para ajustarse a las regulaciones y a las nuevas dinámicas de uso, sino que los usuarios también deben estar al día en estas materias.
Lea aquí: Redes sociales 2020: un año de hacerles frente a sus propios retos.
¿Y ahora quién podrá defendernos?
La situación tiene sus puntos comunes con lo que hace una persona cuando va a comprar un alimento: si es alérgica al gluten, seguramente revisará la etiqueta para verificar que no tiene este componente. Pero si definitivamente le parece delicioso y quiere comprarlo, lo hará bajo su propio riesgo. El potencial de las redes sociales como mecanismos de interacción social, de promoción, de espacio para establecer redes personales y profesionales, para realizar negocios o para usos prácticamente limitados solamente por la imaginación las hace un escenario y una herramienta fundamental para sobrevivir en el mundo digital.
En ellas hay riesgos –como los hay en el mundo físico– que los usuarios deben aprender a manejar de la manera más conveniente y segura. Pero en lo que se refiere a los términos y condiciones de uso, leerlas y entenderlas es la mejor manera de saber cuáles son los deberes, compromisos y obligaciones que se adquieren al registrarse en ellas. Aunque el ejemplo de Facebook con que se ilustra este texto puede servir como base general, también es cierto que cada red puede tener particularidades que es necesario analizar. Por eso, lo mejor es revisar los términos y condiciones de la red de sus preferencias. Aquí están los de las más más populares:
- Facebook: Condiciones de servicio | Políticas de privacidad
- Twitter: Términos de servicio | Política de privacidad | Reglas
- Instagram: Condiciones | Privacidad
- LinkedIn: Condiciones de uso | Política de privacidad | Política de cookies | Política de copyright
- Youtube: Condiciones | Privacidad | Políticas y seguridad | Derechos de autor
- TikTok: Términos de servicio | Política de privacidad | Normas de la comunidad
Si encuentra en ellos algo como el gluten al que es alérgico, todavía tiene la opción de establecer contacto con la red para aclarar sus dudas; lo cierto es que sus expectativas deben estar claramente dimensionadas, pues no es realista esperar un cambio en las políticas de seguridad de un plataforma a partir de una única inquietud personal, salvo que fuera un vacío jurídico que se les había escapado a todos, absolutamente a todos.
Una vez acepte dichos términos para registrase, no hay publicación en su muro o en su línea de tiempo que lo libere de los compromisos que adquiere. Lo cierto es que si leyó bien los documentos, también tendrá claros los derechos que tiene. Y no sobra anotar que también están sujetos a términos y condiciones de uso otros servicios como las suscripciones a bases de datos de imágenes, alquiler o compra de aplicaciones, televisión por suscripción y acceso a Internet, telefonía móvil… en fin, prácticamente todo en el mundo digital, y cada vez más en el físico.
Las legislaciones locales y regionales cada vez se preocupan más por la privacidad de los usuarios, y las plataformas tecnológicas no son ajenas a las regulaciones, de manera que es muy poco probable que encuentre condiciones o políticas contrarias a ellas. Pero si no se siente completamente cómodo con esas políticas, puede hacer un uso más racional de las plataformas, en el que evite conductas que pueden exacerbar sus incomodidades o reparos.
Aquí puede encontrar información sobre la regulación colombiana en materia de protección de datos personales, así como sobre las reglamentaciones en otros países y regiones del mundo.
También está la posibilidad de no usar el servicio, pero tenga en cuenta que al cerrar la puerta también deja por fuera una gran cantidad de opciones útiles para el ejercicio de su Ciudadanía Digital, que pueden extenderse al mundo real. La verdad es que tener satisfechos a miles de millones de usuarios es difícil, de manera que siempre habrá que ceder en algo.
Y, a pesar de todo, existe la posibilidad de que, incluso si llegó al final de este texto, usted todavía prefiera no leer los términos y condiciones de los productos o servicios que utiliza. En ese caso, recuerde la máxima según la cual ignorar la ley no sirve como excusa para no cumplirla: también se aplica en las redes sociales y demás servicios digitales.
Está en libertad de hacerlo, pero solo debe recordar que la publicación en la cual usted le prohíbe a Facebook usar la información que usted comparte… bueno, cuando aceptó los términos y condiciones del servicio ya se lo había permitido, entonces realmente no le sirve de mucho. Mejor, emplee ese tiempo para revisar, actualizar y utilizar correctamente su configuración de seguridad, y para entender que hay cosas que simplemente no debería publicar en las redes sociales.