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El mercado móvil de Colombia ya es uno de los más concentrados del mundo



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Claro concentra en la actualidad el 61,5 % de los ingresos de Internet móvil mientras el nuevo jugador integrado tendría el 32 %. Hablar de un ‘duopolio’ ignora la asimetría histórica y desconoce la necesidad de contar con un operador que pueda disputarle a Claro en inversión, cobertura y escala. 

Publicado el 25 de sept de 2025



Consecuencias de la fusión Tigo y Movistar, ¿estamos ante un duopolio?

La revista Semana publicó recientemente una nota a propósito de un informe que advierte que la integración de Tigo y Movistar convertiría a Colombia en “el mercado más concentrado del mundo”. El estudio, elaborado por la firma Analysis Mason, auspiciado por WOM, plantea que la operación daría origen a un duopolio del 90 % en telefonía móvil, con consecuencias negativas para la innovación, los precios y la calidad del servicio.

Sin embargo, esta visión parte de una premisa equivocada. Colombia es uno de los mercados más concentrados de la región y del mundo, y la operación no crea esa concentración: busca corregirla para que la empresa resultante sea por fin viable.

Hoy Claro concentra el 61,5% de los ingresos de Internet móvil, con una rentabilidad por usuario que cuadruplica la de sus competidores. El resultado ha sido un operador dominante –denominado así por la Comisión de Regulación de Comunicaciones en 2013 y 2021–, que por su tamaño influye como una fuerza gravitacional que atrae la mayoría de los recursos, mientras los demás competidores acumulan pérdidas que superan los 3 billones de pesos.

La CRC ha elaborado durante más de una década múltiples diagnósticos sobre la posición dominante de Claro en el mercado móvil colombiano, reconociendo sus efectos distorsionadores en la competencia y en la sostenibilidad del sector. Sin embargo, esas advertencias rara vez han llevado a medidas correctivas de fondo.

Aunque durante todo este tiempo el regulador ha expedido disposiciones para reducir esa influencia, ninguna ha sido exitosa frente al peso estructural de la compañía que, incluso, ha logrado sostener precios más altos que sus rivales sin perder participación ni rentabilidad. El resultado es un mercado desequilibrado, donde el diagnóstico es reiterado, pero las soluciones regulatorias han sido tímidas, tardías o nulas.

Por eso, la integración Tigo-Movistar no elimina competidores, sino que construye un contrapeso. El nuevo jugador nacería con cerca del 32 % del mercado, poco más de la mitad de la cuota de Claro. Hablar de un ‘duopolio’ simplemente sumando porcentajes ignora esta asimetría y desconoce la necesidad de contar, por primera vez, con un jugador que pueda disputarle a Claro en inversión, cobertura y escala.

Tampoco es cierto que la operación ponga en riesgo a los operadores móviles virtuales. De hecho, la CRC ha demostrado que Tigo y Movistar son quienes han sostenido la competencia mayorista –como lo menciona la nota de Semana–, habilitando el 94 % del tráfico cursado por terceros.

Incluso WOM podría verse beneficiado de esta nueva configuración. Lejos de aislarlo, un mercado con un competidor de escala suficiente para disputarle a Claro obligará a este último a ser más agresivo en precios, cobertura y calidad, lo que abre oportunidades para que actores más pequeños también ganen espacio.

El debate sobre la integración de Tigo y Movistar no puede seguir reduciéndose a un conteo de operadores. La experiencia de los últimos años ya demostró que tener más jugadores no garantiza una competencia sana.

Colombia pasó de tres a cinco operadores de red y una decena de OMV, pero la estructura del mercado no cambió. El resultado durante todo este tiempo ha sido un ecosistema fragmentado y financieramente insostenible.

El verdadero reto para la Superintendencia de Industria y Comercio es comprender que esta integración no es un riesgo a prevenir, sino la oportunidad para equilibrar un sector estratégico, hacerlo sostenible y, en consecuencia, beneficiar a los usuarios.

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