El panorama laboral colombiano atraviesa una transformación acelerada, un eco de la disrupción pandémica y el avance imparable de la digitalización. En mayo de 2025, un mes propicio para reflexionar sobre el mundo del trabajo, el futuro cercano se perfila como un periodo definitorio. Los paradigmas tradicionales son reevaluados y emergen nuevas dinámicas que prometen tanto oportunidades como desafíos significativos. Las cifras recientes reflejan un mercado en movimiento: en Bogotá, el 64,2 % de las personas ocupadas contaban con empleo formal durante 2024, la cifra más elevada desde 2019, mientras que la tasa de desempleo en la capital descendió al 9,7 %, su nivel más bajo desde 2017. A escala nacional, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) reportó una tasa de desocupación del 9,6% para marzo de 2025, indicando una recuperación gradual pero constante del mercado.

Esta metamorfosis es impulsada por varias fuerzas convergentes. En primer lugar, la adopción tecnológica, especialmente de la Inteligencia Artificial (IA) y la mejora en la conectividad, está reconfigurando profesiones y procesos productivos. En segundo lugar, las preferencias de la fuerza laboral han virado hacia una mayor demanda de flexibilidad, autonomía y un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional¹⁰. Finalmente, la globalización del talento, facilitada por el trabajo remoto, abre las puertas a la colaboración transfronteriza y atrae a profesionales de diversas latitudes, como los nómadas digitales.
Si bien estas nuevas dinámicas laborales ofrecen un terreno fértil para el crecimiento, la innovación y la eficiencia, también exponen vulnerabilidades y retos cruciales para Colombia. La regulación de estas nuevas formas de trabajo, la adecuación de la infraestructura tecnológica a nivel nacional, la garantía de equidad en el acceso a oportunidades y, de manera fundamental, la extensión de una protección social robusta a todos los trabajadores, independientemente de su modalidad contractual, se erigen como los grandes desafíos en el horizonte.
La pandemia de 2020 no fue meramente un evento disruptivo aislado; actuó como un potente catalizador que aceleró tendencias preexistentes y forzó una reevaluación fundamental de cómo, dónde y bajo qué condiciones se trabaja en Colombia. La recuperación del empleo a niveles similares a los de prepandemia, junto con el auge de las discusiones y regulaciones en torno al trabajo remoto y la figura del nómada digital, no son fenómenos casuales. La necesidad impuesta por la crisis sanitaria derribó barreras culturales y tecnológicas que antes frenaban la flexibilidad, y ahora se están consolidando nuevas normativas y expectativas tanto de empleadores como de trabajadores.
Un análisis más profundo sugiere que la mejora en las tasas de empleo formal, particularmente en centros urbanos como Bogotá, podría estar parcialmente influenciada por la adaptación de las empresas a modelos híbridos y la atracción de talento que valora estas modalidades. Las empresas, en su esfuerzo por retener talento y mantener o incluso aumentar la productividad, han abrazado la flexibilidad.
Los datos recientes evidencian una clara preferencia por la flexibilidad. Un estudio de EY Colombia de 2024 reveló que un 90 % de los trabajadores colombianos prefiere un esquema de trabajo híbrido, con al menos 2 días de trabajo remoto por semana, una cifra que supera ligeramente el promedio latinoamericano del 87 %. Esta preferencia es respaldada por estudios globales con aplicabilidad en el contexto colombiano: un informe de McKinsey señala que el 52 % de los empleados a nivel mundial opta por un modelo híbrido, y la consultora Gartner proyectó que el trabajo remoto representaría el 48% de la fuerza laboral global en 2024.
No obstante, existen matices en estas preferencias. Una encuesta regional de Cornerstone correspondiente a 2024, citada por Tus Datos, indica que si bien el 63 % de las empresas consultadas en la región se inclinaría por modelos híbridos, un considerable 31 % preferiría la presencialidad total, y solo un 7 % el trabajo remoto completo. Curiosamente, este mismo estudio regional encontró que el 83 % de los trabajadores encuestados manifestó preferir la presencialidad, argumentando que la interacción con compañeros mejora el ambiente laboral y que la cultura organizacional se refleja mejor en un entorno físico, además de promover la creatividad.
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La reinversión de los espacios: Coworking y oficinas colaborativas
La transformación de las dinámicas laborales ha traído consigo una reinversión de los espacios físicos donde se desarrolla el trabajo. Los espacios de coworking u oficinas colaborativas, que ya venían ganando terreno antes de la pandemia, han emergido con renovada fuerza como una solución flexible y eficiente, adaptada a las necesidades de freelancers, startups, nómadas digitales e incluso de empresas consolidadas que buscan optimizar costos y fomentar la innovación.
El concepto de coworking surge como una manifestación de las tendencias colaborativas a nivel mundial, ofreciendo mucho más que un simple escritorio y una silla. Estos espacios se conciben como entornos dinámicos diseñados para fomentar la innovación, la colaboración y el desarrollo de negocios y emprendimientos. Su diseño y filosofía a menudo se inspiran en la remodelación de las oficinas de gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Microsoft, que transitaron hacia espacios más abiertos, informales y compartidos, integrando actividades de ocio y bienestar en el ambiente laboral, todo ello respaldado por infraestructura tecnológica de punta.
En Colombia, el sector de coworking experimentó un crecimiento acelerado en los siete años previos a 2021, concentrándose principalmente en las ciudades de Bogotá y Medellín. La pandemia representó un desafío inicial, con la cancelación de contratos y la incertidumbre generalizada que llevó al cierre de algunos negocios. Sin embargo, las proyecciones posteriores apuntaban a una notable recuperación y un crecimiento del sector de hasta el 10 % a partir de 2021, según un indicador de Coworker LATAM citado en un estudio de la Universidad Piloto de Colombia. Esta resiliencia sugiere una fuerte adaptación del sector a las nuevas realidades y una demanda sostenida por espacios de trabajo flexibles.
Actores como WeWork lideran este segmento, sumando más del 70 % del área total de espacios compartidos en Colombia, con 11 ubicaciones estratégicas. Sectores dinámicos como el fintech, las startups, la industria farmacéutica y los centros de BPO son los que más recurren a este modelo, buscando reducir costos fijos, optimizar recursos y, fundamentalmente, ofrecer a sus empleados la flexibilidad que demandan. Esta infraestructura atiende a más de 14.000 miembros activos, demostrando la robustez del modelo.
La inversión inicial para establecer un espacio de coworking puede ser considerable. Según Lady Rojas, representante legal de Seedspace Colombia, la inversión inicial aproximada puede rondar los 31 millones de pesos colombianos, lo que indica que, si bien es un modelo de negocio atractivo, requiere un capital inicial para adecuación de infraestructura y tecnología.
Según un estudio de mayo de 2025 de WeWork Latinoamérica y Page Group, el modelo híbrido es la principal tendencia de modelos de trabajo para el 59 % de los trabajadores colombianos, con una preferencia clara (60 %) frente al trabajo remoto (32 %) o presencial (8 %). Esta flexibilidad ha reconfigurado lo que los empleados valoran. Nicolás Sánchez, Gerente de Ventas de WeWork Colombia y Perú, explica el atractivo del modelo híbrido: “Con el modelo de trabajo híbrido, los colaboradores tienen un mayor control sobre su tiempo y entorno laboral, lo que trae múltiples beneficios como la reducción del estrés y una mejora en el bienestar emocional. Además, la opción de trabajar desde casa o en espacios flexibles permite ahorrar tiempo y dinero en desplazamientos, lo que contribuye a una mejor calidad de vida en general”.
El deseo va más allá. Un 73 % de los colombianos encuestados confiesa su interés en ser nómada digital, una figura que trabaja desde cualquier lugar. Hoy solo el 5 % lo practica, la expectativa es alta. Para Sánchez, este cambio es profundo: “Este cambio de mentalidad laboral no solo responde a las nuevas tecnologías, sino también a una búsqueda profunda de bienestar, autonomía y propósito personal”. Agrega que “Los trabajadores ya no están atados a un escritorio fijo. Buscan experiencias, calidad de vida y libertad geográfica, y espacios como WeWork se convierten en habilitadores clave para esa nueva forma de trabajar”.
Esta búsqueda de flexibilidad también es vital para el creciente número de freelancers y emprendedores (9.5% de los encuestados), quienes encuentran en los coworking la estructura y comunidad que necesitan sin perder su independencia.
Más allá de ser una solución temporal o de bajo costo, la pandemia y las nuevas dinámicas laborales están acelerando una redefinición fundamental del concepto de “oficina”. Los espacios de coworking están emergiendo como un “tercer espacio” laboral consolidado – un lugar que no es ni el hogar ni la oficina corporativa tradicional. Ofrecen un modelo de “infraestructura como servicio”, proveyendo espacios y amenidades bajo demanda. Esta flexibilidad es crucial para la agilidad que requieren las empresas modernas, permitiéndoles escalar sus necesidades de espacio físico de manera eficiente y sin los compromisos a largo plazo de los alquileres convencionales.
El inagotable universo de Freelancers
Paralelamente a la consolidación de los modelos híbridos y remotos dentro de las estructuras empresariales tradicionales, el universo de trabajadores independientes o freelancers en Colombia ha experimentado un crecimiento notable. Las estadísticas oficiales del Dane ofrecen una visión clara de esta tendencia. En su boletín de mercado laboral de enero de 2025, el Dane reportó que la categoría de ‘Trabajadores por cuenta propia’ constituyó el 41,0 % del total de la población ocupada a nivel nacional. Esto se traduce en 9.392 miles de personas, lo que representa un incremento de 617 mil individuos en comparación con enero de 2024. Adicionalmente, el informe general de empleo y desempleo del Dane indica que para enero de 2025, las relaciones laborales clasificadas como independientes crecieron un 7,9 % con respecto al mismo mes del año anterior.
Estos datos son de suma importancia, ya que cuantifican la magnitud del trabajo independiente en Colombia, demostrando que no se trata de un fenómeno de nicho, sino de una porción muy significativa y en expansión del mercado laboral. La categoría ‘trabajador por cuenta propia’ utilizada por el Dane es la aproximación más cercana que ofrecen las estadísticas oficiales para dimensionar el colectivo de freelancers. El crecimiento de esta modalidad laboral responde a múltiples factores, entre ellos la búsqueda de mayor autonomía y control sobre el propio trabajo, la especialización en nichos de alta demanda, las crecientes oportunidades que ofrece la economía digital global y, en algunos casos, como una alternativa frente al desempleo o a la rigidez de los esquemas de empleo tradicionales.
La Inteligencia Artificial y el trabajo flexible en Colombia
La tecnología, y en particular las herramientas digitales, son la columna vertebral que sostiene el trabajo remoto y colaborativo. Plataformas de comunicación, gestión de proyectos y colaboración en la nube se han vuelto indispensables. En este contexto, la Inteligencia Artificial (IA) Generativa está ganando terreno rápidamente. Según el estudio de EY Colombia, el 71 % de los trabajadores del sector de Tecnología, Medios y Telecomunicaciones (TMT) en el país ya utiliza o planea utilizar la IA Generativa en el próximo año, una tasa de adopción que supera el promedio global del 49 %.
La IA ofrece el potencial de automatizar tareas rutinarias, liberando tiempo para actividades de mayor valor agregado. Sin embargo, también plantea interrogantes sobre la posible pérdida de empleos de nivel inicial y la imperiosa necesidad de desarrollar nuevas habilidades en la fuerza laboral. El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, en un documento de discusión sobre IA, ha señalado que la automatización podría poner en riesgo entre el 22 % y el 40 % de los empleos en la economía colombiana, al tiempo que subraya la urgencia de cultivar nuevas competencias digitales y analíticas.
El híbrido es la Norma, el Nómada el anhelo

Los nómadas digitales suelen ser empleados remotos de compañías extranjeras o profesionales freelancers que operan por cuenta propia, utilizando las tecnologías de la información y comunicación (TIC) para desarrollar sus actividades. Sus motivaciones para elegir un destino son variadas, pero consistentemente incluyen la disponibilidad de una conexión a Internet fiable y de alta velocidad, un costo de vida que les permita maximizar sus ingresos (generalmente obtenidos en monedas más fuertes), una rica oferta cultural y natural, y, crucialmente, un marco migratorio que facilite su estancia legal. Ciudades colombianas como Medellín, Bogotá y Cali han ganado popularidad entre esta comunidad, ofreciendo una combinación de estos factores.
Estadísticas globales sobre el comportamiento de los nómadas digitales indican que una mayoría (66 %) prefiere establecerse en un solo lugar por periodos de 3 a 6 meses, lo que sugiere un impacto económico más sostenido en las comunidades locales en comparación con el turismo tradicional de corta estancia. Sin embargo, uno de los desafíos recurrentes que enfrenta este grupo es la dificultad para encontrar conexiones WiFi estables y de calidad, un factor crítico para su productividad.
Un aspecto interesante es la sinergia entre el nomadismo digital y la educación continua. La educación virtual se ha convertido en una aliada fundamental para estos profesionales, permitiéndoles adquirir nuevas habilidades, especializaciones o incluso completar programas de grado mientras mantienen su estilo de vida itinerante¹⁵. Esta capacidad de formación continua es vital para que los nómadas digitales se mantengan competitivos en un mercado laboral global y en constante evolución.
Consciente del potencial de este fenómeno, Colombia ha comenzado a desarrollar un marco legal para atraer y regular la presencia de nómadas digitales.
- Visa V para Nómadas Digitales (Resolución 5477 de 2022 del Ministerio de Relaciones Exteriores): Este es el principal instrumento legal vigente que facilita la entrada y permanencia de nómadas digitales en el país. La visa está dirigida a extranjeros que prestan servicios de trabajo remoto o teletrabajo a través de medios digitales e Internet, exclusivamente para empresas extranjeras, ya sea como trabajadores independientes o con un vínculo laboral. También aplica para aquellos que deseen iniciar un emprendimiento de contenido digital o tecnologías de la información que sea de interés para Colombia. Entre los requisitos clave para obtener esta visa se encuentran: demostrar ingresos mínimos equivalentes a tres Salarios Mínimos Legales Mensuales Vigentes (SMMLV) provenientes de fuente extranjera, y contar con una póliza de seguro médico con cobertura integral en el territorio nacional durante toda la estadía. Es importante destacar que esta visa no permite trabajar o desarrollar actividades remuneradas para empleadores o clientes colombianos. La vigencia de la visa es de hasta por 2 años. Esta regulación muestra una proactividad del gobierno colombiano para atraer a un segmento de profesionales altamente cualificados y con capacidad de gasto.
- Proyecto de Ley No. 412 de 2024 Cámara (PL 412-2024C): Buscando ir más allá de la simple facilitación migratoria, este proyecto de ley, actualmente en trámite en el Congreso de la República, tiene como objetivo establecer un marco regulatorio más completo para los nómadas digitales. Sus propósitos incluyen no solo regular la figura del nómada digital, sino también establecer estrategias para fortalecer las economías locales, desarrollar acciones para mejorar la conectividad urbana y rural, y difundir las modalidades de trabajo remoto y teletrabajo en el territorio nacional. El proyecto define al nómada digital como aquella persona extranjera que, residiendo en un lugar diferente a su país de origen y sin establecer un lugar de trabajo fijo, utiliza herramientas de las TIC para el desarrollo de sus actividades comerciales y laborales de forma remota. Entre las estrategias propuestas se encuentran el fomento del turismo en zonas con potencial para atraer a estos trabajadores, la inversión en infraestructura física y digital (incluyendo la adecuación de espacios públicos y la creación de zonas de trabajo colaborativo o coworking), el apoyo a emprendedores locales que puedan ofrecer servicios y productos a los nómadas digitales, la promoción de la cultura local, y la ampliación de la cobertura de telecomunicaciones, incluyendo redes 4G y 5G, así como programas de capacitación en TIC. El PL 412-2024C ha avanzado en su trámite legislativo, generando ponencias y debates en las comisiones correspondientes. Sin embargo, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público ha emitido comentarios señalando la necesidad de analizar cuidadosamente su impacto fiscal y asegurar las fuentes de financiación para las diversas iniciativas que propone, como la creación de un Registro Público de Nómadas Digitales y los programas de mejora de conectividad. Este proyecto legislativo es significativo porque busca crear un ecosistema más integral para maximizar los beneficios económicos y sociales de la presencia de nómadas digitales, al tiempo que se gestionan sus posibles impactos.
La llegada de nómadas digitales, si bien es promisoria, también plantea desafíos. Es necesario adecuar la infraestructura y los servicios en los destinos emergentes, no sólo en términos de conectividad, sino también en oferta cultural, opciones de alojamiento adecuadas y seguridad.
El impacto fiscal es otra consideración importante. El Ministerio de Hacienda ha puesto de relieve los costos asociados a la implementación de las medidas propuestas en el PL 412-2024C, como la creación del registro, la realización de estudios técnicos, el diseño de incentivos y, especialmente, las inversiones en conectividad. Además, es crucial clarificar el régimen tributario aplicable a los nómadas digitales.
Según la normativa actual, si un extranjero permanece en Colombia por más de 183 días durante un periodo de 365 días calendario, podría ser considerado residente fiscal y, por lo tanto, estar sujeto al impuesto sobre la renta por sus ingresos de fuente mundial. La integración cultural y social de los nómadas digitales en las comunidades locales es un aspecto que requiere atención. La llegada de personas con un poder adquisitivo potencialmente mayor puede generar dinámicas como la gentrificación o el aumento del costo de vida para los residentes locales. El PL 412-2024C busca “promover equilibrios económicos favorables”, lo que implica una gestión cuidadosa de estos posibles efectos socioeconómicos.
La regulación de los nómadas digitales en Colombia, a través de la visa existente y el proyecto de ley en curso, no debe verse como una política aislada. Por el contrario, estas iniciativas convergen y se alinean con esfuerzos gubernamentales más amplios orientados hacia la Transformación Digital del país y la mejora sustancial de la conectividad nacional, incluyendo el despliegue de redes 5G y la expansión de la banda ancha.
Esta convergencia es lógica: una infraestructura digital robusta es un imán para los nómadas digitales y otros trabajadores remotos, y, a su vez, la presencia de estos profesionales puede estimular la demanda local y justificar mayores inversiones en conectividad y servicios digitales innovadores, creando un ciclo virtuoso. No obstante, el éxito a largo plazo de la estrategia colombiana para atraer nómadas digitales y, de forma más general, para consolidar el trabajo remoto avanzado como motor de desarrollo, dependerá críticamente de la capacidad del país para superar la persistente brecha de conectividad rural y mejorar la alfabetización digital en los territorios más apartados.
La salud y el bienestar de los modelos de trabajo
La masiva preferencia por modelos híbridosy el consecuente aumento de la productividad reportado por algunas empresas coexisten, paradójicamente, con serios desafíos en términos de bienestar y salud mental de los trabajadores. Esta aparente contradicción sugiere que la implementación de la flexibilidad laboral en Colombia, aunque avanzada en adopción, aún se encuentra en una fase de ajuste crucial. Los beneficios de la autonomía y la eficiencia no siempre han ido de la mano de un soporte estructural adecuado por parte de las organizaciones, ni de políticas públicas suficientemente robustas para mitigar los riesgos psicosociales asociados. La transición hacia estos modelos, a menudo acelerada y reactiva tras la pandemia, no siempre consideró de manera integral aspectos como la ergonomía del puesto de trabajo en casa, la necesidad imperante de establecer límites claros para la desconexión digital, o el impacto potencial en la cohesión de los equipos y la cultura organizacional. Las alertas tempranas de la OIT y otros estudios sobre estos riesgos indican una brecha entre la adopción de la modalidad flexible y la madurez en su gestión integral.
El crecimiento del trabajo por cuenta propia, impulsado en parte por la búsqueda de flexibilidad y las oportunidades inherentes a la economía digital, podría estar gestando una “nueva informalidad” si este amplio segmento de la fuerza laboral no logra acceder a sistemas de protección social robustos y, fundamentalmente, adaptados a sus particularidades. La libertad y autonomía que caracterizan al freelance podrían, en ausencia de estos mecanismos, traducirse en una mayor vulnerabilidad a largo plazo, especialmente frente a contingencias como la enfermedad, la invalidez o la vejez. Este es un desafío estructural que se abordará con mayor profundidad más adelante.
La implementación de estos modelos no está exenta de dificultades. Se han identificado desafíos relacionados con la salud mental (agotamiento, estrés, ansiedad), la percepción de altas cargas laborales y la necesidad de disponibilidad constante , riesgos de ciberseguridad , y el potencial de generar sentimientos de aislamiento o exclusión. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha expresado preocupación por estos factores. El informe de Deloitte también resalta que las mujeres reportan mayores niveles de estrés.
El Desafío de la Protección Social en la era de la flexibilidad
La creciente flexibilidad laboral, el auge del trabajo independiente y la irrupción de nuevas modalidades como el trabajo en plataformas digitales, si bien ofrecen oportunidades, plantean un desafío monumental para los sistemas de protección social en Colombia y en toda América Latina. La adecuación de estos sistemas, diseñados en gran medida para un modelo de empleo tradicional y de larga duración con un único empleador, es una tarea urgente para evitar que la flexibilidad se traduzca en precariedad y desprotección para una porción cada vez mayor de la fuerza laboral.
América Latina y el Caribe enfrentan un “problema pendiente”: millones de trabajadores carecen de una cobertura de seguridad social adecuada. El modelo tradicional de Bismarck, basado en contribuciones obligatorias de trabajadores y empleadores formales, nunca se ajustó completamente a la realidad laboral de la región, caracterizada por altos niveles de informalidad. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), solo el 45 % de los más de 300 millones de trabajadores en la región está afiliado a algún sistema de seguridad social.
En Colombia, aunque la afiliación a la seguridad social es, en teoría, obligatoria para los trabajadores independientes que perciben ciertos niveles de ingresos, la realidad muestra que muchos permanecen al margen del sistema. Las razones son diversas: el costo de las cotizaciones, que deben asumir en su totalidad; la falta de una fiscalización efectiva por parte de las autoridades; y, en algunos casos, una percepción de que los beneficios a largo plazo no compensan el esfuerzo contributivo inmediato. La informalidad laboral general en Colombia sigue siendo un reto estructural, situándose en un 55,9% a diciembre de 2024 según datos del Ministerio de Salud en su Análisis de Situación de Salud (ASIS), aunque la OIT maneja una cifra del 48 % para América Latina en 2023. Esta alta informalidad impacta directamente la financiación y la cobertura de los sistemas de seguridad social.
En este complejo contexto, Colombia ha promulgado la Ley 2381 de 2024, conocida como la Reforma Pensional, que busca transformar el sistema de protección social integral para la vejez, la invalidez y la muerte de origen común. Esta ley, que entrará en pleno vigor el 1 de julio de 2025, tiene como objetivos centrales alcanzar una mayor equidad, ampliar la cobertura y asegurar la sostenibilidad financiera del sistema. Un cambio fundamental que introduce esta ley, y que impacta directamente a los trabajadores independientes que operan bajo contratos de prestación de servicios, es la modificación en la responsabilidad del pago de los aportes a la seguridad social. A partir de su entrada en vigor, las empresas contratantes (tanto públicas como privadas) serán responsables de descontar de los honorarios del contratista y pagar directamente los aportes correspondientes a salud, pensión y riesgos laborales (ARL).
Visiones del futuro sobre el Capital Humano y transformaciones laborales
Las principales firmas de consultoría global han identificado tendencias clave en la gestión del capital humano que resuenan fuertemente en el contexto colombiano:
- Deloitte, en su informe ‘Tendencias Globales de Capital Humano 2025‘, agrega el concepto de “estagilidad”, que describe la necesidad de las organizaciones de crear estabilidad para sus trabajadores como condición para poder avanzar con la agilidad que demanda el entorno actual. Otras tendencias destacadas incluyen la urgencia de recuperar la capacidad organizacional al reducir el “trabajo que interfiere con el trabajo” (tareas innecesarias o burocráticas), cerrar la creciente brecha de experiencia entre las habilidades que demandan las empresas y las que poseen los trabajadores (especialmente los que inician su carrera), y reconocer la revolución que supone la IA, lo que exige una propuesta de valor humana clara en esta nueva era. Finalmente, Deloitte subraya la reinvención del rol de los gerentes, quienes deben enfocarse más en el desarrollo de personas y el rediseño del trabajo, utilizando la IA como una herramienta de apoyo. Para Colombia, esto se traduce en la necesidad de construir entornos laborales que ofrezcan seguridad psicológica y desarrollo profesional en medio del cambio, mejorar la eficiencia operativa, abordar las brechas de habilidades (particularmente las tecnológicas) y transformar el liderazgo para la era digital.
- EY, en su estudio ‘Trabajo Híbrido e Inteligencia Artificial en Colombia 2024‘, confirma la alta preferencia por el trabajo híbrido en el país (90 % de los trabajadores) y la notable adopción de IA por parte de los profesionales del sector tecnológico (71 %). El estudio también resalta la importancia de que las empresas implementen modelos de compensación flexibles para atraer y retener talento, especialmente en un contexto inflacionario. La implicación para Colombia es clara: las empresas deben adaptar sus modelos operativos y sus estrategias de remuneración para alinearse con estas preferencias y con el impacto transformador de la IA si quieren mantener su competitividad en el mercado de talento.
- PwC, en su ‘Global Risk Survey – Capítulo Colombia‘, identifica la digitalización y el lanzamiento de nuevos productos y servicios como los principales motores de crecimiento para las empresas colombianas. Un dato revelador es que el 60 % de las organizaciones en el país ven la Inteligencia Artificial Generativa (GenAI) más como una oportunidad que como un riesgo. No obstante, persisten preocupaciones sobre riesgos estratégicos (geopolíticos, conflictos externos) y financieros (riesgo de mercado). Esto sugiere que, si bien hay optimismo en torno a la tecnología, su implementación debe ir acompañada de una gestión de riesgos robusta.
La reconfiguración del mundo del trabajo en Colombia es una realidad innegable en este 2025. Los espacios flexibles y la creciente autonomía de los trabajadores son manifestaciones de una economía digital en evolución y de preferencias laborales cambiantes. Sin embargo, la verdadera medida del éxito de esta transformación no residirá únicamente en el crecimiento de los metros cuadrados de coworking o en el número de nómadas digitales que visitan el país. Radica, fundamentalmente, en nuestra capacidad como sociedad para garantizar que esta flexibilidad no profundice las brechas de desigualdad, que la digitalización sea un motor de inclusión y no de desplazamiento, y que cada trabajador, sin importar su modalidad contractual, cuente con la red de protección social necesaria para afrontar los imprevistos de la vida. Es un llamado a la acción conjunta: empresas adaptando modelos, trabajadores empoderándose y un Estado que innova en sus políticas para construir un futuro laboral más próspero, equitativo y seguro para todos los colombianos.