Mayor agilidad educativa y una digitalización laboral flexible y de vanguardia son algunas de las cosas que Colombia debería aprender de la pandemia para no aumentar la brecha tecnológica con otros países. Así piensa Juan Garcés, gerente general de Intel en el país, quien en entrevista con Impacto TIC narró cuál ha sido el impacto del COVID-19 en el negocio del gigante de los microchips y destacó el crecimiento de áreas de negocio relacionadas tanto con el mundo del hardware como con el del software.
¿Cómo recibió Intel Colombia la llegada de la pandemia?
La pandemia nos trajo una marea de atención importante. El trabajo en casa, la educación en casa y hasta el ocio desde casa han generado una situación en la que muchos redescubrieron el PC. En los últimos años, el crecimiento de los celulares y la comunicación instantánea habían desplazado un poco al PC, pero con la pandemia, la gente se dio cuenta de que esta herramienta [el computador personal] es clave para las largas jornadas de trabajo y hay que tenerla al día.
También, debido a que un 90 % de los dispositivos –tanto de Internet de las Cosas (IoT, por sus iniciales en inglés) como los insumos de infraestructura (desde redes hasta datacenters)– corren sobre Intel, la pandemia generó para nosotros un aumento en los esfuerzos de trabajo. Gracias a nuestra tecnología, varias empresas colombianas empezaron a desplegar soluciones en medio de la contingencia. Un ejemplo fue Thalon, el robot autónomo, que ahora puede limpiar y desinfectar superficies, gracias a la inclusión de luz ultravioleta que aumentó sus capacidades. También apoyamos a otras soluciones empresariales como los Kioskos de Electronika, que permiten monitorear la temperatura y el aforo en establecimientos comerciales. Creo que las soluciones locales que usan nuestras tecnologías se han potenciado y han generado oportunidades para contribuir al desarrollo de tecnología en el país.
¿Qué papel cree que ha jugado Intel en materia de reactivación económica?
Desde Intel hemos trabajado en varios frentes. Durante estos meses, el Ministerio TIC citó a varias empresas de tecnología para preparar un plan de cara a la nueva normalidad. Estuvimos presentes y nos sentimos afortunados de participar pues pudimos traer nuestra experiencia, incluso con lecciones aprendidas de otros países, y compartir nuestras sugerencias en temas como educación, reactivación veloz y ayudas para los sectores productivos. La industria TIC ayuda y jalona a sectores que no salieron tan favorecidos de la pandemia.
Uno de los retos más grandes ha sido ayudar a que las grandes superficies se mantengan surtidas en estos momentos tan difíciles. Ante una demanda incremental, entramos a competir con el resto del mundo. Por eso, hemos trabajado con los fabricantes, con la logística, la comunicación… Situaciones como el Día sin IVA mostraron retos logísticos en Internet. Para nosotros era clave buscar ayudar y facilitar los procesos de compras online, porque había mucha gente poco familiarizada con eso, y cómo asegurar que lo que llega a las manos de los clientes llega en perfectas condiciones.
¿Qué lecciones aprendidas tienen para esta ‘nueva normalidad’?
Es curioso, porque un emprendedor, cuando hablamos de pequeñas empresas, está acostumbrado a vivir en medio del cambio. Como ese cambio ocurre tan rápido, él tiene que adaptarse; pero curiosamente, los emprendedores y las pequeñas empresas no están tomando en cuenta a la tecnología como un gran factor de cambio en su entorno de negocio.
Ese es uno de los grandes aprendizajes de esta pandemia, porque la tecnología no cambió sino que la tecnología fue la solución a ese cambio. Hay que enfatizar el mensaje de que empresas como nosotros están poniendo una cantidad de tecnología a su disposición para que hagan saltos cuánticos en productividad, ya sea en comunicaciones o en data center, para sacarles todo el provecho a los datos por medio de la Inteligencia Artificial.
Así mismo, algo importante es la flexibilidad. El colombiano tiende a ser muy rígido en la presencialidad. Lo que nos enseñó la pandemia es que podemos operar con una flexibilidad mayor y combinarla con tecnología para ser mucho más productivos. Flexibilidad y tecnología son claves para que la empresa pueda navegar mucho mejor los cambios que tiene el entorno continuamente. Es una lección que no ha sido tan evidente.
Para muchos existe el temor de que las cosas no vuelvan a ser como antes…
Hay otra gran lección de la pandemia y es que, a pesar de las dificultades y de que hay muchos empleos perdidos y muchas empresas no pudieron continuar, en este momento tenemos la oportunidad de no necesariamente recuperar de la misma manera los trabajos que se perdieron, sino más bien llevarlos a una Transformación Digital.
O sea, en vez de traer el mismo tipo de trabajo que ya tenía, ¿cómo acelero el tipo de Transformación Digital y doy un salto cuántico a partir del hecho de que el trabajo que antes estaba ya no está? Lo mejor sería montar las labores en la digitalidad porque, si no lo hago, en un futuro en el que –por ejemplo– la Inteligencia Artificial se haga más fuerte, ese trabajo puede desaparecer. Si me anticipo, puedo cerrar la brecha con otros países que son más competitivos y no tengo ese trabajo en riesgo. Esta es otra lección que puede llevarle al mercado, de cómo aprovechar este aceleramiento de la Transformación Digital puede ser benéfico para todos y para la productividad de las empresas.
¿Qué tipo de escenario podría facilitar la creación de empleos desde tecnología para que Colombia aproveche y cierre brechas con otros países más avanzados?
La realidad es que el gobierno ha dado pasos interesantes, como el plan para formar 100.000 programadores. Ese tipo de iniciativas son importantes, pero además de ellas debemos tener conciencia sobre el tiempo que conllevan esas habilidades.
Por ejemplo, hoy en día no necesariamente requerimos una inversión de dos o tres años en una universidad o en otro tipo de institución para lograr labores eficientes: la educación misma está avanzando.
¿Cómo partimos esas habilidades en partes mas accionables de forma que más personas las puedan asumir rápidamente? Esa es la pregunta clave, porque si esperamos a un ciclo universitario o a un ciclo formal completo de uno o dos años, habrá mucha gente formada, pero en el interín vamos a tener un hueco, que no se va a poder llenar, de necesidades empresariales. Creo que se podría dinamizar una poco el tema.
Otro punto interesante es que los dueños de empresa normalmente son personas que tienen una experiencia menor con la tecnología y eso hace que tengan muchas más dudas en invertir en la tecnología. Entonces, nosotros como industria, ¿cómo les ayudamos a los tomadores de decisiones a llevarles los beneficios de negocio de esa tecnología para que tengan menor resistencia a hacerla parte de su operación?
¿Y ustedes cómo están abordando el tema de la brecha tecnológica en Colombia? Es bonito decir ‘cambiemos de presencial a virtual’, pero hay una chequera en el camino hacia la Inteligencia Artificial.
Cuando estuvimos hablando con el Gobierno sobre esos consejos de cómo recuperarse en la pospandemia, iba un poco encaminado hacia eso.
Hay que entender un poco cómo ha sido la adopción de temas a nivel B2B en estos tiempos de pandemia. Como colombianos no estamos liderando el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Tendemos a creer que es algo como muy lejano a nosotros, pero lo que sucede es que puede aplicarse ese tipo de técnicas en problemas más pequeños, más acotados, sin tener que pagar millonadas. Eso no quiere decir que vayas a encontrar un científico de datos a la vuelta de la esquina, pero sí puedes resolver problemas localmente más acotados. Nosotros siempre decimos que la aplicación de la tecnología está al servicio de hacer los procesos de negocios más eficientes y no que tenemos que adoptar los procesos de negocios a la tecnología. Ella es un ‘destrabador’ del proceso de negocio; lo ayuda a fluir y no al contrario.
Nuestros empresarios, al mirar su operación, saben cuál es su cuello de botella. Una vez lo identifiquen pueden pensar en cómo aplicar estas tecnologías allí para que esas inversiones no sean tan extraordinarias, porque no es cambiar toda la empresa, es resolver un problema de negocios concreto, y eso le permite ser mucho más efectivo y tener mucho más retorno de la inversión.
Volviendo al tema del hardware, ¿cómo quedó la eterna rivalidad entre los PC y los dispositivos móviles con la pandemia?
Intel tiene la bendición, por los productos y la historia que tiene, de estar presente en el 75 % – 80 % de los dispositivos que están en manos de las personas y las empresas. Pero una forma de entender esta nueva tendencia es que cuando se atiende una tarea que se requiere por un corto plazo es muy fácil que el celular sea la mejor opción. Si estás leyendo un artículo en prensa o algo parecido lo toleras, pero cuando tienes que crear y cuando tienes que dedicarte a una tarea de análisis media hora, o una hora, el móvil ya deja de ser cómodo. Para una atención por largo tiempo, el computador es el dispositivo más adecuado y eso se lo enseñó la pandemia.
Al poner sobre la mesa la cantidad de videoconferencias, contenidos multimedia y sobre todo el famoso multitasking, le estamos haciendo más a las máquinas. Hay personas que creyeron que un solo computador en la casa era suficiente y en la medida en que la pandemia se desarrolló se dieron cuenta de que no.
¿Qué viene para la pospandemia? ¿Cómo van a ser los nuevos equipos, seguirán los precios tan altos?
Tuvimos una situación que sucedió en paralelo a la pandemia. Colombia es un país dependiente del petróleo y cuando cayó el precio del petróleo, el dólar subió. Con esta situación, cuando empezaron a llegar los embarques de nuevas importaciones de equipos de cómputo, con el nuevo precio del dólar hubo cambios.
En la medida que se estabilice el precio del dólar vamos a tener una estabilidad en los precios. Lo que estamos viendo, con todos los factores, no es buscar aprovechar la situación sino tratar de tener una oferta mucho más balanceada, mucho más acorde a lo que necesita el país, dentro de las restricciones que nos pone esa necesidad del dólar.