Al hablar de tecnología es muy común hacerlo también la necesidad que existe para que los entes regulatorios intervengan en un sector cada vez más importante para la sociedad. Pensemos, por ejemplo, en el ejemplo clásico de Uber, que cambió por completo la industria de transporte y que incluso hoy en día ha traído retos gigantes para que los gobiernos del mundo se adapten a los cambios que ha traído.
El caso de Uber se caracterizó por nacer tan rápidamente que los entes regulatorios de los gobiernos se quedaron muy atrás para poder modernizar e incluso crear nuevas reglamentaciones sobre su uso. La Inteligencia Artificial, sin embargo, se ha caracterizado por ser todo lo contrario. Si bien gobiernos e industria avanzan en la implementación de la IA, estos esfuerzos en muchos casos también han estado acompañados por una asesoría mucho más activa por parte de los gobiernos y entidades internacionales.
Para no quedarse atrás en el terreno de la IA, un campo importante en el presente y aún más en el futuro, algunas entidades regulatorias en Colombia han empezado a crear modelos que se conocen como sandbox. Su meta, más que plantear la pura regulación de tecnologías como la IA, es la de poder fomentar innovación y estar a la par de la industria privada.
La recuperación será digital o no será
Al hacer los balances de los efectos de la pandemia, es muy común escuchar que regiones como América Latina han vivido una aceleración gigante en términos de Transformación Digital. Ángel Melguizo, vicepresidente para Asuntos Económicos, Externos y Regulatorios de Vrio Corp. –anteriormente DirecTV Latin America– expresa que esta mirada positiva no concuerda con los datos mostrados. “América Latina en 2020 invirtió menos en telecomunicaciones que en 2019. Tenemos que revertir esta tendencia”, aseguró.
Melguizo aseguró que apenas en 2021 la región incrementó su inversión en telecomunicaciones en un 10 %, una cifra que palidece comparativamente frente a regiones como Asia, Europa o Norteamérica. Para el ejecutivo, la clave de la recuperación de América Latina después de Cóvid-19 será total, pero solamente si es una recuperación digital.
De todas las tecnologías que prometen cambiar el panorama digital, pocas han sido tan ampliamente mencionadas como la Inteligencia Artificial. En Colombia se han iniciado procesos por parte de las superintendencias para no necesariamente responder a sus avances, sino para que los marcos regulatorios evolucionen de acuerdo con las necesidades y prioridades de usuarios y empresas.
Precisamente por esto es que ha nacido el modelo de sandbox. “Los sandbox regulatorios son espacios seguros y controlados en donde organizaciones tanto públicas como privadas y reguladores colaboran para innovar”, explica Mónica Parra, economista sénior del Banco Mundial y moderadora durante el evento ‘Presente y Futuro de la Inteligencia Artificial en la región’, organizado por la Presidencia de la República.
Sandbox y uso proactivo
Parra explica que los sandbox funcionan como un mecanismo en donde participan tanto entidades reguladoras como empresas privadas para crear un ecosistema de mutuo entendimiento. Esto tiene el doble beneficio de preparar a las entidades reguladoras para una nueva tecnología y asegura a la empresa privada que su innovación se acoge al marco legal actual.
Parra explica que este tipo de ambientes se caracterizan por ser más flexibles, tener objetivos concretos y, en caso de tener resultados negativos, los riesgos son muy limitados. Este tipo de ambientes fomentan la experimentación por parte de las entidades reguladores, que en muchos casos pueden fijar marcos legales específicos al sandbox para evaluar sus resultados en un plazo determinado.
“Si vamos a ‘supervisar’ una suerte de tecnología, tenemos no solamente que entenderla o apropiarla, sino también adaptarla a nuestra propia realidad”, explica Andrés Barreto, superintendente de Industria y Comercio. El superintendente explica que no es cierto que tecnología y legislación sean 2 trenes con velocidades distintas, y que ecosistemas como el de su sandbox prueban que tecnología y regulación pueden ir de la mano y sin consecuencias negativas.
Barreto añade que la clave en este tipo de escenarios es la de crear una regulación que no asfixie la innovación. Muchas entidades reguladoras se encuentran en esa línea difusa entre una regulación que es efectiva pero que elimina la innovación y una que fomenta la innovación pero que poco regula. De hecho, en ocasiones la mejor alternativa es la de desregular tecnologías, dice el superintendente.
Siempre la innovación
Tal vez una de las metas más grandes de los ambientes regulatorios es el promover la innovación en ambientes controlados y con riesgos más reducidos. Una empresa privada, por ejemplo, puede proponer tecnologías que ponen de cabeza el marco regulatorio actual pero que benefician bastante a los usuarios sin que la empresa y los entres regulatorios entren al juego de gato y ratón de manera pública.
Este apartado de innovación es especialmente claro para el sector financiero en Colombia. Acá hablamos de un sector extremadamente regulado, pero cuyas reglas no deben tampoco impedir el desarrollo de nuevas tecnologías. Jorge Castaño, superintendente financiero, es enfático en decir que el sector financiero necesita de mucha innovación por parte de tecnologías como la Inteligencia Artificial.
La Superintendencia Financiera tiene activo desde 2018 su sandbox enfocado en pensar en cómo mejorar la inclusión financiera en el país. Recordemos que América Latina vivió un cambio gigantesco en 2020, cuando la banca digital tomó por sorpresa a muchos sectores de la sociedad. En Brasil, por ejemplo, el porcentaje de la población no bancarizada disminuyó en un 73 % –el más alto de la región–.
De la misma forma, acá en Colombia aplicaciones como Nequi, Daviplata, Rappi y la naciente Nubank se han convertido en herramientas para popularizar y democratizar el acceso a los servicios bancarios. En este contexto, el uso de los sandbox permite replicar y pensar éxitos como estos para proponer un sistema no solamente innovador, sino también altamente regulado y seguro para los usuarios. “Todos somos ganadores”, dice Castaño.
El ser humano debe estar en el centro
En últimas, sin embargo, tal vez la parte más importante de todo este ecosistema esvolver a poner a las personas en el centro de la ecuación tecnológica. Más allá de la legislación o de ganancias jurídicas y económicas, el componente más importante en los sandbox ha sido el humano.
Sergio Martínez, comisionado de la Comisión de Regulación de Comunicaciones, explicó que en muchos casos este tipo de ecosistemas incorpora sectores como el de la academia para poder escapar de la relación exclusiva entre reguladores y regulados. “No podemos seguir aplicando las reglas de hace 15 o 20 años. Acá hay agentes del ecosistema que nos aportan demasiado”, dijo.
Aunque pensados como un aparato regulatorio para fomentar la innovación, los sandbox también pueden servir como un espacio en donde la sociedad en general puede aportar de manera más directa en los marcos regulatorios que al final también van a afectar directamente su relación cotidiana con tecnologías como la Inteligencia Artificial.
Curiosamente, aunque pareciera que avances en la Inteligencia Artificial y tecnologías similares se salen del entorno humano, la clave para poder regularlas está en dejar de pensar en situaciones, entornos y ambientes abstractos para concentrarse netamente en el factor humano. En palabras de Ángel Melguizo: “Hay que situar al ser humano de nuevo en el centro de todo el desarrollo de la Transformación Digital y de la Inteligencia Artificial”.
Imagen principal: Tingey Injury Law Firm (Unsplash)