En un mundo marcado por crisis ambientales y el cambio climático, Colombia se posiciona como un referente regional con ambiciosas metas y estrategias sostenibles. El país busca reducir en un 51 % sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, un objetivo respaldado por un portafolio de 196 medidas que incluyen proyectos en transporte, energía y agricultura regenerativa.
A nivel global, tendencias del futuro del trabajo como la demanda de habilidades verdes, el auge de las finanzas sostenibles y el desarrollo de planes de transición basados en ciencia están redefiniendo las estrategias empresariales. La sostenibilidad ya no es solo un diferencial competitivo, sino una base para un impacto duradero que impulsa la acción climática y la protección de la biodiversidad.
Con iniciativas como las comunidades energéticas y un creciente interés por la integración de la biodiversidad en la economía, Colombia avanza hacia un modelo más sostenible. Estas son las principales tendencias que definirán la sostenibilidad en 2025:
1. Reducción de emisiones y la meta climática del 51 %
Colombia ha desarrollado un portafolio de medidas que abarcan la mitigación, adaptación y medios de implementación para alcanzar su objetivo climático. Entre las acciones destacan:
- Transporte sostenible: Ampliación de infraestructura y uso de combustibles limpios.
- Agricultura regenerativa: Recuperación de suelos y promoción de prácticas sostenibles.
- Reindustrialización: Modernización de procesos con enfoque en eficiencia energética.
Estas iniciativas no solo buscan disminuir la huella ambiental, sino también posicionar a Colombia como líder en desarrollo sostenible en América Latina.
Para lograr esta meta, el Gobierno ha lanzado la Plataforma País, algo similar al modelo del Plan Colombia, en cuanto su recaudación e integración de diferentes actores. La Plataforma País pretende movilizar más de 40.000 millones de dólares, con un 70 % proveniente de donantes internacionales, banca multilateral y empresas privadas. Este proyecto financiará la transición energética, la infraestructura de transporte sostenible y la conservación de ecosistemas, destacándose como un motor para la economía verde del país.
2. Las comunidades energéticas: Un modelo inclusivo y descentralizado
Con el objetivo de diversificar la matriz energética y fomentar el consumo responsable, las comunidades energéticas han ganado terreno en Colombia. Según Paola Santiago, cofundadora de Solenium, “las comunidades energéticas representan un avance importante para el país, siendo un paso crucial para la transición energética, logrando diversificar la matriz energética con la implementación de proyectos sostenibles, ampliando la capacidad instalada de fuentes de energía renovables y aumentando la cobertura del servicio. Además, fomenta la inclusión de diversos actores del país, incluyendo las poblaciones más alejadas y vulnerables”.
En 2024, 18.471 comunidades se postularon para proyectos de energía renovable bajo este modelo, respaldadas por el Decreto 2236 de 2023. La normativa establece las bases para su funcionamiento y prioriza proyectos con recursos públicos y cooperación internacional.
Santiago también resalta la importancia del consumo eficiente: “La transición energética no se basa únicamente en diversificar las fuentes renovables de energía, también es de vital importancia consumir este recurso de manera inteligente“.
4. La biodiversidad como motor económico
El panorama empresarial en sostenibilidad para 2025 se perfila con desafíos complejos y oportunidades transformadoras. Las empresas están adaptando estrategias para alinearse con un entorno global más exigente, regulaciones más estrictas y demandas crecientes de consumidores conscientes.
Con más del 50 % del PIB global dependiendo de servicios ecosistémicos como el agua potable y la polinización, la protección de la biodiversidad es crucial. En Colombia, esto incluye esfuerzos para restaurar ecosistemas y garantizar que actividades económicas clave sean sostenibles.
La inversión en estrategias de adaptación al cambio climático está ganando relevancia, impulsada por los efectos visibles de eventos extremos. Las empresas deben diversificar sus recursos en proyectos que mitiguen riesgos climáticos y aseguren la resiliencia.
5. Planes de transición y rendición de cuentas
Regulaciones emergentes exigen planes de transición basados en ciencia y mayor transparencia en la gestión sostenible. Las empresas deben integrar marcos de rendición de cuentas detallados en sus estrategias corporativas para mantenerse competitivas.
En este punto también entra la transparencia como pilar, pues la tendencia global se centra en combatir el greenwashing mediante la gestión responsable de la cadena de suministro.
6. Auge de las habilidades verdes en el mercado laboral
La demanda de talento especializado en sostenibilidad está superando la oferta, marcando una brecha crítica. Las organizaciones deben invertir en el desarrollo de habilidades relacionadas con sostenibilidad y fomentar un liderazgo transformador, enfocado en el crecimiento personal y sistémico.
La transición hacia una economía sostenible está transformando el mercado laboral en el mundo. Según el reporte ‘Global Green Skills’ de LinkedIn, los empleos relacionados con sostenibilidad han crecido un 8 % anual desde 2020. Sin embargo, persisten desafíos en la formación de talento verde, necesario para sectores como energía renovable, transporte sostenible y tecnología.
El futuro del trabajo está marcado por una transformación verde que demanda habilidades específicas para combatir la crisis climática. Actualmente, la tasa de contratación de talento verde supera en un 54.6 % la del resto del mercado laboral, reflejando una oportunidad única para quienes posean estas competencias. Sin embargo, la brecha entre oferta y demanda de talento verde se amplía rápidamente: entre 2023 y 2024, la demanda global creció un 11.6 %, mientras que la oferta solo avanzó un 5.6%. De no tomarse acciones inmediatas, para 2030 uno de cada cinco empleos carecerá de candidatos con habilidades verdes, y esta proporción podría duplicarse para 2050.
El desarrollo de competencias como la ‘adquisición sostenible’, que registró un crecimiento del 15 % en 2024, será esencial para acceder a nuevas oportunidades y cerrar estas brechas. Países como Estados Unidos e Irlanda ya evidencian un incremento notable, donde quienes tienen habilidades verdes tienen hasta un 80 % más de probabilidad de ser contratados. Potenciar estas capacidades no solo garantizará el acceso a un mercado laboral en expansión, sino que también permitirá a las empresas cumplir con metas climáticas cruciales, posicionando el talento humano como eje central de la transición sostenible.
7. Finanzas sostenibles como motor de cambio
El auge de las finanzas sostenibles en 2025 será clave para atraer inversiones en proyectos de alto impacto. Este modelo permitirá canalizar recursos hacia iniciativas que combinen rentabilidad económica con beneficios ambientales y sociales.
Los mercados financieros están adaptando sus estrategias para facilitar la inversión en iniciativas sostenibles, con un enfoque en el impacto desde las primeras etapas. Las empresas deben prepararse para aprovechar estas oportunidades mediante modelos de negocio que prioricen beneficios sociales y ambientales.
8. La convergencia de sostenibilidad e innovación tecnológica
La convergencia de la Inteligencia Artificial y la sostenibilidad está abriendo nuevas oportunidades para optimizar recursos, medir impactos y desarrollar soluciones innovadoras. Las empresas tecnológicas y no tecnológicas están integrando estas herramientas para potenciar sus estrategias verdes.
9. ESG evoluciona hacia sostenibilidad integrada
El enfoque tradicional de ESG (ambiental, social y de gobernanza) está siendo reemplazado por estrategias integrales de sostenibilidad. Esto implica una mayor conexión entre las iniciativas climáticas y de biodiversidad, posicionando a las empresas como actores clave en soluciones interdependientes.
El 2025 será un año decisivo en el camino hacia la sostenibilidad. Con metas claras, un esquema de financiamiento innovador y un enfoque en energías renovables, biodiversidad y habilidades verdes, el país tiene el potencial de convertirse en un referente regional.