“Faltan 2 semanas para que en 2 semanas nos digan que faltan otras 2 semanas para que termine la cuarentena”. Aunque el juego de palabras buscaba ponerle un poco de humor a las extensiones de la cuarentena en Colombia –prevista inicialmente hasta el 13 de abril, luego hasta el 27, una vez más hasta el 11 de mayo, hasta el 25 y ahora hasta el 31 del mismo mes–, lo cierto es que con cuarentena o sin ella, la emergencia causada por el COVID-19 no tiene una fecha de caducidad clara. No la tiene en Colombia y no la tiene en el resto del mundo.
Los cálculos iniciales más optimistas apuntaban a que el planeta superaría la crisis en un lapso de entre 2 y 4 meses. El tiempo aumentó paulatinamente a 6 meses, finales de 2020 y, hasta hace algunas semanas, 18 meses era la cifra media que se manejaba. Pero podría ser mucho más. Hoy, más de 4,7 millones de infectados y más de 315.000 muertos en el mundo dejan claro qué hay que hacer ahora, pero no necesariamente qué va a pasar en el futuro.
Parte de la respuesta a esta pregunta tiene que ver con el tiempo que tomaría desarrollar una vacuna (el escenario ideal) o encontrar una cura para el COVID-19. Lo único cierto por ahora es que las medidas de aislamiento son las que permiten que el número de casos no desborde la capacidad de atención de los centros hospitalarios.
Así las cosas, al hablar de “el mundo después del COVID-19“, uno de los escenarios posibles es que no necesariamente haya un “después de“, que la cura o la vacuna tarden en encontrarse (o que posiblemente no se encuentren) y que los seres humanos tengamos que aprender a convivir con él.
Impacto TIC consultó la opinión de 4 expertos en las áreas de epidemiología, sociología, psicología y economía para que nos den su visión sobre lo que sería el mundo si tuviéramos que aprender a convivir con el COVID-19. En general, ellos coinciden en que cualquier escenario futuro sería muy especulativo, pero hacen su análisis a partir de la realidad que conocemos ahora. El punto de quiebre será el hallazgo de una vacuna o de una cura, pero el tiempo que esto tarde en ocurrir también puede incidir en la manera como evolucionan muchas de las dinámicas a las que tendremos que enfrentarnos en el futuro a corto, mediano y largo plazo.
¿Cuál es el escenario actual?
Guillermo Sánchez es epidemiólogo y salubrista público. Poco amigo de hacer vaticinios que no se basen en hechos concretos –como debería ser la práctica general–, basa sus pronósticos en las evidencias actuales, entre las que se encuentra la posibilidad de que los seres humanos desarrollemos inmunidad frente al virus.
Aunque al comienzo esta opción no era clara, tampoco se puede descartar por completo a la luz de hallazgos recientes según los cuales una persona que haya sufrido la enfermedad sí podría generar defensas. “Las dudas se presentaban porque en Corea del Sur hubo casos de personas que no se sabía si habían vuelto a adquirir la infección o no. Lo que sucede es que una de las pruebas que más se utilizan para el diagnóstico del COVID-19 es la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR). Lo que hace esta prueba es identificar las partículas genéticas del virus, pero no puede determinar si están ‘vivas o muertas’“, explica Sánchez. En otras palabras, es posible que en las pruebas realizadas a personas que habían sufrido la enfermedad se encontraran rastros del virus, pero que estos ya no fueran infecciosos (los ‘falsos positivos’ del mundo médico).
“En una publicación reciente en modelo animal en cuatro monos Rhesus expuestos previamente a SARS–CoV–2, tras la remisión de síntomas y generación de anticuerpo específicos positivos, se expuso de nuevo a dos de los monos a la misma concentración de SARS–CoV–2. En estos dos especímenes no se observó cargas virales en hisopos nasofaríngeos o anales ni replicación viral en todos los compartimentos de tejido primario a los 5 días después de la nueva exposición, hecho que permitiría sugerir una respuesta inmunitaria protectora en la fase de recuperación”.
PUBLICADO EN: ¿CUÁL ES EL RIESGO DE REINFECCIÓN POR CORONAVIRUS SARS–COV–2?
El pasado 15 de mayo, El País de España publicó un artículo con el esperanzador título El 99% de los infectados de coronavirus genera anticuerpos, relacionado precisamente con la posibilidad mencionada. El texto indica que varios estudios apuntan a que las personas desarrollan inmunidad duradera contra el virus y que no son posibles las reinfecciones, algo que se creía evidente, pero que no se había podido probar por la “escasa fiabilidad de las pruebas“.
¿Y la cura? ¿Y la vacuna?
Si la hipótesis anterior no se confirma o si el virus tuviera mutaciones estacionales que hicieran que lo que se sabe de él ahora cambie en el futuro, la siguiente en la lista de soluciones es una cura.
Hasta el momento se ha experimentado con medicamentos antivirales que se usaban para tratar otros padecimientos, pero no hay uno que se haya desarrollado específicamente para tratar el COVID-19 y que esté aprobado por los organismos internacionales. El que ha entregado los mejores resultados es el Remdesivir, que puede reducir el tiempo que dura la neumonía grave complicada. “Ahí hay una esperanza, pero no podemos salir a decir que ya encontramos la panacea y el tratamiento”, aclara Sánchez. Aparte, hay muchas terapias en fase experimental sobre las que no hay certezas científicas.
Y si bien el proceso para encontrar la vacuna puede tomar bastante tiempo (los cálculos más optimistas de Sánchez, a partir de la información existente, apuntan al primer semestre de 2021), la buena noticia es que nunca antes tantos equipos de investigación en el mundo habían estado trabajando al tiempo para buscar una.
Hace un par de semanas, comenta el especialista, la OMS publicó un inventario según el cual había 175 proyectos en marcha, de los cuales 8 ya estaban trabajando en fases de investigación clínica (en seres humanos). Estos equipos trabajan en China, Europa, Estados Unidos y hay alianzas conformadas por equipos de diferentes países. La demora, sin embargo, radica en que las vacunas no solo tienen que probar su eficacia, sino demostrar que son seguras para los seres humanos (dicho coloquialmente, que no van a arreglar una cosa, pero a dañar otra) y luego deben ser revisadas por los entes reguladores (la FDA en Estados Unidos, EMA en Europa, Invima en Colombia, por mencionar algunos), donde los procedimientos suelen ser “largos y engorrosos“.
“Yo me imagino, y es lo que han dicho abiertamente, que todas estas agencias tendrán unos caminos expeditos (fast track) para que estas vacunas se aprueben de una forma más rápida“, afirma Sánchez. De cualquier forma, el especialista cree que la fase previa a la aprobación de las entidades regulatorias apenas se completaría en el primer trimestre de 2021; e, insiste, es el cálculo que se puede hacer a partir de la evidencia actual, pero no es una certeza.
Y ahora, ¿quién podrá defendernos?
Ante este panorama, aprender a convivir con el nuevo coronavirus es imperativo en el corto y mediano plazo, lo que podría extenderse al largo. En ese contexto es donde las otras disciplinas hacen su aporte… aunque los puntos de vista pueden generar ‘desencuentros’ entre unas y otras.
Para Nelson Molina, director del Instituto de Psicología de la Universidad del Valle, la contención de la propagación del virus es un tema estrictamente conductual que, de hecho, no depende de las políticas públicas: “Sin ánimo de ser centralista en la disciplina, las características del virus hacen que la prevención y la contención dependan directamente del comportamiento de las personas. […] Uno podría incluso plantear un escenario utópico y es que aun sin vacuna el virus podría desaparecer si hay un control conductual muy amplio, cosa que es absolutamente imposible en términos de poder o de estructuras de disciplina, porque habría que recurrir a condiciones autoritarias o totalitarias muy duras“. En otras palabras, habría que prohibir radicalmente que la gente salga durante 2 meses. Aparte de eso, frente al virus todo lo demás es una distopía, señala Molina.
En este contexto, la principal dificultad radica en que las libertades individuales de las personas contradicen las políticas de salud pública necesarias para contener la pandemia. Al respecto, Carlos Charry, doctor en Sociología y profesor en la Universidad del Rosario, sostiene: “Al tratarse de un tema de salud pública, lo que tenemos que considerar es que al ciudarte tú no solamente te estás cuidando tú, sino que estás cuidando el colectivo y es por ahí por donde se debe encaminar esta discusión“. El caso contrario, comenta el especialista, es lo que sucede en Estados Unidos, donde la gente apela a que salir es su derecho constitucional, pero al hacerlo sin las medidas sanitarias correspondientes no solamente se pone en riesgo la salud propia, sino la de su familia y la de las personas con las que interactúa o mantiene contacto a diario.
Aunque los especialistas tienen clara la importancia del trabajo interdisciplinario, el decano de la facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Carlos Sepúlveda, redondea la importancia de remar todos en el mismo sentido:
Con ese panorama en mente, a continuación compartimos apartes de las conversaciones con los expertos que nos dijeron cómo será la ‘nueva normalidad’ desde el punto de vista de sus disciplinas, de no encontrarse una vacuna o una cura para el COVID-19. Antes haremos un repaso sobre las conclusiones más importantes que ellos encuentran frente a 3 aspectos generales: ¿cómo va a ser la ‘nueva normalidad?, ¿ser colombianos influye en las conductas individuales y sociales frente al COVID-19? y ¿qué aprendizajes nos deja hasta ahora la pandemia del COVID-19?
En resumen, ¿cuál va a ser la ‘nueva normalidad’ que tendríamos que vivir si no se encuentra una cura?
¿’La colombianidad’ o ser colombianos afecta de alguna manera el manejo de la situación en el país?
¿Cuáles son los principales aprendizajes para el futuro que nos deja, hasta ahora, esta pandemia?
Tardaremos mucho en recorrer los 2 metros que nos separan
Para Guillermo Sánchez, la conclusión es clara: “Tenemos que acostumbrarnos, aunque a veces se nos olvida, a que los seres humanos hacemos parte de una serie de ecosistemas en los que gérmenes, microorganismos, parásitos, virus y bacterias nos van a seguir acompañando. Hace un tiempo tuvimos el H1N1, hoy estamos hablando de COVID-19 y pasado mañana…“. En ese contexto, añade que entre las lecciones más importantes está aprender a manejar este tipo de situaciones sobre la marcha, pero basados en la razón, en datos, cifras, hechos… en evidencia científica, no a partir de la intuición o del ‘olfato’.
Nelson Molina, por su parte, destaca una frase que escuchó hace poco en Televisión Española que, a su juicio, resume la situación y la importancia que tiene el cambio de comportamientos, por sencillos que sean: “Estos 2 metros de distancia y de seguridad obligatoria que tenemos hoy en día, van a pasar bastantes meses para que podamos recorrerlos“.
Carlos Charry añade que no hay vuelta atrás: “Hay que asumir que esto llegó para quedarse. Las afectaciones económicas ya se están haciendo sentir y lo van a seguir haciendo por los próximos 4 o 5 años, si es que se consigue una vacuna 100% efectiva. Entonces, entre más dure el aislamiento, más difícil va a ser el proceso de volver a un pasado… que no va a volver. El gran dilema de todo esto es que nos cuesta trabajo asumir que la situación cambió, que cambió para siempre y que ya no vamos a volver a ser lo que éramos antes“.
La ‘nueva normalidad’, vista desde cada una de las especialidades
Economía: La informalidad nos hace más vulnerables
Carlos Sepúlveda, decano de la facultad de Economía de la Universidad del Rosario
La esperanza es lo último que se pierde, y por eso le preguntamos a Carlos Sepúlveda su una recuperación de la economía podría llevar a que se recontraten personas en las empresas o a que se tomen medidas similares. Su respuesta, muy aterrizada, está lejos de ser optimista frente a este asunto en particular, pero plantea otros escenarios en lo que se debe trabajar: “Yo creo que ya tenemos que asumir una pérdida de puestos de trabajo, cierre de empresas, y eso creo que es un hecho que no podemos negar. Aun ante la incertidumbre, ese es un elemento que dificulta el repunte. Por ejemplo, ahora estamos empezando a flexibilizar las medidas. Estas empresas [que tuvieron que recortar sus nóminas] no van a tomar una decisión de reactivación completa. Y lo mismo va a pasar en los meses siguientes. Nos toca ir paso a paso para reactivar la economía, sabiendo además que nos toca generar ajustes en la manera en que producimos y en que interactuamos. Y eso va a llevar a inversiones y a innovación que requieren evaluar la viabilidad de cada una de las empresas“.
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Sepúlveda afirma que el alto nivel de informalidad que hay en Colombia (laboral, empresarial, en los mercados de arriendos y de tierras…) nos pone en una situación muy vulnerable, porque las ayudas que puede ofrecer el Gobierno llegan a través de unos canales que pueden ser mucho más efectivos hacia los trabajadores y hacia las empresas formales, porque están identificadas.
“La oportunidad que tenemos ahora es concientizarnos sobre la importancia de tener relaciones económicas formales; empresas, trabajadores en distintos mercados. Creo que lo que nos obliga es a ser muy cuidadosos y conscientes de esa situación, para que en la siguiente etapa podamos por lo menos mejorar ese grado de informalidad que tenemos en el país“.
El decano de Economía del Rosario añade que si bien las medidas que se están adoptando sirven para reactivar la economía, también es importante reactivar sectores que ‘jalonen’ la productividad y que cubran a los trabajadores informales, para garantizarles un mínimo de ingresos que les permitan subsistir durante los próximos meses.
“El país debería migrar hacia sectores altamente innovadores, y en eso tenemos una deuda grande. Sectores que ligados al tema digital claramente pueden impactar de manera transversal activación e innovación en varios aspectos de la economía. Sectores como la construcción efectivamente se activan y otros sectores que no tienen riesgo. Agricultura, por ejemplo, es un sector con menos riesgo que el comercio; es importante que estos sectores se mantengan activos porque generan actividad económica que además provee bienes y servicios en esta coyuntura“.
En su papel como decano, Sepúlveda también destaca la importancia de la academia en el contexto de la pandemia.
“El rol de la academia es precisamente pensar este tipo de problemas complejos. Para eso están las universidades y la investigación. Si algo también ha demostrado esta coyuntura es la importancia de apoyarse en decisiones científicas, rigurosas y con una información bastante asertiva. Creo que la coyuntura acá fortalece ese rol de las universidades en el entendimiento de esta coyuntura”.
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Salud: los seres humanos somos muy destructivos
Guillermo Sánchez Vanegas, epidemiólogo
La situación actual tiene que llevarnos a replantear ciertas maneras de pensar, tan simples como señalar a las personas que se incapacitan y no van a trabajar porque tienen una “simple gripa“, afirma el especialista. “El problema no es que esa persona sea floja y no vaya a trabajar porque tiene gripa, sino que puede contagiarles la gripa a 10 personas más, con las implicaciones que eso tiene“. Implicaciones que en el caso del COVID-19 tienen una buena probabilidad de ser fatales. “El coronavirus nos ha llevado a hacer conciencia de eso. Ahora tendremos que entender que lo más responsable ante ese tipo de enfermedades transmisibles es que quien las padece se aísle para evitar contagios“.
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“A Las personas que se han parado frente a este virus (de pronto) con soberbia, diciendo que son capaces de manejar la situación sin detener la economía y otras cosas, el virus rápidamente lAs puso en su sitio, lAs puso contra las cuerdas y a enfrentar el hecho de tener 4.000 muertos todos los días”.
“Otro aprendizaje es que hemos visto lo dañinos que somos los seres humanos. Somos destructivos y nuestra actividad va arrasando por donde va pasando. Y en donde los seres humanos nos hemos quedado en la casa, hemos visto cómo las ciudades se recuperaron, hemos visto hábitats que volvieron a ser lo que eran, en relativo corto plazo. ¡Pudimos volver a ver el nevado del Ruiz y el nevado del Tolima desde Bogotá! Cosas que pueden ser a veces simples, pero que nos dan evidencia de lo destructivos que somos nosotros“.
Para Sánchez es inevitable que el número de afectaciones se incremente a medida que se eliminen las restricciones y se abran sectores, debido a que la dinámica del virus hace que dependa del número de contactos que hay entre la gente. “Entre más gente haya en la calle tiendo contacto y teniendo interacción, el virus tiene más dónde replicarse y dónde crecer. Le garantizo que en 10 o 15 días vamos a ver nuevamente esa cosecha producida por la gente que empieza a salir masivamente a la calle”.
“Si yo puedo trabajar en mi casa, lo más responsable es que, así el Gobierno levante las medidas, yo me quede trabajando en la casa“.
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Psicología: el que no se adapte, se irá
Nelson Molina Valencia, director del Instituto de Psicología de la Universidad del Valle
Para Nelson Molina, el comportamiento habitual en el espacio público debe cambiar: “El espacio público comienza a ser un espacio normativizado en lógicas de lo privado. Es decir, está reglado, no es un espacio abierto. En ese sentido, circular por la calle, ir a un centro comercial, ir a un restaurante, ir a un cine, ir a una discoteca, a un bar o a un café son cosas que no se van a poder hacer. […] La reducción de la circulación de dinero efectivo será una realidad, y no solo por los asuntos de la existencia de las plataformas digitales, sino porque el dinero como tal es un medio de transmisión y de contagio del virus“.
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“La ansiedad que produce el encierro, el estar guardados, es muy particular. Y es una ansiedad que se nos da por el manejo del espacio, pero que es por la manera como hemos aprendido a llevarlo. […] En este momento hemos tenido que ir a buscar sentido al poder estar encerrados, y el sentido puede ser cuidar mi vida, cuidar a mi familia; el sentido puede ser que no me importa estar encerrado porque tengo tanto que hacer que finalmente lo hago; el sentido puede ser que finalmente me pude quedar en la casa… Entonces, son formas individuales de resolver una situación que es del plano estrictamente colectivo“.
En cuanto a si ya alcanzamos un punto de ‘no retorno’, en el que las cosas no van a volver a ser como antes bajo ninguna circunstancia, Molina cree que todavía no hemos llegado a ese punto:“Yo creo que todavía no. Yo creo que lo que vamos a ver es la aparición de nuevas formas políticas, ideológicas, económicas que responden a las consecuencias de esto, pero no a la extinción de un pensamiento o de un comportamiento sobre algo. […] Lo que vamos a ver es la aparición de nuevas formas de pensar diferentes ámbitos (ecológico, alimenticio, tecnológico, ambiental) que van a posicionar y que van a hacer al cambio como desarrollo de política o de nuevas prácticas. Pero su inicio no supone la finalización o extinción de lo existente. Ese sería el escenario más grave y sucedería por efecto de que la vacuna no se encontró, que sería el peor de los escenarios a uno o dos años“.
“Hay cosas que definitivamente van a cambiar y ese mundo romántico que conocimos, centrado en lo humano, en lo racional, yo creo que está llegando a sus últimos días; creo que es el final de un humanismo y es una época de la sociotecnología amplia, y ahí estamos jugando muchas cosas“.
“Estamos en un momento de selección natural al estilo darwiniano, y aquí no va a sobrevivir el más fuerte, sino el que mejor se adapte. Y esa adaptación es cultural y el que no lo entienda desafortunadamente se irá”.
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Sociología: las más afectadas van a ser las relacionas cara a cara
Carlos Charry, doctor en sociología.
Carlos Charry sostiene que los fenómenos que se están presentando relacionados con la incorporación de las herramientas y las tecnologías de la información y de la comunicación a la vida cotidiana de las personas venían desde antes de que se presentara la pandemia del COVID-19, pero esta los va a radicalizar y nos ha obligado a replantear los esquemas tradicionales y a soportar mucho de las interacciones humanas a través de lo digital y de lo virtual (elementos sociales, transacciones económicas, educación, trabajo).
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“No hay una alternativa de si sí o si no se pueden hacer las cosas en escenarios digitales, sino que ya de alguna manera YA ESTAMOS OBLIGADOS A hacerlo así”.
“Con el coronavirus y hasta que se encuentre una vacuna [o una cura] implementada o distribuida globalmente, las que se van a ver afectadas son las relaciones cara a cara. Cada vez la gente va a ser más reacia a tenerlas y si las tiene va a tomar una serie de precauciones. Creo que con el tiempo y de prolongarse la situación de no encontrar una vacuna, las sociabilidades públicas y las interacciones cara a cara se van a afectar, y en la relación entre lo virtual y lo presencia, lo virtual va a ir ganando cada vez más terreno, lo que personajes como Sygmunt Bauman llamaban la ‘sociedad líquida‘“.
También se van a hacer más evidentes desigualdades que ya estaban presentes, como la falta de acceso permanente y de calidad a Internet.“Todos los temas de inclusión tecnológica pasan por temas de política pública, y el acceso a Internet de sectores marginados es un tema de política pública. Entonces hay desigualdades económicas o etáreas, pero en el trasfondo lo que hay es desigualdades de carácter social y político“.
¿Puede darse un fortalecimiento del poder local frente a lo nacional?
¿Qué cosas nuevas ha traído la pandemia a nuestra sociedad?
“A lo que sí creo que nos va a llevar esta situación y ante lo que antes había reticencia es al uso de herramientas digitales para el análisis social; al uso de software, al uso de producción audiovisual de los sujetos para verlos y comprenderlos mejor“.
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Un llamado final a la cordura frente a los profesionales de la salud
Imagen principal: Geralt (Pixabay).