CIENCIA

Colombia surfea la ola cuántica desde la Universidad del Valle



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Mientras el mundo avanza en la carrera por la supremacía cuántica, Colombia se niega a quedarse atrás. Desde la Universidad del Valle, un grupo de jóvenes visionarios está sembrando las semillas de lo que podría ser la próxima gran revolución tecnológica en el país: la computación cuántica.

Publicado el 9 de jun de 2025

Sandra Defelipe Díaz

Periodista especializada en tecnología, en medios digitales, producción de contenidos y liderazgo editorial




Mientras el mundo avanza a pasos agigantados en la carrera por la supremacía cuántica, Colombia se niega a quedarse atrás. No hace mucho tiempo Mark Jackson, experto de Quantinuum, compartió su visión sobre cómo la computación cuántica transformará industrias como la química, finanzas y ciberseguridad, en un evento en Bogotá, y ahora desde el corazón de la Universidad del Valle, un grupo de jóvenes visionarios está sembrando las semillas de lo que podría ser la próxima gran revolución tecnológica en el país: la computación cuántica.

Su semillero de investigación no es solo un espacio académico; es una apuesta decidida por el futuro, un compromiso para que Colombia no solo observe, sino que participe activamente en la construcción de la próxima era digital.

De los fundamentos al futuro: Entendiendo la computación cuántica

Para aquellas personas ajenas a los misterios de la mecánica cuántica, Kevin Joven, ingeniero electrónico, lo explica con claridad. A diferencia de los computadores clásicos que operan con bits (información que puede ser 0 o 1), los computadores cuánticos emplean qubits (quantum bits), que pueden ser 0, 1, o una superposición de ambos simultáneamente. Esta capacidad de superposición, similar al famoso gato de Schrödinger que está vivo y muerto al mismo tiempo, es la clave de su potencial exponencial.

Kevin, quien se describe como el diseñador, voluntario y tutor del semillero, remonta el origen de esta disciplina a las ideas de científicos como Richard Feynman en la década de 1950, quien ya vislumbraba la necesidad de computadores que operaran bajo las reglas de la física cuántica para simular sistemas complejos. La verdadera explosión, sin embargo, llegó a finales de los 90 con el algoritmo de Shor, que demostró la eficiencia exponencial de la computación cuántica sobre la clásica para ciertas tareas, desatando una avalancha de inversión y esfuerzo global.

Hoy, potencias como Estados Unidos, Europa, Canadá, Reino Unido, Japón y China compiten por la supremacía cuántica, buscando desarrollar computadores que puedan resolver problemas actualmente inabordables para la computación clásica. Aunque ya se han logrado hitos, como la demostración de una aplicación exponencial por parte de Google con su procesador Sycamore, el gran desafío es encontrar aplicaciones de impacto real que beneficien a la humanidad en campos como el diseño de materiales, fármacos, baterías, energías y optimización.

El semillero: Surfear la ola antes de que nos arrastre

La realidad de Colombia en este escenario global es, como lo plantea Kevin un desafío. La falta de acceso a equipos de vanguardia, los altos costos de la instrumentación y la necesidad de talento capacitado son barreras significativas. “El campo avanza tan rápido que, si no estamos, cuando explote, nos cogerá con los pantalones abajo“, advierte Freud.

Es precisamente para evitar esto que nace el semillero de la Universidad del Valle, bajo la iniciativa de la sección de investigaciones de la universidad y vinculado a los grupos de investigación. Su propósito es preparar a los estudiantes para “surfear la ola” de la computación cuántica, dotándoles de las herramientas teóricas y prácticas para enfrentar los retos del futuro. Kevin, de manera voluntaria, se encarga de guiar a los estudiantes, compartiendo su experiencia y perspectiva joven, mientras que el profesor Jaime Velasco, con su visión más experimentada del auge del transistor, aporta un invaluable contexto histórico.

Tenemos excelentes físicos y químicos, pero necesitamos ingenieros que también tengan las bases de la cuántica para construir, arreglar y manejar estos dispositivos“, subraya Kevin, destacando la necesidad de suplir esa brecha en la formación. El objetivo es que, cuando la computación cuántica sea la norma, sean profesionales colombianos quienes estén a la vanguardia, evitando que el país quede rezagado, como ha sucedido con otras revoluciones tecnológicas.

Desafíos y esperanzas: Financiación, colaboración y talento diverso

La financiación es, sin duda, uno de los mayores retos. Aunque el semillero ha recibido apoyo a través de convocatorias internas de la universidad y existen iniciativas externas de MinCiencias para proyectos de tecnologías cuánticas, la inversión necesaria para competir a nivel global es astronómica. Mientras más estudiantes se puedan vincular y se les pueda pagar decentemente, mejor”, afirma Kevin, haciendo hincapié en la importancia de apoyar a los jóvenes talentos.

La colaboración es otro pilar fundamental. El semillero busca activamente alianzas, incluso a nivel internacional, como su reciente aplicación a una beca del gobierno alemán para estrechar lazos con instituciones y empresas de ese país. La idea es formar redes que permitan el desarrollo de proyectos interdisciplinarios, combinando la cuántica con Inteligencia Artificial, medicina o química, entre otros. La participación de Kevin como Qiskit Advocate de IBM le permite acceder a una red global que facilita estas conexiones.

En cuanto a la aplicación directa a la industria, Kevin admite que aún no hay colaboraciones concretas, pero confiesa que hay un proyecto “cocinándose” en el área de clasificación de imágenes utilizando computación cuántica, una promesa con gran potencial para diversas compañías en Colombia.

Un aspecto que llena de orgullo a Kevin es la diversidad del semillero. De sus 14 estudiantes, la mitad son mujeres, una proporción notablemente alta en un campo que tradicionalmente ha tenido una baja participación femenina en ingeniería. “Es algo muy particular de este semillero, y créanme que son más vivas o más avispadas que la otra mitad”, bromea Kevin, celebrando el talento y la perspectiva que aportan.

El futuro de la soberanía digital: Empezar por los bloques

La conversación con Kevin Joven no evade la espinosa cuestión de la soberanía digital de Colombia. Aunque adquirir infraestructuras de hardware de vanguardia, como las máquinas para fabricar chips, es un desafío monumental por su costo y exclusividad, Kevin propone un camino más pragmático: empezar desde las bases.

“Colombia tiene muy buenos teóricos”, afirma. La clave sería comenzar con pequeños pasos, invirtiendo en piezas específicas y construyendo progresivamente, en lugar de intentar abarcar todo de una vez. Un ejemplo sería crear “cuartos limpios” para la creación de dispositivos, comenzando con una pieza y escalando poco a poco, siguiendo el modelo de países como Alemania. La integración de proyectos y la continuidad de las iniciativas son esenciales para construir un ecosistema cuántico robusto en el país.

El semillero de la Universidad del Valle es más que un grupo de estudio; es un faro de esperanza, una iniciativa que, a través de la formación de talento y la promoción de la colaboración, busca asegurar que Colombia no solo sea espectadora, sino protagonista en la inminente revolución de la computación cuántica.

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