INTELIGENCIA ARTIFICIAL

COP16 en Cali: Tecnología, Inteligencia Artificial y la lucha por la vida



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En la inauguración de la COP16 el presidente Gustavo Petro enfatizó el impacto ambiental del desarrollo de la IA, especialmente en el consumo de energía y su contribución al cambio climático. La urgencia de implementar prácticas sostenibles en los centros de datos y la transición hacia energías limpias son temas claves en la lucha contra…

Publicado el 22 de oct. de 2024



COP16 IA, cambio climático y la lucha por la sostenibilidad

En un momento crucial para el futuro de la biodiversidad y la humanidad, la ciudad de Cali se convierte en el epicentro de la discusión global sobre el medio ambiente, acogiendo la COP16 bajo el lema ‘Paz con la Naturaleza’. Esta conferencia es histórica no solo porque es la primera vez que se realiza en Colombia, sino porque el país, reconocido por ser uno de los territorios con mayor biodiversidad del mundo, asume un papel protagónico en la búsqueda de soluciones para la conservación de la diversidad biológica y el uso sostenible de los recursos naturales.

Durante su discurso inaugural, el presidente Gustavo Petro lanzó un llamado contundente a repensar el papel de la humanidad en la preservación de la vida en el planeta, enfatizando en las tensiones entre la tecnología, el desarrollo y uso de la Inteligencia Artificial (IA) y el cambio climático. Petro destacó que, si bien la IA tiene un inmenso potencial, su desarrollo está vinculado a prácticas que ponen en riesgo la vida misma.Es nuestra razón de ser humana cuidar la vida y no destruirla. Por ser la vida inteligente nosotros y no la inteligencia artificial muerta, tenemos que usar la energía inteligente para expandir la vida, no para recortarla”, afirmó.

Uno de los puntos más críticos en su intervención fue el cuestionamiento de cómo la Inteligencia Artificial, sin regulación adecuada y alimentada por energías fósiles, está contribuyendo al colapso climático. En sus palabras, “cuando la Inteligencia Artificial se articula al petróleo, al carbón y al gas, se articula el colapso climático… y se produce el Armagedón”, enfatizando en el costo ambiental de los avances tecnológicos. El presidente advirtió sobre el impacto descontrolado de la tecnología si no se alinea con los objetivos de sostenibilidad. Afirmó que esta tecnología “hoy utiliza energías sucias y fósiles como el carbón, el petróleo y el gas“, y cuestionó el papel de los dueños de estas tecnologías. Para Petro, la IA está siendo explotada por “ricos megapoderosos de la Tierra que sueñan ser dueños de redes y de inteligencia sin vida”.

El impacto ambiental del desarrollo de Inteligencia Artificial

Uno de los desafíos más relevantes de la COP16 es abordar cómo el uso intensivo de la tecnología, como el de la computación en la nube, está acelerando el deterioro del medio ambiente.

Se estima que una interacción con ChatGPT consume 10 veces más energía que una búsqueda en Google (2.9 Wh frente a 0.03 Wh*). Y según el estudio de Goldman Sachs Research titulado ‘Generational Growth: AI, data centers and the coming US power demand surge’, el uso creciente de la IA y los centros de datos generará un aumento considerable en la demanda de energía. El informe proyecta un incremento del 15 % en el consumo energético debido a la IA entre 2023 y 2030, estimando que se necesitarán 47 gigavatios (GW)de capacidad adicional para satisfacer el crecimiento en este sector.

Teniendo en cuenta que uno de los principales impactos ambientales de la IA es su consumo energético es necesario replantear elementos fundamentales para esta tecnología como son los centros de datos, que alimentan la infraestructura de la IA . Los centros de datos, donde se aloja gran parte de la infraestructura tecnológica mundial, tienen un alto costo ambiental debido al consumo de energía y agua que requieren para operar.

El desarrollo de la IA generativa enfrenta un desafío crítico en términos de consumo energético, lo que podría dificultar su expansión y entrar en conflicto con la transición hacia energías limpias. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), si el crecimiento de la IA se mantiene en el nivel más alto de proyección, el consumo mundial de electricidad por los centros de datos en 2026 podría duplicarse respecto a 2022, alcanzando niveles similares al consumo actual de Japón. Además, el CEO de Arm predice que para finales de la década, los centros de datos en EE. UU. podrían consumir una cuarta parte de la electricidad total del país. Este aumento exponencial de demanda energética plantea problemas para el objetivo de cero emisiones netas, ya que la infraestructura eléctrica actual es insuficiente y no puede sostener la expansión de las energías renovables al mismo ritmo que la IA.

“La huella de carbono de los centros de datos se mide por tres variables: consumo de electricidad (para hacer funcionar los servidores), consumo de agua (para enfriar los servidores) y la vida útil del equipo (que afecta la frecuencia de los reemplazos). Con el objetivo de reducir los impactos ambientales, actualmente existe una tendencia llamada Green Cloud, además de incentivar un uso eficiente de la energía, promueve usos renovables de esta y se concentra en la reducción de gases efecto invernadero. Una práctica que fomenta la innovación y la eficiencia de las organizaciones entendiendo que, si adoptan este enfoque, serán más rentables a largo plazo”, apunta Daniel Niño, gerente senior de Conectividad, Colaboración y Datacenter de Axity.

Con la creciente dependencia de la nube para almacenar y procesar información, se han comenzado a adoptar prácticas más sostenibles como el uso de energías renovables. Sin embargo, como señala el presidente Petro, el problema sigue siendo que “la riqueza del mundo se mide hoy en dólares y en CO2 equivalente”.

Empresas líderes en tecnología ya están haciendo avances significativos en este campo. Una meta que compañías como Google entre otras, ya han adoptado con resultados más que satisfactorios, al haber reducido su huella de carbono casi al 100 %. De hecho, según el Monitor de Desechos Electrónicos Globales, solo en un año se pueden generar 53.6 toneladas métricas de residuos de este tipo a nivel mundial. De ese total, Latinoamérica emite 13.1 toneladas métricas.

Un escenario que, según Niño, puede crecer exponencialmente en el mediano plazo entendiendo que la vida útil de un servidor es entre tres y cinco años (máximo). “Algunas compañías están implementando programas de economía circular para reutilizar servidores. Una práctica que sin duda se puede replicar en compañías colombianas”.

El impacto ambiental de la IA es preocupante, ya que su funcionamiento emite casi seis veces más CO2 que una persona promedio en un año o un pasajero en un vuelo de Bogotá a Toronto, según la Universidad de Massachusetts Amherst. La nube enfrenta tres grandes retos en este contexto: optimizar el uso de energía, asegurar que provenga de fuentes renovables y mejorar la eficiencia del agua utilizada para enfriar los servidores. Empresas como Microsoft ya han implementado prácticas sostenibles, integrando energías renovables como solar y eólica, optimizando el consumo energético mediante refrigeración eficiente y luces LED, y construyendo centros de datos con materiales sostenibles.

Precisamente, durante la instalación de la Comisión Bicameral de Inteligencia Artificial en Colombia, la ministra de ciencia, Yesenia Olaya, se refirió específicamente al eje de infraestructura –como los centros de datos–, que deben ser centrales en la construcción colaborativa del marco normativo de la IA que se está proponiendo en el país. Aun así, queda claro que la transformación tecnológica debe acelerarse hacia un modelo completamente descarbonizado si se busca evitar un futuro de ‘Armagedón’.

La relación entre la tecnología y el medio ambiente es de tensiones constantes y latentes. El desarrollo de la Inteligencia Artificial, impulsado por la infraestructura tecnológica, presenta tanto oportunidades como riesgos significativos para el futuro del planeta. Es imperativo que gobiernos, empresas y ciudadanos colaboren para garantizar que esta revolución tecnológica no comprometa los avances hacia la sostenibilidad. La COP16 marca el inicio de conversaciones que pueden ser determinantes para encontrar el equilibrio entre progreso tecnológico y la preservación de la biodiversidad.

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