Por: Raúl Katz (*)
La evidencia empírica, los fríos datos, demuestran que, aquellas naciones que cuentan con un mayor despliegue de banda ancha y niveles óptimos de digitalización resultan ser más resilientes ante las coyunturas macroeconómicas y sociales que tenemos que enfrentar en el corto y mediano plazo.
El análisis de las condiciones económicas y sociales que viene afrontando América Latina y particularmente Colombia, luego de la pandemia; de cara a un proceso de recuperación socioeconómica está siendo duramente afectada por las condiciones adversas de los procesos inflacionarios, altas tasas de interés, devaluación de la moneda y una recesión generalizada de las economías a nivel mundial.
Ante esto, la evidencia empírica, los fríos números, siguen demostrando que, aquellas naciones que cuentan con un mayor despliegue de banda ancha y niveles óptimos de digitalización resultan ser más resilientes a toda esta coyuntura.
Recientemente presentamos el estudio, ‘El papel de la economía digital en la recuperación económica de Colombia’ y la principal conclusión del análisis es que, el uso de las TIC y la conectividad se configuran en el soporte fundamental de toda actividad económica y del apalancamiento del sector productivo del país y el crecimiento económico que, finalmente, se transforma en beneficios para el cierre de las brechas sociales que todavía afectan a millones de colombianos.
El ecosistema digital de Colombia recibió con beneplácito la noticia de que uno de los objetivos de un gobierno progresista es la completa democratización de las TIC y la expansión de la conectividad digital. Otra conclusión que dejó el estudio que publicamos es que, esta democratización no se podrá dar sin el establecimiento de condiciones de políticas públicas y regulaciones sectoriales que promuevan la seguridad jurídica y la eficiencia del uso del espectro radioeléctrico, como bien fundamental para la prestación de los servicios de telecomunicaciones.
Colombia, particularmente, tiene un reto importante en materia de valoración del espectro, ya que sus precios actualmente constituyen la barrera más seria y una de las principales limitantes para el desarrollo de la digitalización en Colombia. Los datos indicaron que, en caso de ajustarse los precios de espectro a valores de mercado, los operadores podrían aumentar la inversión acumulada de capital en redes móviles en un 154 % en 5 años, lo cual se vería reflejado en un aumento del 33.3 % de la cobertura 4G y, consecuentemente, de 7.14 % en la penetración de banda ancha móvil.
Esta mayor conectividad, vía reevaluación de los marcos regulatorios y fiscales, respondería directamente a las apuestas del gobierno para democratizar de la conectividad y de conducir al país a la superación de desigualdades y el mejoramiento de la competitividad regional.
El diagnóstico estima que un aumento del 10 % en el índice de digitalización del país, podría disminuir la distancia que separa a Colombia de Estados Unidos en términos de productividad multifactorial en un 8.6 %. Esto tendría asimismo una consecuencia social positiva: Colombia lograría un crecimiento del empleo en 2.2 %.
Colombia no le puede dar más largas al compromiso de avanzar en el despliegue de la banda ancha y el fortalecimiento de la economía digital, ya que esto contribuye directamente a su desarrollo socioeconómico.
El nuevo gobierno tiene en sus manos una decisión que puede ser histórica. Con la renovación de más del 70 % del espectro disponible en 2023, el Ejecutivo puede generar las condiciones que permitan la aceleración de la inversión por parte de los operadores. La demanda por datos móviles no para de crecer, pero la industria no podrá responder ante el reto de cerrar la brecha digital sin tener un ajuste a los costos establecidos en los procesos de asignación y de renovación del espectro.
(*) Raúl Katz, es un reconocido experto internacional en el sector de las telecomunicaciones.