En el corazón del suroccidente colombiano, una organización con 43 años de trayectoria se ha convertido en un faro de transformación e incidencia digital. La Fundación WWB Colombia está liderando un impacto significativo en la vida de miles de mujeres, cerrando brechas de desigualdad y promoviendo su participación activa en el desarrollo económico.
La Fundación WWB Colombia, nacida en Cali, opera a nivel nacional con un enfoque integral que aborda diversas líneas de acción, según explicó Johana Urrutia, directora de programas. Su trabajo se estructura en 3 pilares fundamentales: investigación y conocimiento, que permite apropiar y difundir información de calidad; inversiones, que aseguran la sostenibilidad financiera y desarrollan mecanismos alternativos de financiación; y el pilar de personas, donde diseñan programas y soluciones en torno a la educación digital, la educación financiera, el emprendimiento y el liderazgo con perspectiva de género. Anualmente, la fundación acompaña a cerca de 25.000 personas en sus iniciativas, demostrando su compromiso con el cierre de brechas para las mujeres.
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La digitalización como eje transversal de transformación
Para la Fundación WWB Colombia, la educación digital no es solo un programa más, sino un componente transversal que impregna todas sus iniciativas. Johana Urrutia Muñoz enfatiza que “la educación digital es una de las competencias o capacidades que tenemos que desarrollar en la población. Si nosotros todos queremos ser ciudadanos, realmente el mundo digital abre muchísimas puertas para eso”. Por ello, la integran en sus programas de emprendimiento (junto con enfoques empresarial, personal y de liderazgo), en la educación financiera (facilitando el acceso y uso de productos y servicios digitales), e incluso en la prevención de violencias basadas en género. Urrutia añade que “el componente digital juega un papel muy importante en el acceso y uso de productos y servicios financieros digitales, así como en la estrategia de prevención de violencias basadas en género”.
Un ejemplo destacado de esta transversalidad es la Fundación Móvil, una estrategia innovadora diseñada para llegar a la ruralidad. Este vehículo, dotado de tecnología y conectividad, lleva la oferta educativa de la fundación a veredas y corregimientos remotos del Valle del Cauca, donde el acceso a estos recursos es limitado. “En Colombia, solo el 43 % de las mujeres tienen conocimientos digitales básicos, y en la población rural, esta cifra es aún menor”, señala Urrutia. La Fundación Móvil busca contrarrestar esta disparidad, ofreciendo no solo un espacio digital, sino también programas de educación digital adaptados a las necesidades de la población rural.
Otro programa clave es ‘Un viaje por el mundo digital‘, una iniciativa de ciudadanía digital desarrollada en 2021. Este programa, que se imparte de forma virtual, semipresencial y presencial, busca desarrollar capacidades digitales en la población, ayudándolas a perder el miedo a lo digital, comprender la protección digital, y aprender a realizar trámites y aprovechar las oportunidades que ofrece el mundo digital.
En una sinergia estratégica con el Banco W, la Fundación WWB Colombia ha implementado el programa ‘Embajadores Digitales‘. Esta ruta de formación capacita a colaboradores del banco (agentes de contact center, analistas de crédito) para que se conviertan en facilitadores que acompañen a las personas a cruzar la brecha digital. El programa incluso incluye un módulo llamado ‘Yo también tengo una tía’, diseñado para enseñar cómo ayudar a personas no nativas digitales a usar productos y servicios como las billeteras digitales. Para reforzar este aprendizaje, han creado el ‘Didacticel‘, un dispositivo similar a un celular gigante donde las personas pueden practicar el uso de aplicaciones y servicios digitales sin temor a equivocarse con sus propios dispositivos.
Un modelo de medición robusto y la lucha contra las brechas
La Fundación WWB Colombia se apoya en un modelo de medición robusto, basado en la teoría del economista Amartya Sen sobre el desarrollo de capacidades y libertades. Este modelo les permite diseñar programas que apuntan a cerrar brechas específicas, identificando qué capacidades se quieren desarrollar en las personas para promover su autonomía personal y económica. Johana Urrutia detalla que “en la medida en que desarrollemos programas, las capacidades o competencias de las personas que acompañamos vamos a lograr que estas personas desarrollen una mayor autonomía personal y económica y por ende, pues seguramente contribuiremos a disminuir las desigualdades“.
Entre las principales brechas que la fundación ha identificado, y que coinciden con hallazgos del Dane, se encuentran:
- Brechas de cuidado: La carga desproporcionada del trabajo doméstico y de cuidado en las mujeres, que limita su desarrollo personal y profesional.
- Pobreza e interseccionalidad: La profunda afectación de la pobreza en las mujeres, especialmente cuando se cruza con factores como la edad, ubicación geográfica y etnia.
- Inclusión financiera: La dificultad para las mujeres de acceder a ingresos, propiedad y uso de la tierra.
Para abordar estas barreras, la fundación se enfoca en desarrollar capacidades como la financiera, la toma de decisiones y el pensamiento estratégico, que a su vez se nutren de la autoconfianza y el autorreconocimiento. Sus programas están diseñados con un enfoque pedagógico, utilizando el eduentretenimiento y el juego para facilitar el aprendizaje en adultos.
Desafíos y un llamado a la articulación
A lo largo de sus 43 años de historia, los desafíos persisten, aunque en diferentes escalas. Johana Urrutia destaca la necesidad de seguir trabajando por la redistribución del cuidado en las mujeres, la equidad en la generación de ingresos entre hombres y mujeres, y el desarrollo igualitario de capacidades para que las mujeres encuentren oportunidades tanto en el emprendimiento como en la empleabilidad.
Johana hace un llamado a la articulación y colaboración entre organizaciones, el sector público y privado, y la comunidad. Cita la experiencia de “Compromiso Valle”, una iniciativa surgida del estallido social de 2021, como un ejemplo inspirador de cómo el trabajo conjunto puede llevar soluciones pertinentes a las poblaciones. “Si se puede trabajar en articulación, si se puede trabajar en conjunto”, concluye, invitando a unir esfuerzos para seguir contribuyendo al desarrollo del Valle del Cauca y de todo el país.