Memes, el mecanismo de acoso avalado por los medios de comunicación

No encuentro argumentos, razones ni una necesidad periodística que justifique el uso de memes ofensivos en los medios de comunicación.

Publicado el 08 Jun 2019

Memes

Los medios de comunicación son muy activos a la hora de emprender o de unirse a campañas contra el acoso, el matoneo, el bullying, como quieran llamarlo. Por eso, no deja de llamar la atención el hecho de que sean igual o más activos para sacar provecho de una de las formas de acoso más difundidas en las redes: los memes.

Aunque algunos de ellos son inofensivos, varios de los que circulan por el ciberespacio podrían ser proscritos de las plataformas en las que se publican, bien sea porque contienen mensajes de odio, porque son agresivos o groseros; incluso, porque usan a menores de edad para cumplir su objetivo de burlarse de personas, instituciones o creencias de una forma descarnada e irrespetuosa.

Es cierto que muchos de ellos son equiparables con la caricatura tradicional, un mecanismo de crítica social y política que implica un gran talento para su realización, igual en forma que en contenido. Pero hay otros que, si bien pueden llegar a destacarse por su ingenio y creatividad, también lo hacen por su gran capacidad de ofender. Parece que un meme es mejor en cuanto más ofensivo resulta.

Memes

Incluso cuando a Matador, Vladdo, Antonio Caballero o a cualquier otro caricaturista respetable ‘se le van las luces’ con la mordacidad de sus críticas, no se le puede acusar de alcanzar un grado de ramplonería similar al que logran muchos memes, algunos de los cuales harían sonrojar al equipo editorial de Charlie Hebdo.

Y, sin embargo, esos mismos medios de comunicación que promueven campañas contra el odio y el acoso en todas sus manifestaciones sacan provecho de ellos para obtener uno de los beneficios más preciados que pueden tener hoy día las publicaciones digitales: el tráfico.

Yo te ofendo, tú me ofendes… nosotros nos ofendemos

El caso cercano más reciente tuvo que ver con un evento deportivo. Pero los memes circulan por igual para establecer su perímetro de irrespeto ante acontecimientos sociales, políticos, culturales… espero, sin embargo, que no me tilden de ‘ligero’ por detenerme en el episodio futbolístico: la eliminación de Millonarios en el torneo de fútbol profesional colombiano, tras perder como local contra el América de Cali.

Una persona a la que le tengo mucho respeto y aprecio escribió una crítica en sus redes sociales que no puedo embeber aquí debido a que su comentario no está abierto al público general. Por eso no voy a mencionar su nombre, pero tampoco puedo dejar de transcribir un par de frases suyas:

Es raro: me encanta jugar fútbol pero no soy hincha de fútbol, así que no entiendo lo de burlarse del dolor de los hinchas de equipos rivales, me parece el caldo de cultivo del odio en un país que se odia tanto. […] Joder un poco a los amigos, ok, pero echarles sal en la herida del dolor de la derrota, hombre, eso no va conmigo…

Advierto que no soy hincha de Millonarios. Soy hincha de Santa Fe, lo que este semestre no significó que la situación fuera mejor para mí en cuanto a ser blanco de burlas en las redes sociales. En esa misma condición, debo ser sincero en que no me produjo la menor tristeza el hecho de que el América sacara del camino a Millonarios en su carrera por el título, a pesar de que tengo grandes amigos hinchas del equipo azul.

Y sí, disfruté algunos de los memes con los que los hinchas rivales se burlaban del equipo embajador. Lo que no concibo es que medios de comunicación utilicen este material para ganar audiencias sin ningún argumento ni necesidad periodística que lo justifique.

Meme mata derechos

‘Los crueles memes sobre la derrota de Millonarios’, titulaba alguno de los medios. Citar la crueldad desde el título ya me pareció un mal comienzo. Y sí, algunos de los garabatos que conformaban la galería eran muy creativos, hay que decirlo, pero otros eran francamente ofensivos.

En uno de ellos aparecía la imagen de un niño con la camiseta de Millos, feliz antes del partido y llorando después de la derrota. ¡Un niño! No estoy seguro de si se trataba de un verdadero hincha de Millonarios (supongo que sí, no parece un montaje; de hecho, parece una imagen tomada de la emisión de algún noticiero) o si simplemente es una de esas fotos genéricas que se usan en millones de memes; en cualquiera de los dos casos, desaparecieron todas las precauciones sobre el respeto a la infancia que, en otros contextos, obligan a los medios a cubrir los rostros de los menores de edad o a no mencionar sus nombres sin la debida autorización de sus padres o acudientes. Ante la ecuación meme=tráfico se olvidaron las normas de respeto y protección a la infancia.

Los medios tienen el derecho de usar memes como parte de su oferta informativa, aunque deberían reconocer que a veces abusan de este recurso. De cualquier manera, cuando lo hacen, deberían evitar la burla por la burla (sin un fin periodístico claro), el uso de niños o la grosería innecesaria. (Las imágenes fueron editadas por Impacto TIC).

Y estamos hablando de las reacciones a un partido de fútbol… para qué ahondar en el terreno de los contextos sociales, políticos y culturales que mencioné más arriba. Estos darían tema para escribir un libro entero, no solamente una columna.

El tráfico por el tráfico

Quizás algunos me traten de mojigato, amargado, aburrido… pero desde mi punto de vista, reitero, no encuentro ninguna razón, argumento o necesidad periodística para que los medios de comunicación avalen, con su reproducción, un mecanismo de acoso, matoneo, intimidación, hostigamiento, distribución de mensajes de odio o bullying como los memes.

Tal vez publicar solamente aquellos hechos con inteligencia y buen gusto –que los hay en abundancia– no traiga tanto tráfico, tantos clics, tantas visitas como reproducir los ofensivos y ramplones. El reinado del tráfico por el tráfico. Lamentable.

Imágenes: Geralt, Benluna12 (vía Pixabay)

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Jaime Ernesto Dueñas Montaño

Periodista con énfasis en temas de tecnología, y con más de 25 años de experiencia en medios como El Tiempo, Pulzo y Enter.co. Colaborador en publicaciones de ciencia y tecnología.

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