El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, manifestó la intención de la administración de encontrar un “socio estratégico” para la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB), dada la estrechez financiera que enfrenta desde hace años y la necesidad urgente de mantener un ritmo de inversión que le permita conservar su relevancia en el centro del país.
La figura del ‘socio estratégico’ no es nueva en la historia reciente de la empresa. Durante la alcaldía de Samuel Moreno, cuando la compañía alcanzó una valoración de 2,3 billones de pesos, se avanzó en esa dirección, aunque diversas trabas legales impidieron concretarlo; tampoco se logró en los periodos de Enrique Peñalosa, quien sin eufemismos intentó venderla, pero fracasó. Incluso en 2021, bajo la administración de Claudia López, se buscó crear una Red Neutral con UFINET como fórmula para reducir riesgos y expandir la cobertura en la región, pero la Superintendencia de Industria y Comercio lo bloqueó inexplicablemente.
Hoy, la ETB, de acuerdo con la cotización de su acción en 80 pesos -que ronda su mínimo histórico-, tiene una capitalización bursátil de 284.000 millones de pesos (unos 71 millones de dólares). Esto es menos de un tercio de los 240 millones de dólares que pagó Millicom en 2013, durante la alcaldía de Gustavo Petro, por el 25 % de la participación de la ETB en Tigo.
Los datos, que revelan una depreciación considerable desde su valoración de 2,3 billones en 2011, reflejan el impacto de la situación global del sector de telecomunicaciones, agravada por decisiones políticas y administrativas que han dificultado la gestión e impactado su competitividad.
La crisis de la empresa inició en 2013, cuando el entonces presidente Saúl Kattan Cohen tomó dos decisiones estratégicas al mismo tiempo: desplegar una red de fibra óptica al hogar (FTTH) y adquirir una licencia de espectro para servicios móviles 4G. Estas determinaciones representaron una inversión histórica para los estándares de una compañía de capital mayoritariamente público.
El impacto financiero fue enorme, pues las inversiones representaron el 57 % de los ingresos, superando dos veces el estándar de prudencia en el sector. En 2015, los gastos alcanzaron $1,9 billones, mientras que los ingresos solo sumaron $1,46 billones, obligando eventualmente a la ETB a concentrarse en la fibra óptica y desistir de la red móvil.
Durante los años siguientes, la compañía ha navegado una situación de liquidez crítica, con capital de trabajo negativo y pérdidas acumuladas, manteniéndose operativa gracias al endeudamiento y esfuerzos de optimización de costos.
Esos esfuerzos para ser más eficiente, por ejemplo, han permitido que desde junio de 2023, la empresa haya recibido 52.000 millones de pesos por el cobre recuperado tras el reemplazo de las redes, además de ingresos adicionales provenientes de la venta de algunas centrales y predios, que solo generan cargas fiscales. Aunque esta estrategia ha sido objeto de críticas por parte de algunos sectores vinculados a la empresa y a la política local, estas ventas son resultado de la modernización de la red y optimización operativa, sin la cual hoy estaría perdiendo más plata.
Desconcierta que haya críticos que se resistan a la venta del cobre y reducción de pasivos. La modernización implica una infraestructura digital que, además de aumentar la eficiencia, genera ahorros significativos en costos operativos. Las nuevas redes permiten un mayor tráfico de datos con un consumo energético menor, lo que también contribuye a mitigar la huella de carbono, además de acabar con el desangre financiero que representa anualmente el robo del cable de cobre.
Pérdida de clientes
La ETB cuenta hoy con 630.000 clientes de banda ancha, que representan aproximadamente el 6,93 % del total de accesos fijos a Internet en Colombia, 3,21 puntos porcentuales menos que en 2014, cuando tenía 563.000 abonados.
Esta caída en la participación nacional puede explicarse, en parte, porque su área geográfica de influencia desarrolló la conectividad antes que el resto del país, mientras que en los últimos años esta ha crecido a un mayor ritmo en otras regiones donde ETB no está presente. Además, las grandes empresas de telecomunicaciones han ampliado y actualizado sus redes, lo que ha provocado una pérdida lenta, pero progresiva, de su cuota de mercado en Bogotá, Soacha y Villavicencio.
Pero el éxodo de clientes se intensificó en los últimos dos años: entre el primer trimestre de 2022 y el primer trimestre de 2024, ETB experimentó una pérdida de 54.426 usuarios, lo que equivale a una reducción del 7,94 % en su base de clientes en el periodo, lujo que no puede darse ante gigantes como Claro, Tigo y Movistar.
A la reducción de ingresos derivada de la pérdida de clientes se suma el pobre desempeño de las subsidiarias de la empresa, como Ágata (Agencia Analítica de Datos), que según el reporte trimestral incumplió sus metas comerciales; Skynet, proveedora de servicios satelitales involucrada en el contrato de los “Centros Digitales”, que presenta rentabilidad negativa; y Colvatel, cuya rentabilidad es limitada y muestra márgenes muy bajos.
La situación de la ETB obliga a tomar medidas para mantenerla competitiva y relevante. El daño puede ser aún mayor e irreversible, y lo que es peor, pagado por los impuestos de los bogotanos. El gran problema de la compañía está en que su historia no se narra a partir de quienes la administraron, sino de los alcaldes.