El crecimiento de Internet fijo y móvil en Colombia se frenó en los últimos años, y tanto países desarrollados como en desarrollo le están sacando cada vez más distancia en las mediciones de acceso a estos servicios.
La Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) publicó en septiembre pasado el Reporte de Industria de los Sectores TIC y Postal 2019, el cual presenta cifras preocupantes sobre la eficacia de las políticas públicas en una industria clave para la competitividad del país, de la que depende la masificación del acceso a Internet, particularmente cuando el gobierno ha asignado a las telecomunicaciones el carácter de ‘servicio esencial’, en el marco de la pandemia del COVID-19.
Además, es la piedra angular de los 17 proyectos de digitalización que son un eslabón determinante en la estrategia del gobierno para la reactivación de una economía maltrecha por la pandemia, entre los que están: el teletrabajo, la modernización de la Dian, el Runt, y la transformación del Icetex y el Icfes, entre otros.
La digitalización ha mantenido a flote la actividad económica no solo en Colombia sino en el mundo, pero también ha expuesto la desigualdad que hay. Por ejemplo, se está ampliando la brecha entre los niños y adolescentes que tienen acceso a Internet, que pueden continuar con sus estudios, y quienes no lo tienen, produciendo una deserción escolar de la que apenas sabremos su dimensión real una vez vuelva la normalidad.
El informe de la CRC, que recoge datos del Dane y de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), señala que mientras en Colombia la penetración de Internet móvil en 2015 era del 44,2 % y en los países en desarrollo, del 35,7 %, para 2019 esa cifra pasó al 61,9 % y al 75,2 %, respectivamente.
Es decir, en el país el crecimiento de usuarios de Internet móvil en cinco años fue de apenas 17,7 puntos porcentuales, mientras que el promedio de las naciones en desarrollo fue de 39,5, sobre el total de la población.
Si bien desde 2015 hemos estado por debajo de casi todas las mediciones en cuanto al acceso a Internet móvil, la brecha se hace cada vez mayor: el promedio mundial para 2019 fue del 83 % y en los países desarrollados de 121,7 %. Ambos, con incrementos alrededor de 40 puntos porcentuales en el quinquenio.
En cuanto a las suscripciones a Internet fijo por hogar, el rezago es un poco menor, pero se mantiene una tendencia que solo se puede calificar como un retroceso, pues nuevamente estamos por debajo de todos los promedios.
En 2015, la penetración de conexiones de Internet por hogar fue de 37,1 %, y alcanzó 43 % en el 2019; por su parte, los países en desarrollo pasaron del 35,4 % al 46,7 % en el mismo período, mientras que el promedio mundial se incrementó casi 10 puntos porcentuales, llegando a 57 % el año pasado.
La CRC resalta que en 2019 “Colombia se posicionó en el puesto 43 a nivel mundial en penetración móvil de acuerdo con el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial”, pero pasa por alto que se trata de ‘voz móvil’, y que ese mismo informe ubica al país en la posición 101 en cuanto a Internet móvil, 80 en el uso general de Internet y 87 en la adopción de las TIC, entre 141 países.
Para hacernos una idea, solo en el caso de Internet móvil (reseñado como banda ancha móvil), el índice ubica a Brasil en el puesto 13; Chile, 43; Argentina, 60; México, 78; Perú, 84, y Venezuela, en el 99.
De hecho, la relevancia del sector TIC en el PIB nacional también se redujo: en 2015 correspondía al 4,2 %, mientras que en el 2019 su participación pasó a ser del 3,6 %. Y mientras que el PIB creció 3,3 % en 2019, el crecimiento del sector fue de apenas 0,8 %.
Según el Dane, el valor agregado de todo el sector TIC (que reúne a las telcos, los proveedores TI, contenidos y medios, comercio, infraestructura y manufactura) fue de 34,6 billones de pesos, de los cuales el subsector de telcos facturó cerca de 19,4 billones de pesos, 0,5 % más que en 2018, mientras que el año anterior el incremento había sido del 3,8 %.
La CRC ha dicho que el flojo desempeño del 2019 (por lo menos en cuanto a lo económico) se debe fundamentalmente a la no renovación del contrato del programa Vive Digital, lo cual, según la Comisión, frenó un ritmo de crecimiento, que para el primer semestre fue superior al 5 %.
Por lo pronto, el 27 de septiembre pasado el gobierno abrió una licitación por 2,13 billones de pesos para implementar 10.000 centros digitales de Internet gratuito, que es promovido como ‘el proyecto de conectividad rural más grande de la historia del país’. Con esto se reemplazará al programa Vive Digital, creado durante el gobierno de Juan Manuel Santos.
Pero el problema es más profundo que la cancelación de Vive Digital. Si buscamos respuestas, lo primero que saltará a la vista es que se trata de un mercado altamente concentrado. Y las cifras no mienten.
Claro tiene 55,5 % de los clientes de Internet móvil y 37,9 % de banda ancha fija. Mientras que en el conjunto del sector de las telecomunicaciones sus servicios representan el 47 % de todos los usuarios que hay en Colombia.
Son numerosos los estudios que llaman al gobierno y al regulador a tomar medidas sobre el que han calificado como uno de los mercados de telecomunicaciones más concentrados del mundo.
Por ejemplo, en agosto se dio a conocer la investigación Impacto de la concentración del mercado móvil en Colombia sobre la competitividad, del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes (auspiciada por Movistar), la cual señaló que a una mayor concentración de mercado hay un menor uso de las TIC, y recomendó “liberalizar y fomentar una mayor competencia en el mercado de telecomunicaciones móviles para incrementar el uso de las TIC y la competitividad de Colombia”.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) ha alertado en 2 informes, en 2014 y en 2019, sobre el alto grado de concentración en el mercado colombiano, y ha resaltado que el país “registra los índices de penetración más bajos de la Ocde tanto para las comunicaciones fijas como para las móviles”.
Por ello, recomendó en el informe Going Digital de 2019 realizar la subasta de espectro de la banda de 700 MHz para ampliar cobertura y competencia (la cual se hizo en diciembre del año pasado, en la que se definió la entrada de un nuevo operador, Novator Partners); también sugirió reducir la carga fiscal de los operadores, revisar las tasas de importación de los de equipos y preservar la independencia del nuevo regulador convergente, es decir, la CRC.
La ahora ‘superpoderosa CRC’ lleva analizando desde 2017 si hay un operador dominante en las telecomunicaciones, para tomar medidas que permitan solucionar la falla de mercado que aún persiste a pesar de que hace 11 años se definió a Comcel (hoy Claro) como operador dominante en el mercado de voz móvil, y en 2013 le impuso medidas asimétricas.
Lo preocupante es que el regulador se demore tanto en definir si Claro es o no dominante, sin importar el resultado, en una industria que precisamente requiere dinamismo en la toma de decisiones. Desde la conformación de la nueva junta han tenido 8 meses, y aún no se sabe nada.
En el coctel que componen las causas del freno en seco en la masificación de Internet en Colombia, tenemos la reversión de activos que obligó a Claro y Movistar a pagar al estado 4,7 billones de pesos en 2017, lo que obviamente influyó en las inversiones proyectadas de estas 2 multinacionales.
En paralelo, la caída en los precios del petróleo durante la década pasada produjo una devaluación de la tasa de cambio, que acumuló una depreciación del peso del 64 % en su valor promedio entre 2014 y 2019. Esto impactó las finanzas de las empresas y encareció los costos de los equipos importados.
Se puede rescatar que, a pesar de las presiones, en 2018 y 2019 la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del sector se ubicó por debajo de la inflación nacional. Esto puede leerse como que la devaluación y multimillonaria reversión de activos no se han transferido a los clientes como suele suceder en la economía, gracias a la competencia entre sus protagonistas.
Con la sanción de la Ley 1978 de 2019, de Modernización del Sector TIC, se dio un paso positivo al ampliar el período en las licencias de espectro de 10 a 20 años y se le otorgó mayor independencia a la CRC frente al Ministerio TIC, además de convertirla en un regulador convergente al sumarle el componente audiovisual de la desaparecida Autoridad Nacional de Televisión. Ahora, con las herramientas dadas, que cumpla con su misión.
El presidente Iván Duque aseguró el 24 de septiembre en el foro de Perspectivas Económicas, de la Ocde, que se llevan a cabo proyectos que “apuntan a que nuestro país sea un centro regional de Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, computación en la nube, ciberseguridad y también servicios como Fintech, Govtech y Healthtech”.
¿Será que mientras el presidente Duque y la ministra TIC Karen Abudinen hablan de competitividad, de la importancia de la digitalización y la industria del conocimiento en foros internacionales, tendrán en cuenta que la base sobre la que todo esto se construye necesita de acciones urgentes para retomar la senda del crecimiento que caracterizó al sector de las telecomunicaciones durante los primeros 15 años del siglo?