¡Hasta luego, procrastinación!

Publicado el 22 Jun 2021

Procrastinación

Procrastinar: una palabra que escuchamos hoy en todo momento. Para nadie es un secreto, todos lo hacemos, dejamos las tareas para después y preferimos ver la nueva serie de Netflix de la que todos hablan. Ahora, con el trabajo en casa y la oficina donde comemos y dormimos, la procrastinación acecha en cada momento. ¿Cómo podemos enfrentarnos a la tentación de aplazar los pendientes?

No solo se dilatan las actividades laborales, sino también las del hogar o las personales, como esa novela que sueñas escribir. La raíz del problema radica en algo muy sencillo y difícil de tratar: la motivación. ¿Cómo puedes trabajar sin motivación? Se crea un círculo vicioso en el cual no haces los pendientes por falta de motivación, te sientes culpable y menos entusiasmado, procrastinas y vuelves a aplazarlo debido a esta emoción; por lo tanto, ¡es necesario romper ese ciclo abúlico!

La primera acción para romper este ciclo es no estar involucrado emocionalmente con la tarea. La emocionalidad negativa bloquea cualquier proceso porque, naturalmente, si no te sientes bien con algo, no vas a querer hacerlo. Hay dos matices de esto: el primero es no querer hacer algo por hacer otra cosa, es decir, que hay prioridades distintas. El segundo es tener un problema de motivación para iniciar el desarrollo de la tarea. La solución es indagar en ese estado emocional relacionado con la tarea que se procrastina y resolverlo.

La segunda acción es… ¡actuar! Iniciar es el instante más crítico, pero si se logra, este motiva a seguir. Es como encender una chispa que desencadena la ignición, por esto mismo es importantísimo crear el momento. No siempre se está motivado a empezar, pero iniciar activa el trabajo y es el mejor catalizador. Para generar este momento adecuado es necesario preguntarse por qué procrastinamos. Ahí radica la llave para abrir el camino al movimiento.

El método del embudo del enfoque que propone Rory Vaden en su libro ‘Procrastinar a propósito’ (2015) me parece interesante y útil porque nos acerca a la productividad multidimensional. Imagina un embudo en el cual depositas todas tus tareas y las sometes a los siguientes filtros en forma de preguntas. Si la respuesta a alguna de estas es afirmativa, la tarea no continua en el embudo y debería quedar finiquitada. Las preguntas son: ¿Se puede eliminar? ¿Se puede automatizar? ¿Se puede delegar? Si llegas a este punto, debes realizarla y definir si la haces ahora o la procrastinas con intención.

Has decidido hacerla, entonces puedes desarrollarla usando alguna de los cientos de técnicas que ofrece Tiger Academy en productividad multidimensional, es decir, armonizando la energía, tiempo, prioridades, tareas y metas que tienes como un método dinámico. Por otro lado, si escoges hacerla más tarde, la tarea regresa al inicio del embudo y eso se llama ‘procrastinar a propósito’.

Cada persona debe perfeccionar sus habilidades para desarrollar tareas y encontrar su propio método para vencer la procrastinación. Hacerse un máster en su propia productividad no es fácil, pero con las herramientas adecuadas y el trabajo personal puedes dejar esa serie de Netflix para el momento más adecuado.


Imagen: Luis Villasmil (Unplash).

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Amikam Yalovetzky

Profesional internacional de ventas y desarrollo de negocios en tecnología con cerca de 20 años de experiencia en el desarrollo y ejecución de estrategias innovadoras de ventas y en la construcción de equipos de marketing y ventas de alto rendimiento.Senior Manager Global Corporate Marketing en MediaTek, y fundador de Tiger Academy.Colaborador y consultor en Impacto TIC.

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