Rechazamos toda actu ación que vaya en contravía de nuestros principios y valores. Esta es la acción puntual de Avianca Holdings con relación al comportamiento del empleado de @Avianca_Cargo que violó la ley y normatividad dentro del evento Mundialista. pic.twitter.com/aDtEWEXqsJ
— Avianca (@Avianca) 20 de junio de 2018
¿Le parece exagerada la decisión de Avianca? Aunque no se puede estar a favor de ningún linchamiento digital, y se puede debatir si una empresa puede “legalmente” despedir a un empleado por lo que hace en su vida privada, ¿qué tan seguido estamos siendo conscientes de que todos los actos tienen consecuencias, y que las digitales –publicadas incluso por terceros– no son la excepción?
Hablar sobre educación digital nunca será suficiente. Aunque muchos ya entienden que postear con responsabilidad puede evitar consecuencias nefastas como el linchamiento digital y que actuar con sentido común, rescatar conceptos de ética, educación e incluso de reputación y de marca personal es lo mejor que se puede hacer en una red social, cuando se trata de buscar clics y de querer ser ‘graciosos’ el ‘todo vale’ entra a escena.
Cabe señalar que la mayoría de los casos destacados corresponde a personas anónimas, quienes no tenían mayor protección ante el linchamiento digital que seguiría a sus publicaciones. En casos en los que los autores de los tuits gozan de reconocimiento o fama, las consecuencias pueden ser menores o, para bien o para mal, estos tienen la posibilidad de hacer ‘control de daños’, como ocurrió con el expresidente Álvaro Uribe Vélez al tachar de violador al columnista y youtuber Daniel Samper Ospina.
Que Álvaro Uribe espere las consecuencias penales de llamarme violador de niños: su enferma irresponsabilidad no tiene límites… pic.twitter.com/DUpvYdYHWW
— Daniel Samper Ospina (@DanielSamperO) July 14, 2017
Estos son otros 10 casos en los que las actuaciones digitales han tenido consecuencias desastrosas para sus protagonistas. Casos que quizá nos hagan ver que antes de postear, primero hay que pensar:
Periodistas paraguayos en Rusia
Los presentadores Pitu Willis y César Trinidad, enviados del Canal Telefuturo, podrían ser deportados luego de que se hiciera viral un video en el que instan a una mujer asiática a decir frases soeces en el idioma guaraní, segunda lengua de los paraguayos. Se trata de la misma broma que hicieron unos colombianos contra unas japonesas, con la gravedad de que se trata de periodistas acreditados para el mundial.
VP de CBS fue despedida por post en Facebook
Hayley Geftman-Gold era la VP y Consejera Senior de Transacciones Estratégicas de CBS hasta 2017, año en el que ocurrió la masacre en Las Vegas y en el que –de manera poco estratégica y sí muy desafortunada– comentó en Facebook que las víctimas de la masacre en Las Vegas no merecen compasión, pues “los fanáticos de la música Country son pistoleros republicanos”.
Aunque Geftman-Gold se disculpó por su publicación, que calificó como vergonzosa, y lamentó “profundamente haber disminuido la importancia de todas las vidas afectadas por el terrorismo”, CBS la despidió de inmediato diciendo que “sus puntos de vista expresados en las redes sociales son profundamente inaceptables para todos nosotros en CBS. Nuestros corazones están con las víctimas en Las Vegas y sus familias”.
Justine Sacco
Es tal vez uno de los casos más recordados de linchamiento digital y sucedió en 2013. Sacco era la directora de comunicación de InterActive Corp (IAC), empresa propietaria de sitios web como Match.com, Vimeo y The Daily Beast, y fue despedida luego de un desafortunado tuit catalogado como racista: “Me voy a África. Espero no pillar el sida. Es broma. ¡Soy blanca!”.
Ella tuiteó, y emprendió su viaje de 11 horas en las que estalló la horda de rechazo digital. Cuando llegó a su destino y encendió su teléfono, se había convertido en ‘trending topic’ mundial, e incluso en el mismo aeropuerto la esperaban, pues alguien publicó una foto de ella al llegar.
A la cárcel por grupo en Facebook
En 2009, al estudiante Nicolás Castro se le ocurrió crear un grupo en Facebook llamado ‘Me comprometo a matar a Jerónimo Uribe, hijo de Álvaro Uribe’. Este hecho se interpretó como una amenaza de muerte directa contra un hijo del entonces presidente de la República; Jerónimo Uribe puso una denuncia, y Castro fue detenido, sentenciado y enviado a la cárcel La Picota.
Pagó 4 meses en la cárcel y fue absuelto, vivió 5 años en el exilio, pues luego de salir de la cárcel le entregaron en 3 ocasiones panfletos con amenazas de muerte. En 2011 se mudó a Buenos Aires como refugiado político, y en 2014 regresó al país.
Logan Paul
Este famoso videoblogger (vlogger), quien tenía más de 15 millones de suscriptores, viajó a Japón y fue con sus amigos al bosque Aokigahara, conocido por ser un lugar a donde van personas a suicidarse. Estando allá, encontraron a una persona que se había colgado, y Paul decidió hacer un video junto al cadáver en el que pareció reírse de este.
La discusión se hizo mundial, Paul se disculpó y borró el contenido aunque varias personas lo guardaron antes de eso, y finalmente YouTube compartió un hilo en su cuenta oficial de Twitter en el que pedía disculpas por no pronunciarse a tiempo frente al caso. La plataforma también anunció que el joven sería retirado del programa Google Preferred, un portal que ofrece a los anunciantes de marcas acceso a los canales más populares.
An open letter to our community:
Many of you have been frustrated with our lack of communication recently. You’re right to be. You deserve to know what’s going on.
— YouTube (@YouTube) 9 de enero de 2018
Nacho Vigalondo
En 2011, el director de cine Nacho Vigalondo celebró sus 50.000 seguidores con un tuit ofensivo que decía:
Ahora que tengo más de cincuenta mil followers y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El holocausto fue un montaje!
— Nacho Vigalondo (@vigalondo) 28 de enero de 2011
Aunque el artista explicó que se trataba de una broma, se enfrentó a fuertes críticas, perdió su blog en el diario ElPais.com y quedó marcado como antisemita.
Fernando Gómez Franco
En Bogotá, Fernando Gómez Franco llevaba tan solo una semana nombrado como presidente de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), pero una serie de tuits antiguos, que algunos tuiteros y luego los medios de comunicación sacaron a la luz, le costó el cargo.
Gómez, confiado en que solo tenía unos 35 seguidores, publicaba tuits groseros, de doble sentido, como: “Amanecí con ganas de emborracharme, pero me duran como dos horas y no hay con quien”. Sobre el aeropuerto: “El nuevo dorado muy bonito, pero toca traer lonchera, no venden ni mierda”; “sabían que algunos moteles tienen cuenta Twitter. ¡Qué miedo! No me imagino a la camarera trinando cuando uno esté haciendo la carretilla”. Y sobre su área luego tuiteó: “Podemos juntar la capacidad logística de la Empresa de Acueducto de Bogotá, con la solidez de la Empresa de Energía de Bogotá, para hacer más fuerte la nueva empresa de aseo de Bogotá”. Las alarmas se prendieron, lo investigaron y finalmente quedó sin uno de los cargos públicos mejor pagados del país –no alcanzó ni a posesionarse en el cargo–.
Gómez argumentó que sus tuits estaban dirigidos a un público reducido. He ahí el problema de no entender el medio en el que se navega, porque a pesar de que en ese entonces (año 2013) solo tenía 36 seguidores no tuvo en cuenta la repercusión y el eco que generan los retuits.
Pocos meses después, otro miembro del equipo del entonces alcalde Gustavo Petro vivió una situación similar. Augusto Ocampo, director de asuntos disciplinarios de la Alcaldía de Bogotá, quien en varios tuits insultaba, injuriaba o incluso calumniaba a otros funcionarios y a periodistas como Vicky Dávila y Yesid Lancheros. Ocampo fue sancionado e inhabilitado por la Personería Distrital por estos tuits. En sus declaraciones a los medios, mostró que en su momento no entendía que en Twitter siempre se representa a la empresa o institución en la que se trabaja, no importa que esta no se mencione explícitamente o que en el perfil se escriba la típica frase de ‘mis tuits son personales y no representan la empresa donde trabajo’. Ocampo se moderó en Twitter y hoy lleva su cuenta acertadamente –incluso en tiempos de campaña electoral–, pero su caso fue un llamado de atención para todos: lo que se publica tiene consecuencias, y más cuando hay un vínculo a una institución o empresa.
Lindsey Stone
Publicó una foto burlándose de un cartel del cementerio militar de Arlington (Virginia, Estados Unidos). Posó mostrando su dedo anular y simulando que gritaba ante la señal de “Silencio y respeto”. Para colmo, la amiga que publicó la foto no sabía que tenía su perfil abierto al público.
La audiencia tomó la publicación como una ofensa a los fallecidos por la guerra, Stone perdió su empleo, se tuvo que mudar de casa y se encerró entre 4 paredes porque no podía ver a nadie. Un par de años después, aún se lamentaba sobre su suerte.
Alicia Ann Lynch
No menos incocrrecta que la anterior, Alicia se disfrazó de víctima del atentado de Boston y publicó la foto en su cuenta de Facebook.
Luego del linchamiento digital, que incluyó amenazas de muerte, perdió su trabajo, cerró sus perfiles, no sin antes pedir insistentemente que no siguieran acosando a sus padres, quienes también sufrieron las consecuencias.
Argentino en Rusia
Néstor Fernando Penovi hizo circular en redes sociales un video en el que le pedía a una joven rusa que repitiera ante la cámara frases en español que él le decía, al igual que los casos latinoamericanos anteriores. La hizo decir en español obscenidades e incluso agregó reclamos diplomáticos del gobierno del presidente Vladimir Putin. El hincha argentino tampoco pudo ingresar a más partidos y se suma a la lista de amonestados.
Sexista e irrespetuoso. Después de que las autoridades rusas dieran lugar a nuestro pedido, Fernando Penovi, el argentino que usó a una joven rusa para decir obscenidades, no podrá ingresar a los estadios. Se suma a los 3.000 que quedaron fuera del #MundialRusia2018. pic.twitter.com/CTTgZ0RDSR
— Patricia Bullrich (@PatoBullrich) 21 de junio de 2018