Colegios y universidades están dando un salto tecnológico importante que debe ser planificado de la mano de expertos para evitar caer en soluciones de corto plazo.
Muchos colegios y universidades vienen trabajando en un plan para desarrollar e implementar tecnologías en sus instalaciones; otros apenas están comenzando ese camino aparentemente complejo. Con la llegada de la pandemia, algunos pocos estaban preparados e implementaron la aceleración en los procesos de capacitación y formación de sus docentes para que estos pudieran sacar provecho de estas herramientas y adaptaran así sus currículos académicos a las nuevas formas de enseñar. Pero para la gran mayoría la tecnología es un nuevo e inexplorado camino que se ha tenido que asimilar con dudas, casi como un salto obligado al vacío.
En lo corrido del año y especialmente desde que comenzó el aislamiento preventivo, he podido ver cómo colegios y universidades, con cierto desdén, botan sus recursos a la caneca, invirtiendo en soluciones a corto plazo. Entre ellas la compra de televisores, con los que buscan solucionar la falta de tecnología en sus aulas, sin darse cuenta de que realmente es una opción que no genera un aporte significativo en materia de educación y mucho menos cuando se trata de realizar trabajo colaborativo y educación a distancia.
Con un televisor ‘inteligente’, un profesor únicamente podría compartir pantalla, conectarse a páginas web o usarlo para ver videos. Pero, ¿cómo podría dar clases un profesor a través de un TV?, ¿cómo hace un profesor para digitalizar un contenido y compartirlo con sus estudiantes?. Realmente un televisor, a pesar de ser accesible en términos económicos y de contar con múltiples funciones, no es una herramienta que aporte y esté creada con fines educativos, como sí lo son las pantallas interactivas, mediante las cuales es posible trabajar con un software que aporta accesibilidad e interactividad a profesores y estudiantes en los procesos educativos, permitiendo lecciones dinámicas, control y seguimiento de actividades y facilidades para hacer trabajo colaborativo y a distancia.
Ahora veamos el caso de los videoproyectores. Aparentemente son una tecnología de bajo costo, pero a largo plazo pierden vigencia, incluso ya después de un par de años; si todavía funcionaran en ese lapso, sus proyecciones pasan a ser de baja calidad. Son dispositivos delicados, con repuestos costosos que sumados al personal de mantenimiento y a los límites de sus garantías terminan siendo tecnologías que se deprecian muy rápido y resultan siendo más costosas a lo largo del tiempo. Cuando se invierte en estas tecnologías que no aportan mucho a la educación y a los procesos de enseñanza, se limita a los profesores y se pierde la oportunidad de evolucionar y llevar la educación a otro nivel.
Inversiones para el largo plazo
Ahora veamos el otro lado de la moneda, revisando las ventajas que traen consigo invertir en soluciones colaborativas como las de i3-Technologies, pensadas y desarrolladas para la educación y que por lo tanto son una mejor y más acertada inversión para cualquier institución. A diferencia del televisor, una pantalla interactiva trabaja con un software (también interactivo) que permite infinidad de posibilidades, como presentar contenidos, escribir y tomar anotaciones, subir y crear contenidos, trabajar simultáneamente, conectarse o hacer reuniones a través de videoconferencias, compartir contenidos por correo o código QR, conectar otros dispositivos y trabajar a distancia de manera colaborativa y en dos vías. Además son equipos robustos, que no necesitan mantenimiento constante y cuentan con garantías de hasta 8 años, ya que están diseñadas para funcionar durante largo tiempo.
Si a una pantalla interactiva se le suma software educativo y de videoconferencia, se requeriría adicionalmente una webcam de gama alta para tener la mejor solución interactiva que puede necesitar una institución educativa en estos momentos. A estos espacios los llamamos salones o aulas híbridas, en las que el docente puede estar en contacto con sus estudiantes, presentar los contenidos a los que están en el salón y en casa, y en las que todos pueden interactuar y participar en las actividades desde cualquier dispositivo, ya sea celular, tableta o computador de escritorio. Adicional a esto no es necesario tomar apuntes, ya que todos los contenidos que se presentan, incluidas anotaciones, contenidos prediseñados o creados en clase, se pueden compartir al finalizar la sesión a través de correo electrónico o de inmediato escaneando un código QR.
Si bien es incierto lo que pueda suceder en los próximos meses, aquellos que no tomen una decisión inmediata y radical para invertir en mejores herramientas tecnológicas que faciliten la labor del docente, estudiantes y padres de familia, verán las consecuencias reflejadas en altos pagos de matrículas y posibles deserciones. Son muchos los colegios y universidades que no se han pronunciado o no han dado respuestas convincentes sobre cómo trabajarán en el regreso a clases presenciales y siguen a la espera de un pronunciamiento oficial del gobierno. Mientras los padres, por su lado, evalúan los altos costos que pagan en educación, en comparación con las herramientas y contenidos que sus hijos reciben y el tiempo que deben invertir en su formación desde casa.
Beneficios para todos los miembros de la comunidad educativa
Con una adecuada inversión tecnológica no es necesario que los padres tengan que hacer un acompañamiento constante durante las lecciones. Por su parte, los estudiantes sentirán una mayor motivación al tener clases dinámicas e interactivas. Para todos se facilitará el seguimiento de los materiales y trabajos, se disminuirán las labores manuales y artesanales y no se requerirá la toma constante de notas, ya que los contenidos se pueden compartir de inmediato o retomar en cualquier momento.
La situación coyuntural por la pandemia pasó del confinamiento a la nueva normalidad, por lo que llegó el momento de actuar. Las instituciones deben mover sus fichas e implementar soluciones contundentes que ofrezcan soluciones que faciliten la vida de docentes, estudiantes y padres de familia manteniendo una educación de calidad.
No es necesario vivir en una situación de angustia permanente; se debe construir sobre lo que viene y contribuir con un modelo educativo flexible que permita disminuir el caos en las ciudades para que al volver a la ‘normalidad’ puedan mirar hacia atrás y darse cuenta de que la inversión y adecuación de nuevas tecnologías aportó a una mejor educación y creó instituciones más competitivas y evolucionadas.
La educación ha demandado un cambio significativo desde hace varios años; la coyuntura actual está preparando el terreno para incursionar en una nueva educación, así que es tiempo de asesorarse con los agentes adecuados y subirse al tren de la tecnología que le permitirá construir una institución más fuerte y competitiva que brinda soluciones para toda la comunidad.