La historia nos dice que América fue descubierta y que los negros era esclavos traídos de África. Pero bien dicen que la historia depende de quien la cuente, de ahí el que cada vez más existan iniciativas para contar historias desde otras perspectivas, otras voces y otros lenguajes. Las personas negras no eran esclavas, fueron esclavizadas. Parece algo mínimo, pero semánticamente acarrea otras interpretaciones.
Aún hoy, niños, niñas, adolescentes y adultos de comunidades afrodescendientes tienen en su chip el pensamiento de que son hijos de esclavos, que ellos mismos son esclavos. ¿Qué pasa cuando se enteran de que hubo reyes, reinas o faraones negros? Sí, con seguridad abren los ojos y no lo pueden creer, porque no es lo que les han enseñado.
La historia, esa historia tradicional y hegemónica, ha contado una versión. De hecho, también ha creado informaciones falsas, #FakeNews, omitiendo o alterando información. Como por ejemplo, la relacionada con el presidente negro que ya hubo en Colombia. Al general Juan José Nieto, la historia quiso blanquearlo y no reconocerlo como negro, al igual que ha sucedido con figuras como los mencionados faraones.
La discriminación existe, desde el día a día en las calles, pasando también por el entorno tecnológico en el que algoritmos de reconocimiento facial fallan más con afrodescendientes, hasta el actual modelo comercial de las redes sociales más populares que se beneficia activamente de la información falsa, el racismo y la intolerancia para hacer negocios, según explica la ONU.
Ahora, en cuanto al diario vivir, el ‘Informe Diversidad e Inclusión 2020’ de Facebook –que contempló 6.000 participantes de Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú– identifica que un 44 % de los colombianos reconoce haber enfrentado algún tipo de discriminación y casi 80 % reconoce haber presenciado actos de discriminación. También destaca que en la región, 91 % de los latinoamericanos cree que la discriminación tiene sus raíces en la sociedad; y que 7 de cada 10 personas reciben diferentes tratamientos según su grupo social.
De otro lado, entre el Censo General 2005 y el Censo Nacional de Población de 2018, el autorreconocimiento como persona negra, afrocolombiana, raizal o palanquera (NARP), se reduce en un 30,8 % ¿Por qué no se reconocen como población NARP? Por factores sociales y culturales, entre otras razones mencionadas por el Dane. De hecho, de acuerdo con el informe de Facebook, casi 80 % de los colombianos reconocieron que no se sienten para nada representados por la publicidad que se distribuye en la región. ¿A la hora de crear contenido se está pensando en la diversidad que hay, al menos en Colombia? Todo indica que no.
Y no se trata solo de representación afro: el informe señala que un 59 % de los encuestados considera que las personas afrodescendientes o indígenas están en posiciones menos destacadas, sin protagonismo, y en la región se identifica que el grupo menos representado en los anuncios publicitarios son las personas con discapacidades; un 30% de las personas encuestadas no recordó ningún anuncio dirigido a este sector. Tan solo en Colombia, sin embargo, hay 508.635 personas con discapacidad auditiva.
Regresando a las comunidades negras, según el último censo de población del Dane (2018), en Colombia hay 4.671.160 personas de poblaciones negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, que corresponden al 9,34 % de la población total nacional, aunque se estima que podrían ser muchas más, dado que existen comunidades no censadas. No deja de ser paradójico que se reduzca ese autorreconocimiento en un país que tiene la segunda ciudad afro de América del sur: hablamos de Santiago de Cali (la primera es Salvador de Bahía, en Brasil).
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Etnoeducación para el reconocimiento
El reconocimiento de la historia y la culutra afrodescendiente debe darse tanto en las mismas poblaciones NARP, como en otras. Es un tema de educación, más especifiamente de etnoeducación, que se refiere a la enseñanza para comunidades de diversas etnias indígenas, afrocolombianos, raizales y gitanos, entre otros.
En esa tarea han estado trabajando personas como Leopoldo Prado, profesional en estudios generales de ciencias sociales de la Universidad Al Mustafa (República islámica de Irán), conferencista TED, docente y creador de Mansa Musa, una herramienta que, según explica, nace para erradicar la invisibilización, la falsificación y racismo para con la población afrodescendiente, a través de contenidos afrodigitales.
La historia de Mansa Musa ya lleva a 10 años. Nació como una fundación –hoy ya es una empresa formalizada (SAS)–, y pasó incluso por la aplicación ‘Herencia App’, que en 2017 fue lanzada por el grupo musical Herencia de Timbiquí y el mismo Leopoldo Prado. En ese entonces llamó la atención del ministro TIC del momento, David Luna, pero la sociedad se diluyó. Sin embargo, el trabajo ha continuado y se espera lanzar la nueva herramienta en el transcurso de 2021.
Se trata de una plataforma con más de 1.000 contenidos, con enfoque afro, creados por cientos de docentes. Estos contenidos se podrán consumir a través de streaming, como funcionan otros servicios tipo Netflix o Amazon Prime.
Lo que Mansa Musa busca es “impactar, dejar algo de huella, que las personas como afrodescendiente se sientan identificadas, que como afrosdescendientes se sientan diferentes y que no solo se les hable del esclavo. Existen más de 2.000 inventos creados por afrodescendientes, y otros 1.000 que están sin patente, cosas del día a día como la calefacción o la tecnología que llevó a las gafas 3D, que la creó una mujer negra (Valerie L. Thomas). Esas son cosas que no se les muestran a los chicos. Son cosas que los niños necesitan saber”, explica Prado.
La visibilización de referentes es una parte esencial del reconocimiento y el empoderamiento de comunidades. “No se trata de tapar el sol con un dedo, porque la esclavitud está allí. Se trata de crear una ruta para que los jóvenes sepan qué pasó antes de que el negro se convirtiera en esclavo, porque no nació como esclavo. Esto es pertinente, porque Colombia es un país plurietnico y pluricultural“, destaca Prado.
Desarrollos como este buscan llevar la etnoeducación a más personas, también a los no afrodescendientes. Si bien la información ya existe, el trabajo de curación, organización y disposición de la información, que sean realmente útiles, son algunos de los valores agregados de Mansa Musa. “Toda la información relacionada con el afro está aquí y creemos que puede tener un alto impacto en las personas”, agrega el fundador de la iniciativa.
Tanto Prado como su equipo de trabajo saben el impacto que la tecnología puede generar y son conocedores de primera mano de las limitaciones de acceso a la información. La apuesta es que con la creación y disponibilización de tales contenidos digitales, las comunidades puedan cambiar el chip y empoderarse.
Todo se puede hacer a través de la tecnología, se puede impactar, se pude cambiar la vida de cualquier persona. Podemos mitigar fuertemente –erradicar es difícil– el matoneo, el racismo y la inivsibilización. Se puede trabajar fuertemente para que los estudiantes tengan una experiencia diferente a la hora de conocerse, de conocer sus ancestros, porque no tienen acceso a la información. La tecnología debe ser una herramientra para llegar a cualquier persona.
Leopoldo Prado, creador de Mansa Musa.
Aunque Mansa Musa nace en Cali, el trabajo de la red de docentes no se centra únicamente en Colombia. También cuenta con material para Latinoamérica. Cuando se haga el lanzamiento oficial, espere todos los detalles en Impacto TIC.
Foto de portada: Alejandra Quintero Sinisterra (En: Wikimedia Commons)