“La naturaleza es un computador cuántico”. Con esta premisa, el físico teórico Michio Kaku inició su presentación en ANDICOM 40, el congreso internacional de TIC que se celebró en Cartagena. En su segunda visita a este evento, Kaku expuso su visión sobre las revoluciones tecnológicas que definen la generación de riqueza y cómo la Inteligencia Artificial (IA) y la computación cuántica están configurando el presente y el futuro de la humanidad.
El eje central de su argumento es que la riqueza de las naciones no proviene de los impuestos, sino de la ciencia y las revoluciones industriales que está impulsa. Tras describir las tres primeras olas —la máquina de vapor, la electricidad y la computación digital—, Kaku se centró en las dos que marcarán este siglo: la Inteligencia Artificial como la cuarta ola y la computación cuántica como la quinta.
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La cuarta ola: La IA como una espada de doble filo
La cuarta revolución, según Kaku, ya está en marcha y se encuentra en nuestros bolsillos, automóviles y hogares. La Inteligencia Artificial representa una transformación en el procesamiento de la información. El físico la describió con una analogía: mientras una grabadora de cinta solo registra y reproduce información, un chatbot toma cantidades ilimitadas de datos de internet, los procesa, los reordena y los presenta de una forma nueva.
Esta capacidad convierte a la IA en una herramienta de gran utilidad, capaz de redactar textos de alta calidad y acelerar procesos en industrias como la editorial. Sin embargo, Kaku advirtió que se trata de una “espada de doble filo”. El principal problema es que estas tecnologías no tienen moral ni distinguen el bien del mal; son simplemente máquinas.
Como consecuencia, la IA es propensa a cometer errores significativos. Puede plagiar contenido, afirmar hechos incorrectos y ‘alucinar’, es decir, inventar resultados cuando se le asigna una tarea que no puede realizar lógicamente. Esta falta de fiabilidad, argumentó Kaku, la haría inadmisible en varios campos.
En el ámbito educativo, esta situación generará lo que Kaku denominó una “guerra de las copias”, en la que los estudiantes podrán usar IA para hacer trampa, mientras que los profesores necesitarán su propio software para detectar dichos plagios. Esta dinámica, afirmó, cambiará la naturaleza de la enseñanza.
El horizonte cuántico y sus promesas
Más allá de la IA, Kaku dedicó gran parte de su intervención a la quinta ola: la computación cuántica. Explicó que, a diferencia de los computadores digitales que operan con bits (unos y ceros), los computadores cuánticos trabajan directamente con átomos, que pueden existir en múltiples estados a la vez. Esto les otorga un poder de cálculo millones de veces superior al de cualquier máquina actual.
Esta capacidad ha desatado una carrera global entre naciones como China, Estados Unidos y Rusia para perfeccionar un computador cuántico funcional. El interés, incluso de agencias de seguridad, radica en que una máquina de este tipo podría, en principio, romper cualquier código de encriptación digital existente, poniendo en jaque la seguridad financiera y gubernamental del mundo.
Sin embargo, el lado positivo es aún más transformador. Dado que las enfermedades como el cáncer, el alzhéimer o el párkinson son de base molecular, los computadores cuánticos podrían modelarlas a nivel atómico para desarrollar curas, algo que los computadores digitales no pueden hacer.
Kaku fue más allá, sugiriendo que el envejecimiento es la acumulación de errores en el ADN. Una tecnología capaz de corregir estos errores a nivel genético podría, en teoría, extender la vida humana de manera considerable. El potencial de esta tecnología abarca desde el diseño de nuevos materiales hasta la predicción meteorológica precisa.
Trabajos y naturaleza
En su conferencia de ANDICOM 40, Kaku también abordó el impacto en el mercado laboral. Afirmó que los trabajos más amenazados son los manuales y repetitivos. En contraste, los oficios no repetitivos que requieren intervención humana y resolución de problemas, como los de un plomero, un conserje o un profesor, son muy difíciles de reemplazar por un robot.
Uno de los puntos más poéticos de su charla fue su visión del mundo y la naturaleza. Para Kaku, la naturaleza es la manifestación más fundamental de la computación cuántica. El científico sostiene que el universo no opera de manera digital, con simples ceros y unos, sino que funciona a nivel atómico, donde las partículas existen en múltiples estados a la vez.
Fenómenos tan esenciales para la vida como la fotosíntesis son procesos cuánticos. En su visión, para observar un computador cuántico en acción, basta con mirar el mundo natural: las hojas, los árboles y los procesos biológicos son ejemplos de sistemas que ‘computan’ con átomos, no con transistores.
Por ello es tan lógico que para resolver los problemas más complejos de la humanidad, como las enfermedades moleculares o la creación de nuevos materiales, debemos abandonar el modelo digital y adoptar el cuántico, que es el lenguaje inherente a la propia naturaleza. Por lo tanto, el avance tecnológico no consiste en inventar algo ajeno al mundo, sino en aprender a replicar los procesos de cómputo que la naturaleza ha perfeccionado a lo largo de la evolución.