La ciencia que está ayudando a los investigadores a encontrar a los desaparecidos en América Latina

Publicado el 05 May 2022

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En la mayoría de los países de América Latina en los que ha habido un alto nivel de conflicto civil en las últimas décadas sigue habiendo un gran número de personas desaparecidas debido a las desapariciones forzadas. Solo en Colombia se calcula que esta cifra supera las 120.000 personas tras 5 décadas de agria insurgencia. Muchos miles de personas han desaparecido en México, Argentina, Chile, El Salvador y Guatemala.

La búsqueda de restos humanos en Sudamérica supone un enorme desafío, que a menudo es consecuencia de que se desarrolla en lugares remotos, en terreno inhóspito y por el tiempo transcurrido desde la desaparición de la persona, que puede ser de más de 40 años.

Una investigación por fases

Tratar de localizar a las víctimas es un proceso muy específico para cada caso: depende en gran medida de cómo, cuándo, dónde y por qué fue asesinada cada víctima y de quién la mató. Dado que los Gobiernos a menudo no están dispuestos a buscar los cuerpos, a menudo [la tarea] ha recaído en investigadores como nosotros.

La estrategia generalmente aceptada para la búsqueda de restos, ya sea en tierra o bajo el agua, consiste en una investigación por fases de una zona que se sospecha ha sido utilizada para enterramientos. A menudo se trata de lugares en los que no es posible entrar y empezar a excavar, sino que primero es necesario reunir las pruebas que permitan obtener un sólido argumento legal para conseguir el permiso oficial.

La investigación parte de la información de fondo disponible y de los datos de satélite para buscar pistas sobre el lugar en el que podrían estar enterrados los cuerpos. A continuación, los equipos sobre el terreno realizan estudios controlados que suelen consistir en enterrar cadáveres de cerdos como sustitutos de los humanos. Esto les permite, durante largos periodos de tiempo, obtener información sobre cómo podría haber respondido el suelo de esa zona a los enterramientos humanos. Así pueden identificar los lugares de la zona donde se sospecha que hay enterramientos y tienen suelos de características similares, momento en el que pueden hacer estudios completos del terreno seguidos de investigaciones más intrusivas.

En una investigación que llevamos a cabo expertos de la Universidad de Keele, junto con colegas españoles de la Universidad de Oviedo, empleamos estas técnicas para localizar con éxito en 2016 los restos de 26 víctimas que habían sido enterradas en la década de 1930 en una región montañosa de la provincia de Asturias, en el norte de España, durante la Guerra Civil española.

Más recientemente, una organización llamada Equipo Argentino de Antropología Forense, creada originalmente para buscar víctimas desaparecidas en ese país, ha investigado otros conflictos sudamericanos y ha recuperado los restos de víctimas de un asesinato masivo en 1981 en El Salvador utilizando técnicas similares.

Recolección de pruebas

En un estudio controlado, los científicos identifican lugares de prueba que pueden ser similares a los que encuentran los investigadores forenses durante la búsqueda de víctimas de asesinatos. A continuación, reproducen lo que podrían encontrar los equipos de búsqueda; por ejemplo, simulan víctimas de asesinato en diversos escenarios de enterramiento.

Aunque la mayoría de los investigadores utiliza cerdos como sustitutos de los cadáveres humanos, algunos usan cuerpos donados cuando las leyes lo permiten. Los cerdos suelen utilizarse porque tienen un tamaño similar al de los humanos y una proporción comparable de tejido y grasa corporal, tamaño de los órganos y tipo de piel.

Estos lugares de prueba se estudian para averiguar el mejor método de detección de cadáveres en ese tipo de entorno. Esto se relaciona con el hecho de que, con el tiempo, los cuerpos se descomponen y liberan fluidos. Se convierten en esqueletos y el suelo subyacente se compacta.

El diagrama siguiente muestra las diferentes etapas de una fosa clandestina de una víctima de asesinato, con a) un enterramiento fresco que podría identificarse simplemente caminando sobre el lugar; b) la primera etapa de la descomposición en la que se liberan gases detectables por los perros de búsqueda; c) la descomposición en su última etapa, en la que se liberan fluidos conductores detectables por un estudio de resistividad eléctrica, y d) la etapa de esqueleto, que se detecta mejor con un radar de penetración terrestre (GPR).

Imagen: The Conversation

Nuestro equipo de investigación estableció sitios de prueba controlados en los terrenos del campus de las universidades de Los Llanos y Antonio Nariño en Colombia, que tienen diferentes ambientes tropicales, rurales y de campo. Simulamos entierros con cadáveres de cerdos en diferentes tipos de enterramientos. Algunos fueron desmembrados, otros vestidos y otros sin vestir. Estos, lamentablemente, son los escenarios de entierro comunes en Colombia.

Una vez creadas, las tumbas simuladas que contenían los cadáveres de los cerdos fueron rellenadas y supervisadas durante más de 2 años. El seguimiento incluyó estudios aéreos con cámaras y equipos de detección especializados con drones. También realizamos estudios geofísicos del suelo utilizando resistividad eléctrica, que mide las resistencias de la corriente en el suelo, siendo los fluidos de la descomposición un excelente objetivo geofísico –que se muestra a continuación–, y GPR que detecta objetos enterrados.

Sitio de enterramiento en Colombia mostrando equipos eléctricos que se utilizan para detectar restos
Fotografía de un emplazamiento en Colombia que muestra equipos geofísicos de resistividad eléctrica usados para recoger datos sobre los enterramientos clandestinos simulados de víctimas de asesinato (estacas de madera azules y amarillas). Imagen: autores del artículo.

A partir de los resultados de los drones, encontramos cambios en la vegetación que indicaban posiciones recientes de las tumbas, si no estaban en zonas de bosque densas. También crecían plantas diferentes sobre los enterramientos en comparación con las plantas típicas del bosque, por lo que éstas podrían indicar dónde se encuentran los cuerpos si los equipos de búsqueda supieran lo que están buscando.

Los resultados geofísicos del sitio de prueba mostraron que los estudios de resistividad eléctrica eran los que mejor podían detectar las posiciones de los enterramientos. Pero a medida que transcurría el tiempo, esta técnica se volvía progresivamente menos eficaz para detectar las tumbas (esto se ha demostrado en varios estudios europeos controlados). Curiosamente, se consideró mejor un patrón de cuadrícula de prospección relativamente pequeño, debido al menor tamaño de los enterramientos de las víctimas desmembradas.

Búsquedas en la montaña

Un estudio de caso que hemos publicado recientemente sobre la búsqueda de personas desaparecidas en Colombia en la década de 1980 ilustra las dificultades para encontrar y vigilar los lugares de enterramiento en terrenos de búsqueda difíciles.

El lugar montañoso del estudio, en una escuela de formación abandonada en la provincia de Casanare, en el centro de Colombia, fue identificado como un potencial sitio de enterramiento. Los investigadores utilizamos una combinación de lugares de entrenamiento paramilitar conocidos, ubicaciones de bases militares, informes policiales e información de búsqueda, así como testimonios de testigos contemporáneos y las actividades de las redes sociales del individuo desaparecido con ubicaciones etiquetadas.

Los estudios geofísicos de resistividad eléctrica y GPR, con las subsiguientes investigaciones intrusivas de las anomalías geofísicas seleccionadas, localizaron con éxito enterramientos que contenían restos, pero estos resultaron ser animales y no humanos.

Esta investigación colaborativa, tanto de los sitios de prueba controlados como de las búsquedas forenses, será crucial, no solo para los países latinoamericanos, sino también para los expertos forenses que buscan restos de víctimas en todo el mundo.


Jamie Pringle, Reader in Forensic Geoscience, Keele University; Alejandra Baena, Researcher in Materials Physics, Geophysics and Materials Science, Universidad Antonio Nariño; Carlos Martín Molina, Researcher Professor, Universidad Antonio Nariño; Kristopher Wisniewski, Lecturer in Forensic Science, Keele University, y Vivienne Heaton, Lecturer in Forensic Anthropology and Biology, Keele University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


Imagen principal: Centro Nacional de Memoria Histórica

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