Cuando pensamos en una actriz icónica que ha estado presente por más de 4 décadas en la pantalla grande, indudablemente consideraríamos a Meryl Streep como la candidata ideal. No es para menos, ya que esta artista ha participado en decenas de cintas que han moldeado el panorama cultural occidental desde la década de 1970.
Mary Louise Streep nació en New Jersey, Estados Unidos, y cursó sus estudios de actuación en Vassar College y la Universidad de Yale. Desde 1971 inició su carrera de actuación en el teatro para luego saltar a la gran pantalla con papeles en ‘The Deer Hunter’ y ‘Kramer contra Kramer’. A partir de estos primeros trabajos, su vida actoral despegó alto y se convirtió en la actriz que más nominaciones al Óscar ha tenido con 21 de ellas. No sólo es una artista de primera categoría, sino que además es un ícono estadounidense de la cultura popular y de la representación femenina en Hollywood. Este tipo de constancia es la cualidad que nos interesa en esta columna: el compromiso.
El compromiso es participar completa o enteramente con lo que quieres lograr y es el encuentro con el poder de combinar varias facultades y habilidades compatibles con ese camino. No es con algo presente, sino que está en el futuro. Es el poder de ver el futuro y alinear tu camino hacia eso. En el caso de Meryl Streep, su compromiso con grandes causas es doble, no solamente con el arte de la actuación, sino también como promotora del empoderamiento femenino.
El primer compromiso es el más mediático y conocido, porque Meryl ha desarrollado un estilo de actuación versátil y único. Podemos verla cantando las canciones de ABBA en ‘Mamma mía’ y encarnando el papel de una madre divorciada en ‘Kramer contra Kramer’. Su compromiso con su carrera es profundo y ha hecho que sea una actriz multifacética, incluso dominando el uso de acentos extranjeros. Esta capacidad no nació de la nada, sino que es el fruto de un trabajo constante.
En cuanto a su compromiso con la representación femenina y su empoderamiento, Meryl lo ha desarrollado tanto desde la construcción de sus personajes femeninos, que se adaptan a la realidad que viven las mujeres, como en su faceta filantrópica, siendo vocera y aportando a fundaciones. Su compromiso apunta alto para mejorar el mundo a partir de su talento y su posición como mujer y actriz.
El compromiso va más allá de una palabra o una promesa propia, es un modo de ver y vivir la vida. Aunque el camino no sea recto, el compromiso ayuda y da la motivación para sobrepasar los momentos cuando no resultan las cosas, es lo que nos devuelve a la ruta y no deja que nos alejemos demasiado de ella. Cabe agregar que comprometerse con algún proyecto no necesariamente significa realizar acciones enormes, pero sí mantener la constancia. Si cada día se realiza una acción, así sea pequeña, pero sin abandonarla, los cambios se manifestarán y cada proyecto empezará a solidificarse. Esta constancia también puede ocurrir en tiempos definidos por uno mismo y en acciones de diferentes tamaños, siempre y cuando se mantengan.
De esta manera puede ocurrir el compromiso en nuestros proyectos: pensando en un futuro que se construye día a día con nuestro trabajo, sin importar que sea pequeño, pero incansable. Si pensamos en el bien que representa nuestras metas, tanto para nosotros como para las otras personas, seguir de manera constante es mucho más fácil.
Meryl Streep no se ha detenido y su carrera es un referente de compromiso con su oficio y las grandes causas que cambian al mundo. Puede que nuestras causas no apunten tan alto, pero si nos comprometemos en nuestra medida y aspirando a hacer las cosas bien, lograremos cambiar nuestro propio mundo sin rompernos en el intento, porque el Tiger no se rompe.
Imagen principal: Dick Thomas Johnson (Flickr)
