La tecnología del siglo XXI faltó en la lista de útiles escolares del siglo XX

La tecnología ofrece a los estudiantes del siglo XXI herramientas que habríamos adorado en el siglo XX. ¿Usted cuáles usa o cuáles le dan envida?

Publicado el 31 Jul 2019

Estudiantes

Quienes no tenían más que la biblioteca del colegio y una enciclopedia en casa para investigar, aquellos que tuvieron que mancharse las manos con marcador y dañar más de una cartelera hecha en cartulina; los no bendecidos por los dioses de la mecanografía, que arruinaban hojas escritas a máquina por errores desde la primera hasta la última línea… En otras palabras, aquellos que fueron estudiantes de colegio o de universidad antes del año 2000 –más o menos– ven con envidia a los estudiantes de hoy.

Su biblioteca es Internet –sí, con todo el caos que abunda en la red, pero también con una cantidad de recursos útiles que hacen palidecer a cualquier biblioteca del mundo–; tienen procesadores de palabra, hojas de cálculo y programas de presentaciones en lugar de máquinas de escribir, marcadores y carteleras. Tienen correo electrónico, sistemas de almacenamiento en la nube, servicios de mensajería instantánea, redes sociales… Pueden acceder a programas de las mejores universidades del mundo sin salir de su habitación o de su estudio.

Personalmente, recuerdo que durante los últimos años de la década de 1980, un compañero llevó su computador al colegio para hacer la primera presentación digital que muchos tuvimos la oportunidad de ver en la vida… ¡Romero tenía computador antes de 1990! Esa clase de química fue mejor que los meses que le dedicamos a convertir números a código binario en clase de sistemas, mientras llegaban los disquetes con un sistema operativo incluso anterior a DOS que nos permitirían encender por fin los equipos Kaypro II de la época, para luego no saber qué hacer ante el signo “>” intermitente que aparecía en la pantalla. Hoy hay colegios en los que hacen maratones de programación.

Estudiantes del siglo XXI
Las competencias de programación ya no son eventos exclusivos de nichos especializados o universidades. Ahora también se hacen en colegios. – Hitesh choudhary (Pexels).

Herramientas básicas que sirven para todos

Antes del año 2000, incluso escribir una carta a máquina era correr el riesgo de dañar varias hojas antes de obtener el resultado deseado; ahora se pueden hacer todas las correcciones necesarias a un trabajo de decenas de páginas, con una amplia variedad de tipografías y recursos adicionales, como imágenes y tablas, antes de imprimir. O se puede elaborar un libro electrónico que incluya también recursos multimedia como videos, audios e infografías animadas o interactivas.

Tecnología
Hace ya un buen tiempo que la tecnología convirtió las máquinas de escribir en piezas de museo. – Rawpixels (Pexels).

Para lo básico (y bastante más), Apple ofrece una suite gratuita como parte de sus sistema operativo que incluye procesador de palabra (Pages), hoja de cálculo (Numbers) y programa de presentaciones (Keynote). Pero los estudiantes y profesores tienen ventajas para adquirir por un menor precio paquetes pagos como Office de Microsoft; incluso, hay instituciones que les dan acceso a ella a sus alumnos (seguramente el cobro va en la matrícula, pero así se siente menos). Si la idea es no invertir dinero, siempre está la opción de acceder a las herramientas gratuitas de Google: Documentos, Hojas de Cálculo, Diapositivas… y una extensa lista que acompaña a estas tres básicas.

Entre otras empresas que ofrecen licencias más económicas para estudiantes también se encuentran Adobe (famosa por programas como Photoshop, Illustrator, InDesign y Premiere, entre otros) y Autodesk (empresa reconocida por AutoCAD y otros programas de diseño asistido por computador). El listado es tan extenso como las necesidades de los estudiantes, pero afortunadamente existe Google para encontrar soluciones para cada una de ellas.

Especiales para cada carrera

Ya en la universidad, quienes estudiamos periodismo teníamos que luchar por un cupo para que nos prestaran una cámara de video o para grabar en las salas de edición de entonces, equipadas con máquinas gigantescas que solo permitían hacer edición lineal a partir de imágenes grabadas en cinta.

Hoy, los videos se pueden grabar y hasta editar de forma no lineal en el celular (sí, una edición básica, pero posible). Si esto no es suficiente, los sistemas operativos más populares de los equipos que se usan en casa incluyen herramientas gratuitas de edición (iMovie en el mundo Mac, y Movie Maker en Windows). Para usuarios un poco más avanzados, hay programas como Filmora, Openshot o Davinci Resolve. Este último es una herramienta comercial de 299 dólares, pero tiene una versión gratuita que resuelve (tal vez por eso se llama así) la mayoría de necesidades de un editor más que básico; sin embargo, cabe advertir que se requiere un equipo con cierta potencia para que el programa no ‘se cuelgue’. Quienes son más cercanos al mundo de Adobe pueden acceder a una edición casera de Premier, apellidada Elements, que se consigue por 100 dólares; 150, en ‘combo’ con la edición hermana de Photoshop Elements.

Estudiantes del siglo XXI
La versión completa de un programa como Davinci Resolve cuesta 299 dólares, pero la gratuita funciona muy bien antes de llegar al nivel profesional. – Imagen: Davinci Resolve.

Y si de todas formas es necesario recurrir a los equipos y salas de la universidad, estos se pueden reservar a través de una página en la red de la institución. Eso para hablar de equipos especializados, porque los estudiantes del Siglo XXI pueden encontrar en muchas instituciones, a la entrada de su salón de clase, una estantería de la que pueden sacar el computador con el que tomarán apuntes, que almacenarán en la red para poder acceder a ellos desde cualquier otro equipo en cualquier lugar del mundo.

Las mesas de dibujo en las que los estudiandes de arquitectura hacían sus planos con rapidógrafos de distinto calibres han cedido su lugar a programas de diseño asistido por computador; seguramente los músicos en proceso de formación tendrán que aprender a solfear hasta el final de los tiempos, pero se pueden apoyar en una herramienta gratuita como MuseScore, que permite escribir partituras sin necesidad de papel pentagrama, lápiz y borrador.

Si la necesidad es diseñar un volante, un folleto y hasta un libro, también hay herramientas gratuitas (o muy económicas) de diseño y autoedición, como Scribus, o Lucidpress. La empresa Serif ofrece una suite que incluye programa de retoque fotográfico (Affinity Photo), diseño (Affinity Designer) y edición de documentos (Affinity Publisher) por 185.000 pesos cada uno (se pueden comprar por separado). No son gratis, pero programas de su categoría llegaban al millón de pesos no hace mucho tiempo; si quiere convencerse, tiene la opción de descargar una prueba gratuita.

Estudiantes del siglo XXI
Algunas herramientas, como las Affinity de Serif, son gratuitas y de buena calidad. Otras, como Scribus, tienen las limitaciones de un programa gratuito, pero cumplen su función. – Imagen: Serif.

Estudiantes de derecho, de ingeniería, de diseño, de medicina, de artes…, de cualquier carrera: seguro que todos tienen en la tecnología un gran aliado para hacer sus tareas mucho mejor de lo que podían hacerlas 20 años atrás quienes seguramente tenían una gran imaginación, pero herramientas mucho más limitadas.

También puede leer aquí: Así se usa la Realidad Virtual como herramienta de educación.

[su_note note_color=”#F1C40F” text_color=”#333333″ radius=”3″ class=””]Hablando de imaginación, no dejen que las herramientas tecnológicas atrofien su creatividad. ¡Úsenlas, sáquenles el máximo provecho! Pero no abandonen sus habilidades manuales o artísticas. ¡No dejen que la tecnología acabe con su imaginación![/su_note]

El gran aporte de las instituciones

Aparte de ofrecer variados recursos dentro de sus instalaciones, muchas universidades también tienen convenios con desarrolladores de software para dar a sus estudiantes (y profesores) herramientas que van desde paquetes básicos de aplicaciones de oficina hasta programas especializados para carreras en las que se necesita mucho más que un procesador de palabra y una hoja de cálculo.

Haciendo una búsqueda sencilla en Internet encontramos las páginas de instituciones en las que se detallan estos beneficios. Algunas de ellas son Eafit, la Universidad Javeriana, la U. de los Andes, la Jorge Tadeo Lozano y la Nacional. Evidentemente, no son las únicas.

[su_box title=”¡OJO!” style=”default” box_color=”#C0392B” title_color=”#FFFFFF” radius=”3″ class=””]Estudiantes, ¡eviten a toda costa la tentación del copy/paste! Copiar y pegar para obtener una nota fácil, o hacerlo para complementar un trabajo, pero sin citar debidamente a los creadores originales del material que están copiando no es un aporte válido a su proceso de formación e incluso pueden incurrir en plagio.[/su_box]

Para los estudiantes del siglo XXI y toda la comunidad educativa

Las ventajas que tienen los estudiantes del siglo XXI no se reducen a las herramientas con que cuentan para realizar su labor, que es el foco del este texto y sobre el que, de todas formas, no hemos hecho más que un repaso superficial.

[su_highlight background=”#DDFF99″ color=”#000000″ class=””]Las alternativas que nos da la tecnología actual son tantas que necesitamos su ayuda. Cuando llegue al final de este texto encontrará un cuadro con algunas preguntas que nos ayudarán a enriquecer este contenido. ¡Anímese, envíenos un mensaje con su respuesta![/su_highlight]

Cada área de desarrollo profesional, técnico o tecnológico –o incluso desde el colegio– tiene herramientas especializadas que en muchas ocasiones se pueden obtener gratis o más económicas de lo que se encuentran en el mercado, a las que habitualmente se puede acceder solamente con una dirección electrónica válida de una institución educativa o a través de los convenios que estas realizan con los fabricantes de equipos y desarrolladores de programas.

Pero las instituciones también ofrecen recursos para educadores, que disponen de herramientas pedagógicas y administrativas de alto nivel. O para los padres de familia: el cuaderno de control de algunas décadas atrás se convirtió en un sitio dentro de las redes de los colegios en el que los papás y mamás pueden hacer un seguimiento detallado de las actividades de sus hijos; muchos de ellos tienen una app para seguir el recorrido de la ruta escolar en la que viajan sus pequeños y algunos más pacientes están en grupos de WhatsApp en los que comparten información con otros padres.

Sí: ser estudiante en el siglo XX fue muy divertido. Pero no se puede negar que, gracias a la tecnología, los estudiantes del siglo XXI pueden sacar mucho más provecho de sus jornadas académicas.

[su_box title=”Cuéntenos: ¿de qué forma la tecnología ha cambiado la manera como estudiamos?” style=”default” box_color=”#F1C40F” title_color=”#FFFFFF” radius=”3″ class=””]Estudiantes del siglo XX: ¿qué herramientas de los estudiantes del siglo XXI les causan envidia (preferiblemente, de la buena)?
Estudiantes del siglo XXI: ¿cuáles son las herramientas de tecnología que más aportan a su labor académica (por favor, especifiquen la carrera que estudian)?
Colegios y universidades y otras instituciones educativas: ¿qué desarrollos tecnológicos interesantes que beneficien a sus estudiantes tienen para compartir con los lectores de Impacto TIC?
Empresas fabricantes y desarrolladoras: ¿qué productos y servicios especializados u orientados al mundo de la educación ofrecen?
Envíen sus respuestas a jaime@impactotic.co.[/su_box]

Imagen principal: Fox (Pexels).

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Jaime Ernesto Dueñas Montaño

Periodista con énfasis en temas de tecnología, y con más de 25 años de experiencia en medios como El Tiempo, Pulzo y Enter.co. Colaborador en publicaciones de ciencia y tecnología.

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